Portada » Arte » Velázquez: Un Recorrido por su Trayectoria Artística
Durante su segundo viaje a Italia, Velázquez fue comisionado por Felipe IV para adquirir obras de arte. En este periodo, pintó varias de sus obras maestras:
De vuelta en Madrid, el estilo de Velázquez alcanzó su plenitud. Continuó con su pincelada suelta y abreviada, y se interesó aún más por la luz. Sus composiciones se volvieron más meditadas y complejas. Es en esta etapa donde la perspectiva aérea llega a su culminación.
Las Meninas es una obra profundamente elaborada y de difícil interpretación. La interpretación más tradicional sugiere que Velázquez está retratando a los reyes, Felipe IV y su esposa, quienes ocuparían el espacio del espectador y se reflejan en el espejo del fondo. La infanta Margarita, curiosa por el trabajo del pintor, es atendida por sus meninas, quienes le sirven agua. La acompañan dos enanos, Maribárbola y Nicolás Pertusato, un perro, la dueña y el guardadamas. Algunos personajes no se han dado cuenta de la presencia de los reyes, pero la infanta, sorprendida, vuelve la mirada hacia sus padres. Esto explicaría la dislocación entre la posición de la cabeza y la dirección de la mirada de la princesa.
Otra interpretación propone que el lienzo es, más allá de una escena cortesana, una alegoría de la creación artística, con la que Velázquez defiende la pintura como una actividad intelectual. El cuadro está realizado con manchas de color, mostrando un claro predominio de lo pictórico. La gama cromática es muy variada, con platas, marrones, negros, verdes, rojos y amarillos. La obra también presenta una serie de arrepentimientos. Velázquez combina en Las Meninas la perspectiva cónica frontal, cuyo punto de fuga está en el personaje del fondo, con la perspectiva aérea. Los recursos que emplea son los sucesivos planos de luz y sombra, el desenfoque de las figuras y la pérdida de brillantez en el color según se aleja del primer plano. El aire es protagonista de la obra. Las miradas de los personajes recaen en el espectador, que queda incluido en el cuadro. Se confunden los límites de la realidad y del lienzo, en una confusión típicamente barroca.
Las Hilanderas sufrió un deterioro importante en el incendio del Alcázar de 1734. En la restauración, se añadió un trozo de lienzo en la parte superior y otros en los laterales. Aunque a simple vista parece una escena de género, esconde un tema mitológico: la fábula de Aracné. En concreto, su competición con la diosa Minerva para decidir quién era mejor tejedora. En primer plano, vemos en un taller de hilatura a la diosa, disfrazada de anciana, y a Aracné junto con otras tres trabajadoras. En el segundo plano, muy iluminado, Minerva, ya con su apariencia divina, levanta la mano para castigar la soberbia de Aracné, quien ha tejido un tapiz en el que, burlándose de los dioses, había representado a Zeus metamorfoseado en toro y raptando a Europa. Es otra vez el equívoco barroco, típico del artista: nos presenta simultáneamente dos momentos del mito.
Otra interpretación más compleja nos habla de una exaltación de la monarquía absoluta que castiga implacablemente a quienes desafían su poder. Las dos figuras del primer término están basadas en dos de los ignudi de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. El personaje central, en penumbra, nos enlaza con el fondo, marcando una transición paulatina. Las Hilanderas es uno de los mejores exponentes de la perspectiva aérea. La técnica es prodigiosa, con una pincelada suelta.