Portada » Lengua y literatura » Vanguardia y neopopulismo Lorca
Vida, personalidad y tema central:
Federico García Lorca, nacíó en Fuentevaqueros, (Granada), en 1898. En Granada inició sus estudios de Música, Derecho y Letras, que prosiguió en Madrid. Allí, en la famosa Residencia de Estudiantes, entabló entrañables relaciones con poetas y artistas del momento. Su obra y su personalidad le otorgaron pronto un lugar de excepción. Entre 1929 y 1930 estuvo como becario en Nueva York, lo que le supuso una gran experiencia. En 1932 fundó el grupo “La Barraca”, que llevaba el teatro clásico y moderno por los pueblos de España. Así, ganó admiración, pero también odios. Su asesinato en Agosto de 1936 fue uno de los episodios más humillantes de la Guerra Civil. La personalidad de Lorca ofrece una doble faz: de un lado, su vitalidad y simpatía arrolladoras, de otro, un íntimo malestar, un dolor de vivir. De ahí que en su obra, junto a manifestaciones de gracia bulliciosa, aparezca – como elemento obsesivo central- el tema del destino trágico, la imposibilidad de realizarse, la frustración.
Los primeros libros:
En 1921 publica el “Libro de poemas”. En ese momento su estilo se estaba formando. La temática es variada, pero dominaba ya su hondo malestar: así, cuando evoca el “paraíso perdido” de su infancia, o da testimonio de su tremenda crisis juvenil (relacionada con su condición homosexual). Compuso luego, paralelamente, tres libros: “Poema del Cante Jondo”, “Canciones y Suites”. Hay en ellos poesía pura, juego, y ecos vanguardistas, pero también nostalgias y temas trágicos. Lorca expresa su dolor de vivir a través del dolor que rezuman esos cantares “hondos”.
El Romancero gitano:
Se publicó en 1928 y alcanzó un éxito resonante. No es un mero canto a esa raza marginal: Lorca convierte lo gitano en un mito en que se encarna el citado tema del destino trágico. En los romances aparecen personajes al margen de un mundo hostil, marcados por la frustración o la muerte; sus ansias de vivir se estrellan contra convenciones y trabas. En el Romancero, su estilo alcanza una primera cima, inconfundible. Es el punto más alto de esa fusión de lo culto y lo popular. Su potente poder de creación le lleva a sembrar los romances de metáforas audaces que, sin embargo, no merman su calor humano.
Poeta en Nueva York, influjo surrealista y acento social:
El mundo neoyorquino produjo en Lorca una conmoción violenta. Lo definíó con dos palabras: geometría y angustia. Allí vio las manifestaciones máximas del poder del dinero, la injusticia social, y la deshumanización. Éstos son los temas de “Poeta en Nueva York”. De lo dicho se desprende que se incorpora a su obra un acento social. Los poemas son gritos de dolor y de protesta. Ahora la frustración o la angustia ya no son sólo las del poeta, porque sintoniza con millones de hombres. La conmoción espiritual y la protesta encuentran cauce adecuado en la técnica surrealista, aunque no pura. El versículo y “la imagen alucinante”, le sirven par expresar un mundo absurdo, para comunicar visiones de pesadilla, con toda violencia verbal. En resumen, Lorca amplió su mundo poético y renovó profundamente su lenguaje, alcanzando una nueva cima.
Últimas obras poéticas:
En adelante, Lorca volcó en el teatro su inquietud social, y en su lírica su intimidad. Entre sus obras destacan: “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” (1935), otra de sus máximas creaciones, inspirada en la muerte del famoso torero. En sus cuatro partes se combinan lo popular y lo vanguardista. Mientras que el patetismo y la maestría formal hacen del “Llanto” una de las más hermosas elegías. Por otro lado, está “El Diván del Tamarit” (1936), un libro de poemas dolientes, inspirados por la poesía arábigo-andaluza. Los “Sonetos del amor oscuro” (1935- 1936), de los que se conservan once, son su última cumbre poética, por la hondísima expresión de la gloria y el dolor de amar.
El teatro de Lorca:
Lorca ocupa junto con Valle-Inclán, una cima no alcanzada por nuestro teatro desde el Siglo de Oro. He aquí algunos aspectos: Escribíó farsas deliciosas, como “La zapatera prodigiosa” (1930). Contribuyó al teatro de vanguardia con obras audaces: “El público” (1930) o “Así que pasen cinco años”(1931). Pero sobresalen sus tragedias, que encarnan en mujeres el drama de la pasión frustrada (su tema central): así, “Bodas de sangre” (1933), “Yerma” (1934) o su obra cumbre, “La casa de Bernarda Alba” (1936), estremecedor conflicto entre pasión y represión. El verso y la prosa se combinan en su teatro; pero en su última obra, domina plenamente una prosa de gran fuerza dramática. Paralelamente, los conflictos y los ambientes cobran mayor hondura y mayor alcance. En efecto, Lorca afrontó problemas reales y colectivos – aunque en sintonía con sus problemas personales -. En sus últimos años, él mismo admitíó: “El artista debe reír y llorar con su pueblo.”
Significación y fama:
Entre los poetas del 27, Lorca es el máximo ejemplo de la superación de la poesía “pura”, pero sin que la fuerza humana disminuya las exigencias estéticas. No cesan de admirar tanto su arraigo popular como el alcance universal que dio a la expresión de íntimos anhelos. Su fama es, como se sabe, mundial, y – aunque en ello influyeron razones extraliterarias- en su obra hay suficientes valores que la justifican.