Portada » Historia » Unificación Italiana y Alemana: Etapas, Causas y Consecuencias
Víctor Manuel II de Saboya dirigió el proceso unificador desde 1848, con la ayuda de su primer ministro, Cavour, desde 1852. Tras un pacto militar con Francia, declararon la guerra a Austria, que dominaba el norte de Italia. Austria fue derrotada en las batallas de Magenta y Solferino. Sin embargo, la amenaza de una intervención prusiana impidió la completa implementación de los acuerdos. Como resultado, el reino de Saboya recibió parte de Lombardía. En 1860, referendos en Parma, Módena-Romaña y Toscana decidieron su unión al reino de Piamonte-Cerdeña. Se creó un Parlamento común, autoproclamado Parlamento italiano.
En 1860, revueltas en Sicilia contra el rey de Nápoles llevaron a Cavour a enviar un ejército, los «camisas rojas» liderados por Garibaldi. Sicilia, el reino de Nápoles, Las Marcas y Umbría se incorporaron al reino de Piamonte-Cerdeña. El Parlamento reconoció a Víctor Manuel II como rey de Italia.
La guerra entre Prusia e Italia contra Austria resultó en la derrota austríaca y la cesión de Venecia a Italia. Roma se incorporó tras la derrota francesa en Sedán (Guerra Franco-Prusiana). El Papa no aceptó la anexión de los Estados Pontificios hasta los Tratados de Letrán (1929) con Mussolini, que crearon el Estado de la Ciudad del Vaticano.
Prusia, liderada por Guillermo I y su canciller Bismarck (nombrado en 1862), impulsó la unificación alemana. Bismarck defendía una Prusia poderosa con un modelo social dominado por la aristocracia terrateniente. En 1864, Prusia intervino en la crisis de los ducados daneses, anexionándose Schlewig y Lauenburg.
Prusia enfrentó la rivalidad de Austria. Bismarck aprovechó la rebelión italiana en territorios austriacos (Lombardía, Véneto e Istria) para ocupar el ducado danés de Holstein. La derrota austríaca en Sadowa (1866) llevó a la anexión de Holstein y la creación de la Confederación de la Alemania del Norte.
Bismarck firmó una alianza militar con los estados alemanes del sur ante un posible ataque francés. Provocó la guerra con Francia, que fue derrotada en Sedán (1870). Las tropas alemanas llegaron a Versalles, donde proclamaron el Segundo Imperio Alemán (Reich) y se anexionaron Alsacia y Lorena.
Comienza con el Consulado, donde Napoleón inicia una política planificadora, firmando la Paz de Lunéville con Austria y la Paz de Amiens con el Reino Unido. Tras el Concordato con la Santa Sede en 1801, Napoleón se proclama cónsul único y vitalicio. En mayo de 1804, el Consulado lo nombra emperador hereditario. El Reino Unido y Rusia forman una coalición antifrancesa a la que se une Austria, que es derrotada en Trafalgar. Se establece un bloqueo continental, y Austria se convierte en un estado satélite de Napoleón. En 1812, Napoleón invade Rusia, y en 1808, la ocupación francesa de España provoca la Guerra de la Independencia.
Los socialistas utópicos criticaban la miseria del proletariado, la clase trabajadora de las fábricas. Proponían nuevas formas de vida y trabajo, buscando crear una sociedad ideal basada en la paz, la armonía y la igualdad. Daban gran importancia a la solidaridad, la filantropía y el amor fraternal.
En 1889, en París, importantes socialistas fundaron la Segunda Internacional. El contexto era diferente al de la Primera Internacional, con ideólogos originales ausentes y diversos movimientos sindicales y partidos socialistas nacionales. Se decidió una colaboración estrecha, pero sin un movimiento unitario. Se invitó a grupos anarquistas a participar. Se instauró el 1 de Mayo como Jornada Internacional del Trabajo, conmemorando los sucesos de Chicago de 1886. El debate principal fue el enfrentamiento entre revisionismo y reformismo:
En 1914, los socialistas no lograron evitar la Primera Guerra Mundial, lo que llevó a la desaparición de la Segunda Internacional.
El 28 de septiembre de 1864, en Londres, se fundó la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), o Primera Internacional, con sindicalistas franceses, ingleses y exiliados. Se encargó a Karl Marx la redacción del manifiesto inaugural y los estatutos, aprobados el 1 de noviembre. Dos concepciones políticas se enfrentaron: los marxistas, liderados por Marx, y los anarquistas, dirigidos por Bakunin. Se acordó usar la huelga como presión. El lema, «Proletarios de todos los países, uníos», llamaba a la unión de diferentes corrientes. Se realizaron congresos anuales en Ginebra (1866) y Lausana (1867), entre otros.
Causas de la disolución de la Internacional:
La sede se trasladó a Nueva York y se disolvió en el Congreso de Filadelfia (1876).