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Sería muy difícil separar la vida y la obra de Miguel Hernández porque su obra es la expresión natural y obligada de su trayectoria vital. Por ello se ha dividido su estudio en los cuatro períodos por los que transcurre su vida.
Infancia y juventud (1910-1934). La naturaleza
Miguel Hernández Gilabert nace el 10 de octubre de 1910, en Orihuela, Alicante. Pertenecía a una modesta familia que se dedicaba al comercio de ganado. Las relaciones con su padre fueron difíciles; no le gustaba que leyera. A los 14 años su padre le obligó a trabajar. Fue pastor de cabras, repartidor de leche, escribiente y recadero. Su madre, en cambio, sirvió de mediadora y nunca dejó de proteger a su hijo, especialmente en los viajes a Madrid o ya en la cárcel.
A pesar de su breve escolarización, donde destaca su precoz cultura e inteligencia, Miguel no abandona su formación. Lee poesía a escondidas, desafiando la prohibición de su padre, y escribe en un cuaderno sus primeros poemas de tono pastoril y mitológico. Su autodidactismo fue ayudado por el canónigo Luis Almarcha que le presta sus libros y lo orienta hacia los clásicos grecolatinos y españoles de los Siglos de Oro. Su amistad con Ramón Sijé (José Marín Gutiérrez) le proporciona también estímulo y orientación.
En 1930 Miguel Hernández y Ramón Sijé, conocen a Carlos Fenoll; en la panadería del padre de este comparten tertulia literaria con otros jóvenes escritores. Todos comienzan a publicar poemas en distintas revistas. Miguel publica su primer poema “Pastoril”, gracias a Luis Almarcha, en el periódico de Orihuela, El Pueblo. Ramón Sijé, tres años menor que Miguel, lo introduce en el mundo de la alta cultura española.
Planea su primer viaje a Madrid en 1931. Los poemas que lleva a la capital no tienen todavía voz propia, son influencias de los clásicos españoles y de la poesía desnuda de Juan Ramón Jiménez y del modernismo de Rubén Darío, entre otros. Sus temas son estampas populares y geográficas de Levante. Después de su viaje a Madrid, con escasos resultados, regresa a Orihuela.
Perito en lunas
Bajo la influencia que recibe en Madrid con motivo del homenaje a Góngora, que casi fue la fundación de la Generación del 27, y de las vanguardias de los años 20, escribe un libro de poemas titulado Perito en lunas.
La sintaxis es tan compleja (hipérbatos y abundancia de metáforas) que los versos resultan herméticos, pero con aciertos literarios. La influencia culterana, en concreto, la gongorina, resulta evidente. Con estos recursos el poeta eleva de categoría lo que le rodea en la naturaleza (la noria, el gallo, la granada, la palmera, etc.).
El libro fue impreso en 1933. Influyeron en su publicación amigos poetas de Miguel, pero fue Luis Almarcha quien costeó la edición. Perito en lunas no tiene mucho éxito. Miguel intenta ir de nuevo a Madrid pero no tiene recursos. Viaja a Murcia y conoce en el periódico La Verdad a García Lorca, con el que traba una relación epistolar difícil y controvertida, relación que Federico corta bruscamente. Miguel Hernández, bajo la influencia de Ramón Sijé, desarrolla un nuevo tipo de poesía de acento religioso.
El silbo vulnerado
En 1934 realiza tres viajes a Madrid. En ellos se relaciona con José Bergamín que le publicará en su revista Cruz y Raya el auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras.En ese mismo año conoce a Pablo Neruda quien lo aleja de su amigo Ramón Sijé y de la revista católica que dirige, El gallo crisis. Por entonces,formaliza su noviazgo con Josefina Manresa.
En esta época tiene lugar la evolución de su poesía, que reúne en El silbo vulnerado. La primera etapa de El Silbo recoge un aliento cristiano a partir de San Juan de la Cruz y su Cantico espiritual. Pero esta religiosidad se va diluyendo a medida que Miguel se va integrando en los ambientes literarios de Madrid. El cambio más significativo ocurre en el segundo Silbo; en él se destapa su preocupación social y su compromiso por los oprimidos, en línea con los poetas comprometidos con los que se relaciona en Madrid (Alberti, Aleixandre, Cernuda…). En la tercera etapa de El Silbo, el tono religioso es superado por una poesía comprometida. Surge el soneto amoroso, con un lenguaje nuevo, dotado de todos los recursos que Miguel ha adquirido en el ambiente literario madrileño y que desembocará en su libro El rayo que no cesa.
Amistad y amor (1934-1936)
Miguel vuelve a Madrid y comienza a trabajar en la enciclopedia taurina de José María de Cossío, trabajo que le aportará un conocimiento taurófilo que le ayudará en El rayo que no cesa y en las obras dramáticas El torero más valiente y Los hijos de la piedra. Pablo Neruda le invita a participar en la revista que dirige, Caballo verde para la poesía. Miguel se va alejando progresivamente de la influencia poético-religiosa de Sijé, con quien mantiene algunas controversias antes de morir este el 24 de diciembre del 1935. Su muerte le produce tal dolor que escribe la Elegía a Ramón Sijé, una de las mejores elegías en lengua castellana (junto a las Coplas de Jorge Manrique y el Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías).En el terreno sentimental se complican las relaciones con su novia y lo dejan unos meses en los que Miguel busca otras relaciones, breves e insatisfactorias. Se reconcilia con Josefina y publica El rayo que no cesa en 1936. Y casi coincidiendo con el alzamiento militar del 18 de julio, termina su drama El labrador de más aire.
La figura de Josefina Manresa es decisiva en este periodo de amor y guerra. Sin embargo, no es la única mujer que inspira los poemas de El Rayo… Cuando Josefina y Miguel se hacen novios mantienen una relación casta como era lo habitual en los pueblos de esa época. Miguel lucha entre el deseo y la castidad; y esa lucha es uno de los temas del libro. Por su epistolario, sabemos que Miguel no solo ha cambiado de mentalidad en lo literario sino también en lo moral y religioso. Después de las frustradas relaciones con otras mujeres (María Cegarra y Maruja Mallo), Miguel está seguro que solo quiere a Josefina. Estos vaivenes de amor influyen decisivamente en el tema central del libro. El rayo que no cesa es la crónica de una crisis, pero también muestra cómo el poeta alcanza su madurez poética, ideológica y afectiva a un tiempo, cuando, después de conocer un nuevo mundo, decide volver a su origen, a su naturaleza, a su Orihuela, a su novia, a todo lo que encarna lo esencial de su personalidad.
Dos son los rasgos sobresalientes de este libro: el tema del amor: su temática amorosa se centra en la lucha entre el deseo y la castidad, lucha que inunda de pena, de dolor al poeta que ama a una mujer casta y sencilla. Y el lenguaje: El Rayo que no cesa es un libro de sonetos, esencialmente. Hernández logra su madurez poética bajo el influjo de poetas clásicos como Quevedo y contemporáneos como Neruda o Aleixandre.
La poesía de guerra: el poeta soldado. El compromiso político y social (1936-1939)
En 1937 contrae matrimonio civil con Josefina y nace su primer hijo Manuel Ramón. Durante los años de la guerra compone los poemas de Viento del pueblo y dos obras de teatro: Teatro en la guerra y Pastor de la muerte. El cometido de Miguel Hernández es utilizar la poesía como arma de combate y difundirla a través de altavoces en el frente. Ahonda en su compromiso social en poemas como “El niño yuntero” o “Andaluces de Jaén”. Viaja a la URSS para asistir al V Festival de Teatro Soviético, con el objetivo de aprender a utilizar la escena como arma revolucionaria.
En 1938 muere su hijo, lo que le conmociona profundamente y es la raíz de su cambio a una poesía más íntima y humana que culminará en el Cancionero…
Viento del pueblo (1937)
“Los poetas somos viento del pueblo, nacemos para… conducir sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas…” escribe Miguel en una carta a Vicente Aleixandre. El tema de su poesía es ahora la solidaridad con el pueblo que sufre, con un lenguaje propio de la lírica popular, más directo y llano, haciendo uso del octosílabo, aunque también hay versos largos y solemnes como “Canción del esposo soldado” o “Hijos de la luz y de la sombra”, etc.). Su intención es convertir la poesía en un arma de combate, de propaganda, de medio para mantener la moral de las tropas.
El hombre acecha (1938)Este libro queda inédito al terminar la guerra. Revela una profunda depresión por el odio generado en la guerra, que intensifica su convicción antiburguesa y antibélica. Hay una cierta retirada hacia el interior del alma.
Poesía intimista y carcelaria (1939-1942)El 4 de enero de 1939 nace su segundo hijo, Manuel Miguel, pero comienza la odisea de un poeta derrotado. Tras acabar la guerra, Miguel, que está en Cox, se va a Sevilla y a Huelva a pedir ayuda, pero fracasa y huye a Portugal, donde es detenido por la policía portuguesa. Comienza entonces su periplo por las cárceles: Huelva, Sevilla, Madrid… Un consejo de guerra lo condena a muerte pero se le conmuta la pena a 30 años de prisión (1940). Se le traslada a nuevas prisiones (Palencia, Ocaña) hasta recalar en Alicante en 1941. Allí se casa por la Iglesia con Josefina antes de morir de tuberculosis el 28 de marzo de 1941 y es enterrado en el cementerio de Alicante.
Cancionero y romancero de ausenciasLibro inacabado y póstumo. Dueño de un lenguaje propio y de una experiencia vital intensa, Miguel escribe una poesía aparentemente sencilla pero que es fruto de una sabia elaboración. Los temas son el amor y la ausencia: ausencia de la amada, del hijo, la muerte del primero, el entusiasmo por la llegada del segundo, la amargura por la derrota y todo bajo un tono de madura serenidad, ahondando en los sentimientos más íntimos. Muchos de estos poemas fueron escritos en la cárcel.
2TRADICIÓN Y VANGUARDIA EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ
Miguel Hernández era un escritor poroso, que se empapaba de todo lo que leía y oía. Por ello su primer motivo de inspiración fue la literatura tradicional (oral y escrita). Pero su aprendizaje literario se inclina también a la imitación de los escritores cultos, tanto los clásicos como los contemporáneos más afamados. Basado en ambas influencias elabora su propia poesía. Podemos verlas a continuación de forma cronológica.
La tradición de los clásicos españoles
Dada su adhesión a la tierra se siente influido en su primera etapa por el costumbrismo regionalista de Vicente Medina y José Mª Gabriel y Galán. Son poemas bucólicos en las que a veces utiliza el habla popular dialectal –panocho- propio de las huertas de Murcia y Orihuela (“¡En mi barraquica!”). El modernismo de Rubén Darío está presente en el primer poema “Pastoril” que publicó Miguel Hernández en la prensa oriolana.
Los primeros libros que empezó a leer fueron los clásicos castellanos. Leía poesía y algo de teatro. Fruto de esa experiencia lectora es su primer libro, Perito en lunas, especialmente iluminado por Góngora, no solo en las formas métricas (la octava real) sino en el lenguaje metafórico, los cultismos, el hipérbaton; lo que da lugar a un artificio y oscuridad propios del barroco gongorino.
Esta influencia de los clásicos continúa en El rayo que no cesa. En él conserva la métrica clásica, principalmente el soneto. Pero integra en el lenguaje las influencias del Surrealismo (de Neruda, Residencia en tierra y Aleixandre, La destrucción o el amor) y en el contenido, el tema amoroso con ecos de Garcilaso y de Quevedo, donde elabora un concepto del amor como destino trágico, contando sus vivencias personales al modo biográfico de los cancioneros provenzales y petrarquistas.
El silbo vulnerado es un libro de tema religioso claramente influido por Fray Luis de León y San Juan de la Cruz. La estela católica y espectacular del dramaturgo Calderón de la Barca propicia la primera obra de teatro de Miguel Hernández: el auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras. El cambio ideológico viene de la mano de Lope de Vega; se inspira en Fuenteovejuna y Peribáñez para sus dos obras de reivindicación social: Los hijos de la piedra y El labrador de más aire.
La influencia de las primeras vanguardias
Los contactos de Miguel Hernández con la vanguardia son escasos. Inciden en él a través de los autores de la Generación del 27 y de Pablo Neruda. En Perito en lunas combina el gongorismo con la poesía pura a imitación de Juan Ramón Jiménez y Jorge Guillén.Hay rasgos del Ultraísmo y del Cubismo. Los poemas regidos por la luna son casi adivinanzas con imágenes insólitas. A pesar del hermetismo, Hernández no llega a la deshumanización de la poesía que solo busca “el arte por el arte”. Con el surrealismo hay cierta rehumanización del arte y un compromiso con las clases desfavorecidas. Es en El rayo que no cesa donde el poeta une la metáfora surrealista con el compromiso humano y la tradición de la poesía hispánica. Esta línea se acentúa en los dos libros de su etapa bélica: Viento del pueblo y El hombre acecha.
La tradición popular: el neopopularismoBécquer y Rosalía de Castro influyen también en Miguel Hernández, especialmente en Cancionero y romancero de ausencias, no solo por su lectura directa sino a través de Machado y la Generación del 27. En este libro Miguel se despoja de retórica para expresar en un lenguaje más sencillo la intimidad de su dolor y el sufrimiento del derrotado. De Machado, Lorca y Alberti es posible que aprendiera a utilizar el tono de la poesía neopopularista, aunque él ya conocía el Romancero y los Cancioneros. Es evidente que la poesía popular influyó poderosamente en Miguel Hernández, especialmente en Viento del pueblo, donde utiliza sobre todo el octosílabo y el romance en los cantos de protesta, de solidaridad y de entusiasmo bélico. Bien es verdad que el lenguaje es moderno, ágil y expresivo, ya que incorpora imágenes surrealistas y otras de vanguardia.
4TEMAS POÉTICOS DE MIGUEL HERNÁNDEZ
El contenido de la poesía de Miguel Hernández lo resume él mismo en sus versos:
Llegó con tres heridas,
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Comencemos por el amor. Diversos tratamientos da Hernández a este tema universal. Esta diversidad viene condicionada por las etapas de su trayectoria vital. En su primera época, hay un sensualismo mediterráneo que encubre y anuncia a la vez su vitalidad y sus pasiones. En el ciclo de Perito en lunas hay varios poemas que tratan del amor físico (“Gallo”, “Primera lamentación de la carne”, etc.).
En El rayo que no cesa el amor es tratado trágicamente, como “herida” sangrante (producida o simbolizada por el cuchillo o por el rayo). El amor es vivido por el poeta como tortura producida en la vida real por la castidad de su novia y el deseo de posesión carnal, por su ruptura temporal con ella y el intento negativo de satisfacerse en otras fuentes (Maruja Mallo y María Cegarra).
El libro tiene la estructura externa de los cancioneros de “amor cortés” y la influencia de Petrarca. Hernández sigue los tópicos de aquellos: desdén de la amada, la queja dolorida y la muerte de amor. Pero a pesar de los desengaños y del sufrimiento, el poeta sigue prefiriendo a su amada.El tema del amor cede parcialmente en Viento del pueblo y en El hombre acecha ante la necesidad de dar testimonio o denunciar la situación política y social ante la crisis civil y la guerra. Pero es en Cacionero y romancero de ausencias, donde Miguel, ya de vuelta del ardor guerrero, escéptico, pero dueño de grandes recursos expresivos y una honda experiencia vital, logra adentrarse en su interior para cantar los más acendrados sentimientos de amor, de dolor, de vida. Poesía desnuda, directa, pero con emoción contenida. Junto al amor, aparece el tema de la dolorosa ausencia de la esposa y del hijo en la soledad de la cárcel.Los símbolos son ahora el vientre de la amada (“Menos tu vientre / todo es oscuro. / Menos tu vientre / claro y profundo.”) la boca, el agua regeneradora (la esperanza) que sacia la sed (el deseo, las privaciones) del ser humano.Se podría seguir analizando este tema dividiéndolo en subtemas y epígrafes como: el amor en la adolescencia y la iniciación sexual y su represión religiosa; el amor como anhelo y el lamento por su frustración; el amor como herida y dolor; el amor a la humanidad, la fraternidad universal; el amor familiar: esposa, hijo; el amor esperanza; y al fin, el odio como contraste del amor. De todos estos subtemas encontramos ejemplos en la obra de Miguel Hernández. Por lo tanto, se puede decir que el tema central de su poesía es el amor.
El segundo gran tema es la muerte, que ya aparece en El rayo que no cesa. Es la muerte por amor. Ese amor trágico está simbolizado en el toro y la sangre que derrama (“Como el toro he nacido para el luto / y el dolor…”), y por todos los elementos hirientes que Hernández maneja en sus versos: rayos, hachas, cuchillos, cuernos… (“Un carnívoro cuchillo”, “¿No cesará este rayo que me habita?”). El libro se cierra con una elegía, canto a la muerte, a su amigo Ramón Sijé.el período de guerra, Viento del pueblo asume el tema de la muerte como la adquirida en una lucha justa, en una lucha por la libertad. Es algo épico, cantada casi con optimismo (“Canción del esposo soldado”, “Vientos del pueblo me llevan”). Pero el entusiasmo bélico va decayendo a medida que crece el pesimismo y la derrota se hace inevitable. El dolor se intensifica en su poesía y los muertos dejan de ser héroes para convertirse en víctimas: es otra forma de solidaridad con los “humillados y vencidos”. Esta inflexión hacia el horror, y luego hacia el escepticismo, se aprecia en los poemas de El hombre acecha.En Cancionero y romancero de ausencias el tema vuelve a ser el desengaño, la ausencia de la esposa e hijo, la muerte de su primer hijo, la pérdida de la guerra y su ganancia de odio, el sufrimiento por su proceso y su condena a muerte. Estos temas están presentes en “Tristes guerras”, “A mi hijo”, “Ausencia en todo veo”, etc.Otro gran tema es la vida, en su primera época, la vida en la naturaleza. Miguel Hernández está muy ligado a la naturaleza como poeta y como persona. Su propia casa familiar era un rincón de naturaleza. La casa estaba ubicada al pie de la sierra y en el interior de la vivienda se había cultivado un pequeño pero denso ambiente agrícola y ganadero. Su patio, donde leía y escribía frente a la mítica higuera hernandiana es, para él, un “paraíso”.El poeta inicia su viaje literario acogiéndose a la naturaleza real con ligeros visos de imitación modernista: las montañas, las aves, el ganado, las plantas, el sol, la fértil huerta oriolana, en general. Miguel Hernández se siente parte de la naturaleza, la ensalza y la dignifica desde lo más humilde hasta lo majestuoso y sublime. La naturaleza que describe se colma de sensualidad pagana al incluir escenas y alusiones mitológicas. Nos brinda una naturaleza realista a la que añade rasgos bucólicos (pastoriles y campesinos) estilizados, fruto de sus lecturas.La atmósfera religiosa y conservadora de Orihuela lo envuelve. Orihuela era la sede de la diócesis, donde residía el obispo. La fusión de Hernández con la naturaleza se debe a que concibe todo lo natural como obra de Dios. El poeta llega a identificarse con el universo: materia y espíritu es una sola unidad.De la naturaleza brotarán sus símbolos más logrados. Así las flores, los frutos, los paisajes, significan el amor o la pena, la amada o su ausencia. De entre los animales, el toro es el animal más hernandiano, por el uso que de él hace para expresar la condición de varón atormentado por el deseo y de su destino trágico, la muerte. Las aves se identifican con el poeta en la libertad de su vuelo y en la poesía de su canto. El huerto y la tierra fértil son el paraíso y la madre; el mar es la muerte como en Machado y en Manrique.