Portada » Medicina y Salud » Tratamiento y profilaxis de la influenza: una guía completa
Los grupos de riesgo de sufrir complicaciones por la influenza incluyen niños y adultos con enfermedades crónicas cardiacas o pulmonares, niños con asma, personal sanitario que cuida poblaciones susceptibles, personas sanas de más de 65 años que viven en comunidades cerradas y pacientes con enfermedades sistémicas debilitantes (inmunodepresión, nefropatías, hemoglobinopatías). Los estudios realizados en instituciones cerradas con brotes de infección viral parecen demostrar la necesidad de realizar tan sólo una profilaxis corta, de dos a tres semanas, incluyendo a las personas previamente vacunadas.
La profilaxis también debería ofrecerse a todas las personas inmunodeprimidas aunque se hayan vacunado, así como durante las dos primeras semanas tras la vacunación, en las cuales la protección inmunológica es todavía insuficiente.
El principal problema de la profilaxis, aparte de la inducción de resistencias, es la aparición de efectos adversos. La amantadina presenta una actividad estimuladora del sistema nervioso central, probablemente mediante la liberación de catecolaminas. Los síntomas asociados a este fenómeno son nerviosismo, insomnio y dificultad de concentración. También presentan efectos indeseables de tipo gastrointestinal (náuseas, vómitos y dispepsia), que se producen en el 10% de los pacientes.
Los efectos colaterales de la amantadina se relacionan con la dosis administrada y con la concentración plasmática del fármaco. Los principales efectos son confusión, alucinaciones y convulsiones (12). Los efectos adversos y colaterales de la rimantadina son similares a los de la amantadina, aunque algo más leves y menos frecuentes.
Se recomienda la vacunación anual contra la influenza a los siguientes grupos:
Actualmente el tratamiento incluye drogas antivirales, ya que reducen la intensidad de los síntomas, si son administradas dentro de las primeras 48 horas de iniciada la infección. Se considera el empleo de fármacos en casos de influenza severa ya que presentan algunos efectos secundarios indeseados. Para contrarrestar las molestias de la influenza existen diversos medicamentos paliativos como el ibuprofeno para el dolor muscular, el acetaminofén para la fiebre y la aspirina que mejora el estado general de los pacientes.
Ante casos de influenza de origen AH1N1, se ofrecen a nivel institucional oseltamivir (Tamiflu) o zanamivir (Renerva).
Los antivirales que combaten los virus de la influenza son un complemento importante de la vacuna contra la influenza en el control de la enfermedad.
Los antivirales para la influenza recetados se pueden usar para tratar la influenza o para prevenirla.
Existen cuatro agentes antivirales recetados para la influenza.
Se recomiendan dos medicamentos antivirales para la influenza aprobados por la FDA para usar durante la temporada de influenza 2013-2014: oseltamivir oral (Tamiflu®) y zanamivir para inhalar (Relenza®). El oseltamivir y el zanamivir son medicamentos antivirales químicamente relacionados, conocidos como inhibidores de neuraminidasa que actúan contra los virus de la influenza A y B.
La amantadina y la rimantadina son medicamentos antivirales, de un tipo conocido como adamantanos. Estos medicamentos son efectivos contra los virus de la influenza A, pero no contra los virus de la influenza B. Al igual que en las últimas temporadas, hay una alta prevalencia (>99%) de los virus de la influenza A(H3N2) y la influenza A(H1N1)pdm09 (2009 H1N1) resistentes a los adamantanos. Por lo tanto, la amantadina y la rimantadina no son recomendados para el tratamiento antiviral o la quimioprofilaxis de los virus de la influenza actualmente en circulación.
La resistencia antiviral al oseltamivir y al zanamivir entre los virus de la influenza en circulación es actualmente baja, pero esto podría cambiar. Además, la resistencia antiviral puede surgir durante o después del tratamiento en ciertos pacientes (por ej.: los inmunosuprimidos).
Las pruebas clínicas y los datos de observación muestran que el tratamiento antiviral temprano puede reducir la duración de la fiebre y los síntomas de la enfermedad, y reducir el riesgo de sufrir complicaciones por la influenza (por ej.: otitis media en niños pequeños, neumonía, insuficiencia respiratoria y muerte) y reducir la duración de la hospitalización. El mayor beneficio clínico se obtiene cuando el tratamiento con antivirales se inicia dentro de las 48 primeras horas de la aparición de la influenza.
Se recomienda que el tratamiento antiviral se realice cuanto antes en pacientes con contagio confirmado o posible de influenza que: se encuentren hospitalizados, padezcan una enfermedad progresiva grave o con complicaciones; o tengan un mayor riesgo de sufrir complicaciones por la influenza.