Portada » Psicología y Sociología » Trastornos Relacionados con el Estrés en Niñez y Adolescencia
De 3 a 6 años:
El trastorno reactivo del apego y el trastorno de la relación social desinhibida ya han sido descritos dentro de los trastornos de la vinculación revisados en la unidad 2, esto porque la ausencia de un cuidado adecuado durante la infancia (Apego) es un requisito para el diagnóstico.
A su vez en la unidad 2 también hemos visto el trastorno por trauma complejo o trauma complejo del desarrollo y estrés post traumático.
Por lo que nos centraremos en:
Los trastornos de adaptación producen una marcada angustia y el deterioro de los síntomas emocionales y/o conductuales causados por un factor de estrés identificable.
Los factores estresantes pueden ser un evento único y aislado (p. ej., perder un trabajo), múltiples eventos (p. ej., malas notas persistentes, contratiempos románticos), o problemas continuos (p. ej., cuidar a un miembro de la familia con una discapacidad significativa). Los factores estresantes no tienen que ser eventos traumáticos abrumadores como en el trastorno por estrés postraumático.
Los síntomas del trastorno de adaptación aparecen dentro de los tres meses posteriores a un suceso estresante y no duran más de seis meses después de su finalización. Sin embargo, los trastornos de adaptación persistentes o crónicos pueden continuar durante más de seis meses, en especial, si lo que te produce estrés continúa, como por ejemplo un nuevo colegio en el que el niño con consigue socializar.
El tratamiento generalmente es simple y se basa en tres aspectos: fortalecer herramientas individuales de enfrentamiento de problemas, disminuir/amortiguar/eliminar el agente estresor cuando este es modificable y aumentar la capacidad de apoyo y contención del entorno en donde se desenvuelve el niño, especialmente la familia y la escuela.
La duración es breve y se resuelve habitualmente en un promedio de 4 a 5 sesiones.
El trastorno por estrés agudo consiste en una reacción disfuncional, desagradable e intensa que comienza poco después de un acontecimiento traumático o abrumador y que se prolonga durante menos de un mes. Si los síntomas persisten durante más de un mes, se diagnostica un trastorno de estrés postraumático.
Predominan los síntomas ansiosos intensos, con exceso de inhibición o disociación (shock, confusión, enlentecimiento), exaltación ansiosa o irritabilidad.
La intervención debe ser temprana sin necesidad de esperar a que estén presentes todos los síntomas, la que incluye psicoterapia y tratamiento farmacológico de acuerdo a la intensidad de los síntomas.
Es importante que la familia del niño, niña o joven comprenda que a pesar de que las reacciones ante el evento traumático sean esperadas, comprensibles y normales, el tratamiento precoz es de suma importancia para evitar la cronicidad de los síntomas.
Es común que niñas, niños y jóvenes no reciban atención oportuna por varias razones, entre ellas destaca la invalidación del dolor infantil y también porque pude no existir una clara conciencia en los mismos niños de que sus síntomas pueden ser objetos de atención y apoyo.
Los trastornos de estrés agudo y postraumático son reacciones a hechos traumáticos abrumadores que incluyen recuerdos repetitivos e intrusivos sobre el hecho, así como embotamiento emocional y aumento de la tensión o el estado de alerta. Los niños tienden a evitar aquellas situaciones que les recuerden el evento.
El trastorno se desarrolla después de que el niño haya presenciado o experimentado un acto de violencia, como el ataque de un perro, un tiroteo en la escuela, un accidente o un desastre natural.
El niño no solo revive el suceso, sino que también puede sentirse paralizado a nivel emocional, extremadamente tenso y nervioso.
El diagnóstico se basa en los síntomas que aparecen después de un acontecimiento traumático.
En los niños pequeños, la violencia doméstica es la causa más frecuente. No todos los niños que experimentan un suceso traumático desarrollan el trastorno.
Los niños no tienen que experimentar directamente el evento traumático. Pueden desarrollar un trastorno de estrés si son testigos de un evento traumático que ocurre a otros (incluso si lo ven en las noticias) o se enteran de que le sucedió a un familiar cercano.
Criterios para el diagnóstico:
La persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos
Trastorno de estrés post-traumático:
Exposición ante un estresor extremadamente intenso que amenaza la integridad física de si mismo o que sea vivido como tal por el niño, niña o joven.
La sintomatología se presenta desde más de un mes de ocurrido el evento y que puede iniciarse incluso después de los 6 meses del hecho traumático.
La sintomatología principal corresponde a cuatro tipos de síntomas: intrusión asociada al suceso traumático (recuerdos, sueños o reacciones disociativas), conductas de evitación de situaciones que evoquen el evento traumático, compromiso afectivo y cognitivo (caracterizado por pesimismo, desmotivación, anhedonia e incluso alteraciones de la alerta y reactividadlteración del sentido de realidad) y (hipervigilancia, irritabilidad, impulsividad y alteraciones del sueño y concentración).
Uno de los síntomas cardinales es la reexperimentación del evento traumático, lo que puede manifestarse de diversas formas, en el caso de las niñas y niños más que “flashbacks” aparece la presencia de juegos repetitivos, no gratificantes, realizados compulsivamente, como una forma distinta de resolver la vivencia angustiante en su subconsciente. También puede que el niño tienda a actuar el evento traumático exponiéndose a nuevos riesgos.
Los síntomas del trastorno de estrés agudo y el trastorno de estrés postraumático son similares e incluyen varios tipos diferentes de síntomas, los más comunes en el área infanto-juvenil son: