Portada » Historia » Transformaciones Políticas en España: Bienio Progresista, Unión Liberal y Sexenio Revolucionario
Entre las leyes que se aprueban (lo que supone el desmantelamiento del Antiguo Régimen) están:
Destacamos, no obstante, dos leyes de suma importancia:
La Unión Liberal fue una coalición de moderados (los menos moderados) y progresistas (los menos progresistas). Ambos eran centralistas. Se restableció la Constitución de 1845 (anulada por los progresistas).
Cuando estaban en el gobierno, los unionistas intentaron reformas políticas y de la Administración, pero cuando volvían los moderados, se producía una involución. Ambos eran centralistas.
En política exterior, se realizó una intervención militar en el Norte de África para defender las plazas españolas de los ataques marroquíes y para ganar prestigio. Aunque se impusieron, los resultados fueron muy limitados.
Se implementó una política conservadora y autoritaria, lo que provocó contactos entre la oposición para derribar al régimen (Pacto de Ostende: 1866). El objetivo era acabar con la monarquía de Isabel II. Fue firmado por progresistas, demócratas y unionistas. A esto se añadió una crisis financiera y de subsistencias, que contribuyeron a aumentar el descontento de la población hacia Isabel II.
Todo ello motivó un golpe de Estado que acabó con el reinado de Isabel II.
El 18 de septiembre de 1868, la escuadra a las órdenes del brigadier Topete se pronunció en Cádiz contra Isabel II. Contaba con el apoyo de los generales Serrano y Prim, líderes de Unión Liberal y del Partido Progresista. En muchas ciudades, las clases populares y la burguesía liberal crearon juntas revolucionarias que exigían la abolición de la monarquía borbónica y la democratización del país. El ejército de Isabel II atacó a los sublevados, pero fue derrotado. Ante este triunfo de la Revolución (La Gloriosa), Isabel II se vio obligada a exiliarse.
Surgió un gobierno provisional presidido por Serrano, que convocó unas elecciones por sufragio universal masculino. En estas elecciones, ganó la coalición de unionistas, progresistas y demócratas. En la derecha de la oposición quedó el partido carlista y a la izquierda, los republicanos.
Este parlamento elaboró la Constitución de 1869, que convierte a España en una monarquía constitucional, democrática y parlamentaria. Reconoce la soberanía nacional, Cortes (Congreso y Senado), derechos del individuo, libertades de opinión, reunión y asociación, y libertad religiosa. Se estableció el sufragio universal masculino para mayores de 25 años. La definición del Estado como reino planteaba un problema: había que encontrar un príncipe europeo dispuesto a ser rey de España. El general Prim fue el encargado de esta tarea. Finalmente, el elegido fue Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia Víctor Manuel II.
El reinado de Amadeo I comenzó en 1871 y acabó en 1873. Se encontró con un país con crisis económica y financiera. Además, en Cuba seguía la insurrección separatista. Contaba con el apoyo de la coalición gubernamental. El rey juró la Constitución. La coalición se dividió y se creó una gran inestabilidad. Comenzó una gran oposición a este rey: los moderados defendían la vuelta de los Borbones, la nobleza se negaba a aceptar un rey extranjero, las clases medias se abstuvieron. También los carlistas iniciaron revueltas que se tradujeron en una nueva guerra. Los carlistas aprovecharon el momento de debilidad política que vivía España. Finalmente, fueron derrotados. La situación para el rey se volvió cada vez más crítica: una guerra carlista, la insurrección cubana, la agitación republicana federal, desavenencias en la coalición gubernamental, crisis económica y descontento popular. Finalmente, el 11 de febrero de 1873, el rey abdicó.
El mismo día, las Cortes proclamaron la I República. Se celebraron elecciones en mayo de 1873 y comenzó el intento de construir una república federal. Los federales obtuvieron una clara victoria electoral, pero no tenían un amplio apoyo popular, porque hubo una abstención del 70%.
Los federales intentaron establecer un régimen federal «desde arriba». Pi i Margall fue nombrado presidente del Gobierno. Se inició el proyecto de Constitución Federal que organizaba España en 17 estados. En el verano de 1873, los federales intransigentes promovieron el movimiento cantonal, que intentaba establecerla «desde abajo». En Andalucía, Valencia y Murcia hubo alzamientos que tenían como objetivos la constitución de unos poderes locales fuertes y autónomos (los cantones) que no reconocían el poder central. El cantonalismo se convirtió en una guerra civil y provocó el desgaste de los gobiernos federales. Pi i Margall tuvo que dimitir como presidente de la República. Nicolás Salmerón fue elegido presidente y aplastó la insurrección cantonal.
En este contexto, se inició la III Guerra Carlista. La II (1848-1849) tuvo muy poca repercusión a nivel nacional y solo se circunscribe a Cataluña. El problema solo se solucionó con la restauración monárquica en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II.
Pronto dimitió Salmerón y pasó a ser presidente Emilio Castelar, representante del sector más conservador del republicanismo. Gobernó de forma autoritaria. Las Cortes desautorizaron la gestión de Castelar y esto precipitó el golpe de Estado conservador del general Pavía (enero de 1874). Se disolvieron las Cortes y el general Serrano gobernó de forma autoritaria. El 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclamó a Alfonso XII, hijo de Isabel II, rey de España. Con ello, se inició el periodo de la Restauración.