Portada » Historia » Trabajo del conde Lucanor
En el año 1700 murió sin descendencia Carlos II, el último rey de la Casa de la Casa de los Austrias. Los dos principales candidatos a ocupar el trono fueron Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y Carlos de Habsburgo, nieto de una hermana de Felipe IV. En el testamento, designó a Felipe de Anjou, con el título de Felipe V, el cual subordinó la Corona española a la política francesa, fortalecíó el poder de los Borbones en Europa y provocó la lucha por la hegemonía europea. Gran Bretaña, Holanda y Portugal formaron la Alianza de la Haya, en la que apoyaron a Carlos de Habsburgo y declararon la guerra a España y Francia.
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El reinado de los Borbones supuso la implantación del absolutismo monárquico. El rey era el único depositario de la soberanía por delegación divina y constituía la encarnación misma del Estado. Los gobiernos de los primeros Borbones(Felipe V,Fernando VI y Carlos III) se caracterizaron por la aplicación de un conjunto de reformas orientadas a reorganizar el Estado y centralizarlo. Consagraron el absolutismo, forma de gobierno del Antiguo Régimen. La política exterior se basaba en los pactos de familia. Para uniformar y centralizar el poder político y la administración de territorios, Decretos de Nueva Planta. Con esta implantación se originó una estructura política unitaria e idéntica para los súbditos del rey. Los decretos supusieron una progresiva castellanización de las élites políticas en estos territorios. Se suprimieron las Cortes y se las integró en las Cortes de Castilla, que fueron las primeras comunes a todos los territorios y se convocaban de forma protocolaria y para jurar herederos, lo que puso fin al pactismo(entre monarca e instituciones políticas de Aragón). El Consejo de Castilla absorbíó al Consejo de Aragón. Secretarías de Estado de despacho por encima de esas instituciones. Nuevo sistema de administración territorial, dividiendo el territorio en provincias, al mando de un capital general.A su lado, las audiencias, presididas por capitanes generales. Para cuidar los intereses del rey, se creó la figura del intendente.
Introdujeron en la América española reformas. Las reformas administrativas comenzaron con la reorganización de virreinatos. El de Nueva España quedó intacto, pero el de Perú fue dividido en 3:Nueva Granada,Río de la Plata y Perú. Para poner orden en la gestión de los virreyes y corregidores , los virreinatos fueron divididos en intendencias(unidades territoriales más pequeñas).Se emprendíó la reforma de Hacienda, introducida en la Corona de Aragón aprovechando la supresión de su autonomía tras la derrota en la Guerra de Sucesión. Para ello se impuso una cantidad fija a cada territorio, que debía ser recaudada entre sus habitantes según la riqueza de cada contribuyente, se implantó el catastro. El marqués de la Ensenada, el ministro de Hacienda, intentó extender este modelo al resto de Europa. Para ello, se llevó a cabo el catastro de Ensenada. Hacienda tenía serias dificultades, por lo que se creó el Banco de San Carlos. Los monarcas intentaron favorecer la economía con una política mercantilista, que supónía la intervención del Estado para dirigir, proteger e impulsar la actividad económica.
El absolutismo llevó a los Borbones a querer controlar todos los asuntos, incluidos los de la Iglesia, lo regalismo.
3.4. La Monarquía Hispánica de Felipe II. Gobierno y administración. Los problemas internos. Guerras y sublevación en Europa.
En el reinado de Felipe II (1556-1598) se acentúa la defensa del catolicismo y el centralismo y autoritarismo, lo que desencadenó dos conflictos: la sublevación de los moriscos y la revuelta de Aragón.
El rey defendíó la unidad católica, pues la monarquía asimiló los acuerdos del Concilio de Trento; la Inquisición fue la encargada de persecución y represión de los focos luteranos y el instrumento para acabar con los herejes fueron los grandes autos de fe.
Una consecuencia fue la sublevación de los moriscos, como protesta contra la intolerancia.
La rebelión comenzó en 1568 y tras una larga guerra los moriscos fueron dispersados por tierras castellanas.
La revuelta de Aragón se inició con las protestas de los defensores del respeto a los fueros aragoneses por el nombramiento de un virrey extranjero para Aragón.
Respecto a la economía, la crisis económica empeoró y la hacienda española tuvo una sucesión de bancarrotas.
Respecto a la política exterior Felipe II heredó los enemigos de Carlos I: los franceses, los protestantes y el Imperio turco, y además los Países Bajos se convirtieron en un grave problema ya que se enfrentaban dos concepciones contrarias.
Los Austrias perfeccionaron y adoptaron los instrumentos del Estado creado por los Reyes Católicos. Aparecieron nuevos órganos de gobierno y justicia, un cuerpo de funcionarios profesionales, una Hacienda y un ejército permanente. Madrid se convirtió en la capital de la monarquía española. Destacaron los secretarios reales, que servían de enlace entre el monarca y los Consejos. El grueso del aparato estatal lo formaban: los Consejos, organismos encargados de asesorar al monarca, y las Audiencias, que ejercían las funciones judiciales. El monarca tuvo la necesidad de nombrar representantes permanentes, llamados virreyes. La coordinación entre éstos, los monarcas y los Consejos se establecía a través de las consultas, documentos escritos que recogían las excursiones y opiniones de los miembros del Consejo.
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La figura del valido adquiríó una gran relevancia durante el Siglo XVII, fueron altos aristócratas de la corte que se acercaron a la persona del rey y obtuvieron su entera confianza, llegando a intervenir directamente en el gobierno. En España destacaron el duque de Lerma, valido de Felipe III, y el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV.
Con la figura del valido se pretendía diferenciar entre la gestión del gobierno y la soberanía del Estado. Aunque el gobierno siguió encomendado a los Consejos, con la aparición de los validos se crearon las juntas temporales, en las que se trataban asuntos especiales, por medio de estas los validos se aseguraban el control sobre las grandes decisiones del Estado y hasta llegaron a utilizar el poder en beneficio propio.
La conflictividad social tuvo su origen en la extensión de la pobreza y en el incremento de la presión señorial sobre la población para hacer frente a la crisis. Los conflictos más trascendentes fueron la expulsión de los moriscos (1609) y las rebeliones en Cataluña y Portugal (1640).
La Guerra de los Treinta Años dejó en evidencia la falta de recursos económicos y humanos de España, y el conde-duque de Olivares quiso solucionar el problema con el Gran Memorial.
En Cataluña, el conflicto se inició como protesta contra el alojamiento de los tercios imperiales, que representaba un gran coste para los campesinos. Los enfrentamientos aumentaron hasta culminar en los hechos del Corpus de Sangre, cuando los campesinos saquearon las instituciones monárquicas y asesinaron al virrey.
En Portugal, la rebelión se inició con el asesinato del secretario del Estado y la proclamación del Duque de Braganza como Juan IV de Portugal. Los enfrentamientos siguieron hasta la Paz de Lisboa, en la que se reconocíó la independencia de Portugal.
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El comienzo de la Guerra de los Treinta Años (1618) y el final de la Tregua de los Doce Años coincidieron con la muerte de Felipe III, a quién sucedíó Felipe IV, y supuso el final de la etapa pacificadora. El conflicto se caracterizó por la rivalidad religiosa en Alemania, las pretensiones de la Casa de Austria por restaurar la autoridad imperial y la política exterior francesa dirigida a acabar con la hegemonía de los Austrias.
La entrada de Francia en la guerra obligó a la monarquía española un sobreesfuerzo para conservar sus posiciones. La batalla de Dunas y la de Rocroi marcaron el final de la guerra.