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9.1. La mimesis o imitación.
Además de imitación, mimesis puede significar reproducción o sinónimos más teatrales como representación (volver a hacer presente), recreación,figuración…
Pero esta mimesis griega es algo más que la imitación ficticia del teatro moderno. El actor griego trata de hacer presente al personaje que encarna,vivíéndolo a fin de conseguir que los espectadores simpaticen con él(actuación empática).
9.2. Imitación de una praxis.
La imitación no está sólo en la apropiación por parte del actor de las carácterísticas de los personajes. Se trata sobre todo de imitar las acciones trágicas, pues son estas acciones que definen al personaje, y no lo contrario. Dicho con otros términos, el personaje se identifica por lo que hace en la escena.
9.3. La praxis de la tragedia.
La acción de la tragedia toma cuerpo en la materia mítica. El mito es un relato ya estructurado, universalmente asumido en razón de sus posibilidades significativas, y el teatro reproduce sus formas.
Es posible que la tragedia sea la forma más patética (pathos griego) de todas. Y ésta será tanto más sugerente y efectiva cuanto más poética sea su forma de plasmarse.
De ahí que Aristóteles exija que la tragedia se muestre en un lenguaje agradable, lleno de belleza (lenguaje culto y poético).
Además, Aristóteles distingue la correlación y oposición existente en los dos géneros literario y teatral: epopeya-narración / tragedia-acción.
Este concepto trasladado al arte visual supone epopeya-ilustración / tragedia-escenografía.
Los autores de tragedias, a lo largo de toda la historia del teatro, acuden a la mitología, a la historia, o a los propios dramas trágicos de sus predecesores y especialmente se inspiran a los trágicos griegos.
9.4. La metabolé o cambio de fortuna.
Con este concepto se quiere dar a entender que una de las proposiciones o secuencias de la acción trágica debe implicar un cambio de situación en la suerte del héroe o de varios de los personajes trágicos. Por su naturaleza, tanto como por su grado, estos cambios de fortuna pueden ser variados, aunqueAristóteles aclara que para suscitar los sentimientos propios de la tragedia es mejor una metabolé que hace que el héroe pase de la prosperidad a la desgracia.
Por otro lado, el filósofo señala que la metabolé más bella según la techne (o arte de la tragedia) es aquella en la que el personaje que sufre este cambio no es ni excesivamente virtuoso o justo ni, por el contrario, un malvado; porque en ninguno de los dos casos referidos podría despertar en el espectador la compasión, además de presentar ejemplos humanos no asimilables al común de los mortales.
En este sentido, alaba el buen criterio de los tribunales poéticos al preferir las tragedias de Eurípides en las que se opta preferentemente por esta solución.
No obstante, junto a este desenlace desgraciado, la tragedia griega ofrece también otras posibilidades, incluido el final feliz.
9.5. La hamartía o causa de la metabolé.
Aristóteles aclara que este cambio no se deberá a ningún acto perverso o vicio, sino que ocurrirá por causa de cierta hamartía.
La hamartía, origen del cambio trágico en la suerte del personaje, no equivale a una culpa o a un pecado que el personaje deba expiar con una desgracia. La hamartía se refiere a una convicción equivocada que puede conducir el personaje trágico a determinadas acciones injustas, pero en buena fe.
A veces estas convicciones se deben a una falta de conocimientos clave (del conocimiento indispensable que habría sido necesario para tomar una decisión totalmente correcta). En este sentido, la hamartía se convierte en la causa de la metabolé.
Si el cambio es brusco, imprevisto, es denominado también por el filósofo con el término de peripecia: desviación inesperada de la acción principal en una nueva dirección.
A la peripecia aristotélica puede seguir la anagnórisis o reconocimiento: el personaje trágico cae en la cuenta de su descuido, de su verdadera identidad, de la verdadera identidad de los otros personajes.
En cualquier caso, lo importante para la organización trágica no es propiamente ese reconocimiento en sí, sino la significación de dicho reconocimiento y las consecuencias que ello implica para la solución posterior de la tragedia.
9.6. La catarsis.
La finalidad de la Tragedia.
Es éste el concepto que más debates ha suscitado de todos los señalados en la Poética. Recordemos que la finalidad de la tragedia estaría en la consecución de la catarsis, por medio de la compasión y del temor proporcionados por la dramatización.
Siguiendo a Aristóteles, hemos de entender por compasión (o piedad) la emoción que el espectador experimenta ante la desgracia del personaje trágico (cuando se ensimisma en él); y por temor el miedo a que esa desgracia, propia de la condición humana, podría acaecerle también a él en la vida real.