Portada » Psicología y Sociología » Técnicas de Estudio Efectivas para Mejorar el Rendimiento Académico
Las técnicas de estudio son estrategias, procedimientos o métodos que se ponen en práctica para adquirir aprendizajes, facilitando el proceso de memorización y estudio, y así mejorar el rendimiento académico. El aprendizaje puede relacionarse con el manejo de contenido teórico o el desarrollo de habilidades para dominar una actividad práctica.
Es imprescindible conocer que no existe una estrategia de estudio única y milagrosa. Cada persona tiene que aprender a aprender con su propio ritmo y método. Sin embargo, los estudios realizados en esta área han permitido conocer diferentes técnicas que, al ponerse en práctica, facilitan considerablemente la aprehensión de conocimientos.
A continuación, se presenta una serie de técnicas de estudio que pueden ser de utilidad:
En la sociedad actual, el tiempo es un bien escaso. Las actividades se suceden sin interrupción, y a menudo, la industria del ocio consume gran parte de nuestro tiempo libre. La televisión, por ejemplo, puede ser un obstáculo para cumplir nuestras metas. Gestionar el tiempo es fundamental para aprender algo sistemáticamente.
El tiempo es más valioso que el dinero; el dinero va y viene, pero el tiempo solo se va. Para cambiar hábitos, se necesita tiempo y constancia. Como dice J.L. Servan-Schreiber: «Creemos que la diversidad nos va a cambiar, y es la monotonía la que nos cambia».
Un obstáculo común en la administración del tiempo son las creencias erróneas. A menudo, se considera que controlar el tiempo es solo una parte más del trabajo, entendiéndolo como un medio de supervivencia. Por lo tanto, se evita inconscientemente aplicar esta medida a tareas lúdicas o de autodesarrollo.
Es crucial tomar conciencia de que nuestra vida está hecha de tiempo. Cuando el tiempo se acaba, todo termina. Mientras tengamos tiempo, hay cosas por hacer y disfrutar. «Perder el tiempo» es un desperdicio.
Los hindúes dicen que a cada ser humano se le asigna un número finito de respiraciones. No podemos cambiarlo, solo podemos inhalar y exhalar más despacio. Las respiraciones serán las mismas, pero la vida será más larga. Es una metáfora que enfatiza la importancia de gestionar nuestro tiempo.
Para gestionar adecuadamente el tiempo, se recomienda estructurar un horario de actividades semanales. Esto permite planificarlo y controlarlo. Un horario adecuado debe contener:
Una vez elaborado el horario, es fundamental respetarlo. Hay que ser realista con la distribución del tiempo. Es normal que surjan imprevistos, pero lo importante es mantener el compromiso con uno mismo.
Una técnica efectiva para respetar el horario es el reforzamiento positivo. Esta herramienta aumenta la probabilidad de ocurrencia de una conducta deseada. Para reforzar la implementación de un horario de estudio, se puede seguir estos pasos:
Generalmente, no prestamos atención completa a nuestro entorno, a menos que una situación nos alerte. Esta «desatención» pasa desapercibida, pero tiene consecuencias: nuestros recuerdos son débiles y caprichosos. La memoria no nos ayuda porque no creamos circuitos neuronales estables. El remedio es sencillo y difícil: prestar atención con todos los sentidos. «Observar con atención equivale a recordar con claridad».
Es posible desarrollar la capacidad de atención. Para ello, se pueden poner en práctica las siguientes técnicas:
Relajación: Es una capacidad innata del cuerpo para alcanzar un estado de reducción del ritmo respiratorio, cardíaco, presión arterial y metabolismo. Modifica las ondas cerebrales y rompe el ciclo de la ansiedad. La relajación se adquiere con la práctica. Según Herbert Benson, una relajación básica consiste en:
Imaginación y visualización: La imaginación es la capacidad de la mente para representar imágenes de cosas o situaciones, reales o fantasiosas. Produce efectos en el cuerpo, pudiendo relajar o generar ansiedad. La visualización, según Jennifer Day, es el uso consciente de la imaginación, aplicada para alcanzar objetivos, superar obstáculos, ampliar el conocimiento y mejorar la calidad de vida. Se recomienda activar todos los sentidos durante la visualización.
Se pueden utilizar grabaciones o crear una rutina propia de visualización. La visualización es más beneficiosa si se combina con la relajación.
Ejercicio del punto negro:
El objetivo es aprender a poner la mente en blanco. Al principio, se observarán colores y figuras, hasta que el círculo desaparezca. Requiere tiempo, pero es productivo.
Ejercicios de atención selectiva: Escuchar música instrumental y prestar atención selectiva a los diferentes instrumentos. Elegir uno y seguirlo durante toda la canción. Repetir el ejercicio con diferentes instrumentos.
Anotar los pensamientos: Para relajar la mente, anotar todos los pensamientos y tareas pendientes. Se pueden usar hojas en lugares visibles. Escribir todo lo que está en la mente elimina el bloqueo mental. Permite tomar decisiones, establecer prioridades y liberar la atención para las situaciones prioritarias. Se recomienda llevar una agenda de actividades.
Ejercitar los sentidos: Explorar un lugar familiar con los ojos vendados. Desactivar la visión y activar el resto de los sentidos. Examinar los objetos e identificarlos. Repetir el ejercicio en lugares nuevos, con ayuda si es necesario.
La comprensión de un texto o clase es necesaria para el recuerdo, pero no suficiente. Se puede leer un texto completo y luego no recordar la información. Es como leer en un trance hipnótico.
Solemos recordar mejor las sensaciones y emociones que las ideas complejas. Esto se debe a que escuchamos sin atender «a fondo». Los detalles que captan nuestra atención inconsciente se recuerdan mejor, mientras que lo abstracto se pierde.
Los estudios sobre la memoria indican que tendemos a recordar mejor:
Cuanto más activo se es mentalmente, menos se olvida. La pasividad no es suficiente. En una clase, el que más aprende suele ser el maestro. El alumno, a menudo, está limitado en su actividad. ¿Cómo incrementarla?
La respuesta es: tomando notas. Al hacerlo, uno se mantiene despierto y sigue el proceso del pensamiento del profesor.
Tomar notas requiere energía y puede implicar perder partes de la clase. La solución es perfeccionar la técnica: notas telegráficas, incompletas, rápidas, con «letra de médico». Notas que permitan mirar al profesor el mayor tiempo posible.
Las notas deben ser breves e incompletas. El estudiante utiliza esas pocas palabras como estímulos para recordar el pensamiento expuesto. Luego, se pueden completar con lo que la memoria proporciona.
Las notas deben ser como la «lista de la compra» de un ama de casa eficaz. Al principio, puede ser preocupante, pero la experiencia enseña qué y cuánto anotar. Una persona inteligente aprende de sus errores.
Las notas breves incitan a repasarlas para completarlas (idealmente, dentro de las 24 horas siguientes). El repaso consolida lo comprendido y elimina las singularidades de la memoria. Debe hacerse con método, siguiendo un calendario.
Un esquema de repaso efectivo podría ser:
Con estos repasos, los temas quedan «encolados» de por vida. En la práctica, se pueden reducir a las 24 horas y al mes. El resultado no será tan completo, pero se mantienen los mínimos para un examen (especialmente en personas jóvenes).
Escribir ayuda a organizar el pensamiento. Al poner por escrito lo que pensamos, nos damos cuenta de los errores. Al hablar, las frases pueden quedar inconclusas, pero al escribir, hay que terminar lo dicho. Se requiere disciplina: poner una palabra detrás de la otra.
Un consejo: llevar un diario. Un cuaderno donde se escriban los avatares de la vida cotidiana. No se trata de hacer literatura, sino de escribir sencillo para pensar con claridad. Escribir es «regar» la planta del pensamiento reflexivo.
Ser esquemático es útil para cualquier actividad que involucre ideas y toma de decisiones. No significa reducir la complejidad, sino eliminar las palabras sobrantes. Convertir el pensamiento en un tablero de ajedrez, donde cada idea tiene un lugar y un valor.
Las imágenes son más fáciles de recordar que las palabras, los sonidos o los olores. El truco es traducir los conceptos abstractos a imágenes.
Se recomienda usar:
Imaginar situaciones donde se aplican los conceptos. El esfuerzo deliberado se verá recompensado con recuerdos más fiables.
Un estudiante eficaz es autosuficiente: no necesita del examen para saber si conoce el tema. Dedica esfuerzo a elaborar exámenes privados. Se autoexamina antes de que lo hagan los demás.
Crear un cuestionario es una excelente forma de repasar. También se pueden responder exámenes viejos. Otra posibilidad es contar lo que sabemos a alguien. Intentar transmitir lo que se sabe es la mejor manera de reflexionar sobre ello. Como decía Sherlock Holmes: «No hay nada que aclare tanto un caso como el exponérselo a otra persona».
El lugar y el material de trabajo son importantes. La temperatura, los libros de consulta y la colocación de la lámpara influyen en el rendimiento.
Se recomienda estudiar siempre en el mismo lugar, con el material en orden y aislado de distracciones (teléfono, timbre, televisor, radio, personas).
Para optimizar el tiempo de estudio, se recomienda:
Se puede comenzar con un esquema de 30 minutos de estudio y 10 de descanso, e ir ajustándolo. Es importante involucrar a familiares o amigos para que ayuden a controlar el tiempo. Si se está en medio de un ejercicio, se puede terminar antes de descansar.
Existen estrategias de pensamiento que se pueden aplicar a la lectura, basadas en la existencia de atributos semejantes en seres o cosas diferentes:
Para comprender lo que estudiamos, es necesario tener buen dominio de la lengua escrita. Se puede lograr leyendo textos diversos a cualquier edad. Al leer un libro con información que necesitamos estudiar, es necesario aplicar todas las estrategias mencionadas.
La memoria es un elemento fundamental en el proceso de estudio. Es como un gran armario: encontraremos mejor las cosas si están ordenadas. Ubicar la información en el lugar correspondiente agiliza la selección y recuperación del material.
Registrar: Adquirir contacto con los elementos a memorizar (primera lectura). Se recomienda utilizar subrayado, esquemas, resúmenes o fichas. Es fundamental leer y escribir de forma ordenada, lógica y comprendiendo la lectura.
Retener: La atención es una premisa básica. El interés y la motivación son fundamentales. Se recomienda la concentración, aislándose de ruidos y distracciones. No es recomendable estudiar con música cuya letra se conoce. La televisión es nefasta. Si se quiere estudiar con música, se recomienda música clásica o instrumental (jazz, new age, etc.). Para retener, hay que releer los textos con lo subrayado, las fichas y los temas.
Rememorar: Para recordar, es fundamental la manera de haber retenido la información (orden, lógica, notas, subrayados, esquemas) y el interés puesto. La lógica, el orden y la intención son claves.
La información pasa primero a la memoria a corto plazo. El objetivo es «enviarla» a la memoria a largo plazo, que es la que pervive. Para ello, es necesaria la repetición, la concentración, el orden, la lógica y el interés. Se recuerda mejor lo que se ha escrito o clasificado.
Un tema extenso se puede resumir en una ficha con los puntos clave. Al mirar la ficha, la mente irá soltando la información.
Las reglas nemotécnicas son trucos, casi siempre lingüísticos, para facilitar la memorización. Se basan en que recordamos mejor lo que nos es conocido o lo que hemos creado.
Ejemplo 1: Primera línea de la tabla periódica (Litio-Berilio-Boro-Carbono-Nitrógeno-Oxígeno-Fluor-Neón). Se puede crear la frase: «La BBC no funciona».
Ejemplo 2: Serie de números (007-757-90-60-90-7-10-2230-2300-2). Se puede crear una historia: «El agente 007 subió al Boeing 757…»
Estos son solo ejemplos. Se pueden hacer muchas combinaciones. No se deben complicar demasiado las reglas nemotécnicas.
Ejemplo 3: Recordar una fórmula, como la del capital y los intereses de los bancos, usando la palabra «carrete».