Portada » Filosofía » Superación del Nihilismo en el Pensamiento de Nietzsche: Tragedia, Genealogía y Transvaloración
Con sus dos divinidades del arte, Apolo y Dionisos, se enlaza nuestro conocimiento de que en el mundo griego subsiste una antítesis monstruosa, en origen y metas. Ambas pulsiones, tan diferentes, van en compañía con el fin de que en ellos se perpetúe la lucha de aquella antítesis, y en ese apareamiento engendran por último la obra de arte de la tragedia ática, que es dionisíaca en la misma medida que apolínea.
La tragedia no es una manifestación de pesimismo, sino de vitalidad. En la tragedia, Dionisos habla el lenguaje de Apolo para que Apolo hable el lenguaje de Dionisos. Hay un cambio desde la primera obra hasta la última, pasando de un pensamiento más ligado a Schopenhauer al desarrollo de uno propio.
Nietzsche intenta desenmascarar el dominio de Apolo sobre Dionisos que ha predominado en la cultura occidental para liberar a los individuos que crean su propia libertad. Desde este método se busca el origen del valor para valorar el origen: Procedimiento “histórico-filológico” y “psicológico”.
En el origen de un valor hay una voluntad de poder que interpreta. Procedimiento “histórico-filológico”: reconstruye la evolución histórica de las manifestaciones lingüísticas de un valor, identificando su origen. Procedimiento psicológico: el valor del origen depende de la vitalidad de la voluntad que crea e impone los valores. Detrás de cada valor hay una voluntad que interpreta de por medio. El procedimiento pretende encontrar qué voluntad vital se da en los valores.
El valor moral es una interpretación, una forma de interpretar. La interpretación misma es un síntoma de ciertos estados fisiológicos, así como de un cierto nivel espiritual de juicios predominantes.
No sacar las consecuencias de la “muerte de Dios” y seguir viviendo con la falsa conciencia del nihilismo implícito, tradicionalista o cotidiano. El pensamiento occidental es nihilista, porque dejan tras de sí un nihilismo pasivo, que podemos decir que es el estado que sigue al derrumbamiento de todos los valores que había sustentado la moral tradicional y la filosofía clásica. Nietzsche lo sintetiza en el célebre grito de Zaratustra: “Dios ha muerto”. Simboliza la desaparición de todo lo heredado desde Sócrates y Platón, de lo heredado por toda la metafísica griega y cristiana. Todo se ha desvanecido ante el impulso de la vida, y al derrumbarse se pierde el sentido de la existencia, el entendimiento de los sistemas, la afirmación de cualquier meta.
Hay una necesidad de un nihilismo activo o antinihilismo, es decir, negación de las visiones idealistas, religiosas o románticas que son nihilismo implícito y producen al caer nihilismo pasivo. Necesitamos un vitalismo transvalorador: Imperativo de vitalidad. Creación de nuevos valores desde una sensibilidad dionisíaca.
A la “Muerte de Dios” debería de seguirle una transvaloración de los valores. Nietzsche es consecuente con el avance del mecanicismo y niega que el dinamismo de la materia y la evolución de la vida tengan algún sentido.
El “niño” como metáfora de la vida que crea su propio sentido. Cada uno tiene que dar sentido a su vivir.
La voluntad de poder es una intuición estética que se proyecta como una interpretación general de la realidad y de la vida individual. Podríamos decir que es la tendencia que rige el dinamismo inagotable de la realidad y que ha de regir también la vida individual. La vida individual auténtica es crecimiento y superación.
Es una metáfora moral que propone una concepción histórico-cultural del tiempo humano. Hay una visión circular que parece llevar a una afirmación de la propia vida. ¿Cómo puede ser eterno lo finito? Repitiéndose infinitamente. Mi vida se repetirá infinitamente y por tanto habrá una aceptación de la propia vida. Lo que cuesta es aceptar que después de la muerte no hay nada.
Toma el término de Helvetius (“Homme superiéur”) y lo desarrolla en “Así habló Zaratustra, y Humano demasiado humano”. Es el que tiene voluntad de poder. El hombre mismo está continuamente inventando su vida. El superhombre no es una raza o clase superior, sino la metáfora que expresa el postulado cierre de la antropología nietzscheana:
La vida entendida como cuidado de sí -> imperativo de vitalidad: sensibilidad libre y creadora, pensamiento vivo y cultura vital. Por una educación al servicio de la plenitud vital de los individuos: