Portada » Psicología y Sociología » Subculturas Delictivas: Origen, Evolución y Tipología
Cohen atribuye una relevancia fundamental al hecho de que la inmensa mayoría de los miembros de la subcultura sean jóvenes varones que proceden de familias de clase obrera. Para el autor, esta peculiaridad social y de género de la subcultura se explica por el hecho de que el joven de clase obrera está sometido a un grave problema de estatus que puede tratar de superar con la subcultura. El problema de estatus del joven de clase obrera surge por vivir en un mundo competitivo donde los compañeros (de colegio, de barrio) le valoran en función de si dispone de las cualidades que auspician un buen futuro en la vida adulta (ambición, responsabilidad, capacidad, resultados académicos, ascetismo, educación, autocontrol, respeto de las normas, entre otras). Si bien la clase obrera acoge valores que pueden entrar en conflicto con los dominantes en la clase media (mayor tolerancia, solidaridad con la familia y personas del entorno, mayor espontaneidad e impulsividad), resulta que también transmite a sus hijos el valor del éxito (el «sueño americano»).
Cohen explica que para el joven de clase obrera existen tres vías posibles de solución para superar los problemas que le comporta su falta de estatus (esto es: su falta de reconocimiento por el grupo de referencia):
Esta última consiste en cambiar el marco de referencia de la persona. El nuevo marco debe llevar a definir como meritorio capacidades de las que el joven dispone. Para que esta solución sea factible se requiere que el joven asuma como grupo de referencia a unos chicos, con problemas de adaptación semejantes, que puedan aceptar un nuevo marco de referencia. A partir de ahí, el joven ha de explorar la reacción de los demás ante un acto suyo –por ejemplo: un acto vandálico, un hurto, una confrontación con otras personas— que no sea aceptable de acuerdo al antiguo marco de referencia, pero del que se espera aceptación por parte del nuevo grupo. Cuando la persona, tras la exploración, advierte que el acto puede ser asumido por el grupo como una nueva forma de estatus, es cuando se lanza a la innovación cultural. Cuando el grupo atribuye reconocimiento al comportamiento transgresor se está iniciando un cambio de valores y se abre una vía para solventar los problemas de estatus de los miembros del grupo, pues todos ellos pueden recibir valoración positiva por actos transgresores que tienen capacidad para realizar.
Para que la subcultura delictiva se consolide se requiere, por tanto, que se produzca un proceso individual de ruptura con la ética dominante y un proceso grupal de aislamiento con el mundo exterior. Para combatir la ansiedad que produce infringir la ética que ha interiorizado, la persona deberá demostrarse a sí misma que carece de cualquier apego a esta ética. Por otra parte, en la medida en que las nuevas fuentes de estatus para la subcultura son rechazadas por la colectividad, el grupo sólo puede sobrevivir si se aísla del mundo exterior e impide que sus valoraciones negativas le puedan hacer mella.
Cloward-Olhin (1960) amplían el objeto de investigación de tal manera que su teoría pueda dar explicación no sólo a las subculturas expresivas, que los autores denominan conflictuales (y que se basan en la violencia como forma de lograr estatus) sino también a las de carácter apático o «pasota» (centradas en el consumo de drogas) y a las de carácter netamente instrumental, esto es, aquéllas en que la actividad delictiva de la persona puede verse como una «carrera».
La delincuencia expresiva puede transformarse en una delincuencia instrumental (esto es: dirigida al logro del éxito económico por vías ilícitas) cuando en el barrio existe una estructura de oportunidades para hacer carrera a través de la delincuencia. La existencia de esta «estructura de oportunidades ilícitas» se manifiesta en los siguientes aspectos: