08
OCT
2022
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Sociedad ilustrada
Sociedad ilustrada
by estudiapuntes
Ficha social
,
ficha social e informe social
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Historia social
,
Que es sociedad ilustrada
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1. La
década
de los sesenta. La superación de “lo
social
".
En la segunda mitad de la década de los años cincuenta comienzan a aparecer libros
cuyos autores son “niños de la guerra”, nacidos entre 1925 y 1935. No han participado
en la contienda y hay en ellos una voluntad decidida de superar los caminos de la
poesía
social, a la que reprochan su excesivo prosaísmo y la ausencia de lo personal y lo íntimo
en el texto. Son autores que asumen que la poesía por sí sola no puede transformar
el
mundo
y que es un arte de minorías. Estos poetas son, entre otros, Ángel González, José
Ángel Valente, Claudio Rodríguez, José Manuel Caballero Bonald, Antonio Gamoneda,
Francisco Brines, Félix Grande y los poetas de la Escuela de Barcelona: Jaime Gil de
Biedma, José Agustín Goytisolo y Carlos Barral. No rechazan las formas realistas ni el
compromiso social de la poesía anterior, pero sí su intención política; no dejan de lado
la preocupación por los problemas del hombre, pero la reflejan exenta de patetismo.
Otro hecho relevante en esta promoción de poetas es algo desconocido hasta entonces:
su apertura a muy diversas influencias, ya sea de poetas extranjeros como de poetas
clásicos latinos y poetas españoles (en este caso, Antonio
Machado
se convertirá, para
algunos, en un modelo ético y estético). Son rasgos característicos de esta generación:
•La Concepción de la poesía como un modo de conocimiento propio y del mundo.
Abandonada la idea anterior de poesía como comunicación, sus temas proceden de la
indagación de su subjetividad, la
experiencia
personal (poesía como experiencia). La
poesía es un medio de conocimiento de la realidad y del propio yo.
•Realismo. Es característica su actitud humanista, su preocupación por los problemas
del ser humano, tanto morales y sociales como existenciales e históricos.
•Uso de la sátira y la ironía. Por medio del humor y la ironía se revela su
inconformismo.
•Significación del
lenguaje
poético. Muestran un gran interés por la obra bien hecha. Su
estilo, no obstante, se caracteriza por su naturalidad y la utilización del lenguaje
coloquial.
Merecen destacarse algunas obras en esta línea: Moralidades, de Jaime Gil de Biedma;
Conjuros, de Claudio Rodríguez; La memoria y los signos, de José Ángel Valente;
Claridad, de José A. Goytisolo; Áspero mundo, de Ángel González; Sublevación
inmóvil, de A. Gamoneda.
2. La poesía en la década de los setenta. Los“novísimos”.
En 1970 publica José María Castellet la antología Nueve novísimos poetas españoles, un
libro que marca un antes y un después en la manera de hacer entender la poesía. Se trata
de un grupo de poetas nacidos entre 1939 y 1949, que no conocieron la Guerra Civil y
viven en una sociedad más moderna y en mayor contacto con el extranjero. Son:
Manuel Vázquez Montalbán, Pere Gimferrer, Félix de Azúa, Martínez Sarrión, José
María Álvarez, Vicente Molina Foix, Guillermo Carnero, Ana María Moix y Leopoldo
María Panero. Otros poetas, algo más jóvenes, cercanos en modos e intenciones a estos,
son: Luis Alberto de Cuenca, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena, Antonio Colinas,
José Miguel Ullán o Jenaro Talens. Rasgos comunes en todos ellos son:
•Distanciamiento de los preceptos estéticos de la
literatura
anterior. No obstante, no
niegan la tradición cultural previa, sino la tradición literaria española, con excepción de
algunos poetas del 27 como Cernuda o Aleixandre, y de algún otro de la promoción
anterior, como Gil de Biedma, o bien poetas marginales como Ory, Cirlot o el grupo
“Cántico”.
•Vasto bagaje intelectual, en contacto con las corrientes culturales de vanguardia, los
poetas ingleses y franceses del Siglo XX y los hispano‐americanos como Octavio Paz,
César Vallejo o Neruda, para marcar su distancia respecto a la literatura española
anterior.
•Su formación se basa en la cultura de los medios de comunicación: son continuas las
referencias a la sociedad de consumo: el cine, la
música
pop, el deporte, los tebeos…
Esta reelaboración de los clichés de los medios de masas se realiza desde la frivolidad y
con ironía.
•Aunque pueda resultar paradójico, en otros poemas, de sesgo culturalista, describen
ambientes refinados y decadentes (Venecia), defienden el gusto por lo exquisito. De
hecho, peyorativamente, se alude en ocasiones a ellos como “los venecianos”, pero lo
cierto es que en sus poemas –centrados en algún suceso o personaje de la historia
cultural- exhiben sus conocimientos y su sensibilidad frente a algo que consideran
debiera ser intrínseco al ser humano.
•Defienden explícitamente –contra algunos poetas sociales‐ la ineficacia de la poesía
para cambiar el mundo. Es frecuente la poesía como tema, la reflexión metapoética: la
poesía como valor absoluto en sí misma, autónoma. Como no existe vínculo entre
poesía y mundo o realidad, el
poeta
se centra en el lenguaje, la experimentación
lingüística, que termina por ser la única justificación de la creación artística.
•Nuevo Vanguardismo. En consonancia con su rechazo a entender el
poema
como un
modo de interpretar el mundo, defienden la libertad absoluta del poeta: utilización de la
escritura automática e incorporación de las técnicas de "collage", el verso libre amplio,
la disposición visual y tipográfica del poema (poemas visuales), la prosa libre… En línea
con su voluntario hermetismo.
Todos estos rasgos explican que esta poesía sea en ocasiones elitista, de
tendencia
culturalista y con frecuencia hermética, y por tanto, difícil para la mayoría de los
lectores.
3. Últimas tendencias.
En los años 80 se produce un cierto declive de la estética novísima, se modera lo
experimental y hay un cierto retorno a los temas humanos, cotidianos, y a formas más
tradicionales. Nuevas promociones de poetas van entrando en escena. Sus
representantes son poetas nacidos a partir de los años 60. Más allá de la pluralidad de
tendencias (neosimbolismo, neorromanticismo, neosurrealismo, minimalismo…),
podemos señalar como características que definen a la poesía de los ochenta las
siguientes:
•Recuperación de los poetas de los sesenta, en especial Gil de Biedma. Los consideran
clásicos de la segunda mitad del Siglo XX.
•Relectura de la tradición. Se pone énfasis en la experiencia, en la emoción y en la
percepción e inteligibilidad del texto. En muchos casos se recuperan la métrica, la rima
y la estrofa.
•Vuelta a la narración y empleo del lenguaje coloquial. Se cuentan historias a partir de
una anécdota, se introducen términos cotidianos y del lenguaje publicitario.
•Renovación de temas: el paso del tiempo, lo urbano y lo cotidiano…
•Empleo del humor, el pastiche y la parodia. Imitan de forma paródica a autores del
Siglo de Oro. La ironía y el distanciamiento son asimismo característicos.
De todas las tendencias de la poesía de los ochenta hay dos que parecen imponerse en la
posterior década de los noventa:
a) Poesía del silencio. Una poesía minimalista, que reivindica las vanguardias,
compuesta de poemas breves en los que se elimina la anécdota. Se trata de también de
una poesía reflexiva, filosófica, intelectual. Todos buscan el uso de una palabra que se
quiere esencial y tensa, depurada y concisa, en la estela de los presupuestos de la
«poesía pura» y en una onda de cierto misticismo.
b) Poesía de la experiencia. Esta corriente dominó el panorama poético durante una
década: mitad de los 80 hasta mediada la década de los 90. Propugnan estos poetas una
nueva sentimentalidad. Una poesía realista, que habla de la vida y de la realidad
cotidiana de carácter urbano, con una expresión coloquial, y que revaloriza la
experiencia, el humor y la emoción. La poesía parecía volver a su condición de relato de
una existencia, acotada por la incomunicación, la soledad urbana y el escepticismo
filosófico y religioso. En cierta medida, un regreso a los principios éticos de las años 50
y 60.
Al finalizar el Siglo XX, poesía de la experiencia y poesía del silencio marcaban las
tendencias. Progresivamente, se fue manifestando un rechazo al relativismo moral de
ambas tendencias en favor de un compromiso social del poeta frente a un mundo injusto
e insolidario con el sufrimiento ajeno, una poesía del compromiso civil. El hombre de la
calle (2001) es el título de una antología publicada por Fernando Beltrán, que cultiva
una poesía comprometida en la que se desarrollan temas como la globalización, la
ecología, las guerras imperialistas, el subdesarrollo o el neoliberalismo. El poeta de
referencia para muchos de ellos es Jorge Riechmann. Se considera la poesía como el
espacio de la resistencia, y el Realismo como instrumento de indagación, vigilancia y
alerta, que pretende la transformación del sujeto y -mediante el circuito de la
comunicación- la transformación del mundo. De estas variadas tendencias podemos
citar a algunos autores: Luis García Montero (poesía de la experiencia), los extremeños
Álvaro Valverde o Ada Salas (poesía del silencio), Andrés Trapiello
(neoimpresionismo), Blanca Andreu (neosurrealismo), Antonio Enrique (poesía de la
diferencia) o Juan Lamillar (poesía metafísica o lirismo reflexivo), entre muchísimos
más.
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