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A principios del siglo XX, se siguen manteniendo en los escenarios las mismas fórmulas teatrales que triunfaban a finales del Siglo XIX. Estas fórmulas estaban agotadas, pero seguían gozando del favor de un público que buscaba en el teatro un entretenimiento sin complicaciones. Hasta la década de los años 20, no se aprecia en España ningún intento de renovación teatral.
Podemos, pues, afirmar que el panorama teatral en esta primera mitad del siglo se articula en dos tendencias bien diferenciadas: – Teatro que triunfa o teatro comercial. – Teatro innovador, que pretende romper con los moldes tradicionales. Veamos ahora cada una de estas dos tendencias con mayor detalle. A) Teatro que triunfa En cuanto al teatro que triunfa, el autor más destacado de entre los que tenían éxito en estas primeras décadas del siglo es Jacinto Benavente. Representa, como ningún otro, el teatro burgués, centrado en reflejar la psicología, las costumbres, la ideología y la moral de la sociedad burguesa, de manera no conflictiva. Lo que él presenta son los «defectos menores» de una sociedad en la que no ve demasiados problemas, por lo que se ha descrito su teatro como la «crónica dramática de los pequeños vicios y virtudes de la burguésía». En 1922 se le concedíó el Nobel de literatura, hecho este no exento de polémica. Su obra maestra es Los intereses creados (1907) y en ella se aleja un poco de los escenarios burgueses. La obra, aunque en tono de humor, refleja un cierto pesimismo ante el hecho de que en la sociedad prevalecen los intereses creados sobre cualquier otro valor. Otra línea teatral son los sainetes, obras que reflejan ambientes populares. Figuras destacadas de esta tendencia son Carlos Arniches y los hermanos Álvarez Quintero. B) Teatro innovador Está representado, sobre todo, por autores de la Generación del 98 y de la del 27. B.1)La generación del 98 Varios autores de la Generación del 98 experimentaron con este género, oponiéndose al teatro comercial y buscando nuevos rumbos. Apenas cosecharon éxitos de público, porque sus innovaciones se alejaban mucho de los gustos imperantes. De entre ellos es Valle-Inclán la gran figura de la renovación, aunque también hay que mencionar a Unamuno, cuyas obras no subían a los escenarios. De Unamuno son las obras Fedra, El hermano Juan o el mundo es teatro o El otro. El teatro de Valle-Inclán es una de las más interesantes aportaciones del teatro europeo contemporáneo. Para mostrar su rechazo a los modos teatrales imperantes, Valle ensaya diversas fórmulas, que culminan en la creación del esperpento.
Cada uno de estos intentos se corresponde
con un ciclo de su producción teatral. No siguen un orden cronológico y van de la mano de su producción narrativa. El primero de ellos es el ciclo modernista, donde el alejamiento del Realismo viene dado por los temas de evasión que se tratan y por el uso de un lenguaje brillante dentro de la estética modernista. El marqués de Bradomín o El yermo de las almas son obras de esta época. Valle busca otros caminos en el llamado ciclo mítico. Los personajes encarnan los impulsos elementales del ser humano (sexo, avaricia, dinero, poder), carecen de moral y se mueven en un entorno mágico y misterioso, plagado de mitos y supersticiones. Una Galicia mítica y rural es el marco de estas historias truculentas. Son obras de de este ciclo Divinas palabras y las Comedias Bárbaras (Ágüila de blasón, Romance de lobos y Cara de plata) Al mismo tiempo, Valle escribe una serie de farsas (ciclo de la farsa), donde lo grotesco y la caricatura convierten a los personajes en marionetas ridículas. Farsa y licencia de la reina castiza es un título representativo de ello. La culminación de esta búsqueda es el esperpento (ciclo del esperpento). El esperpento consiste en deformar sistemáticamente personajes y valores, con lo que se ofrece una denuncia de la de la sociedad española contemporánea, bajo una apariencia de burla. Esta sociedad es grotesca y ridícula y sólo a través del esperpento vemos su auténtica naturaleza. Luces de bohemia es la primera obra de esta tendencia, a la que se pueden añadir la trilogía de Martes de carnaval (Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán) b.2. La generación del 27 Aunque Alberti también cultivó el género teatral, es Federico García Lorca el mejor autor teatral de su generación y, sin duda, uno de lo mejores del siglo. En cuanto al contenido, sus obras dramáticas expresan los problemas del hombre, especialmente los que derivan de la oposición entre los deseos de libertad y el principio de autoridad que representan el orden, la tradición y la realidad. Sus primeras obras son de influjo modernista y están escritas en verso (El maleficio de la mariposa, Mariana Pineda). A ellas siguieron otras de corte surrealista: las llamadas comedias imposibles, que son tres: Así que pasen cinco años, El público y la inacabada Comedia sin título. Se trata de obras difíciles y herméticas. Pero lo mejor de su teatro se encuentra en la llamada trilogía rural: Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba. En las tres hay rasgos comunes: la índole sexual de los problemas tratados, la mujer como protagonista, la ambientación en el mundo rural andaluz y el desenlace trágico. Probablemente, La casa de Bernarda Alba desarrolla, mejor que ninguna otra, la lucha entre el principio de autoridad, encarnado en Bernarda, quien dicta años de luto y reclusión para sus hijas por la muerte de su marido, y el principio de libertad, representado por Adela, la menor, quien tiene relaciones con Pepe el romano, prometido de una de sus hermanas. Cuando la madre descubre los hechos, le dispara y Adela se suicida.