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TEMA 1: EL Modernismo En los años 80 del Siglo XIX los poetas hispanoamericanos más lúcidos tratan de renovar a fondo el lenguaje literario, para poder expresar con él la ansiedad de ideales absolutos (especialmente la Belleza) que estos poetas sienten en medio de una sociedad burguesa y materialista. Poetas como el cubano José Martí, el nicaragüense Rubén Darío, el cubano Julián del Casal y el colombiano José Asunción Silva, tanto en su verso como en su prosa, intentan crear una obra literaria que, por medio de la Belleza como valor absoluto, les salve de la mediocridad social que los rodea. En ellos influyen especialmente los poetas franceses más renovadores, especialmente los parnasianos y los simbolistas, así como otros autores esteticistas que creen en el valor salvador del arte.
El elemento básico de su lenguaje poético será el símbolo, es decir, el empleo de una imagen de la naturaleza o del arte que se asocia inconscientemente (sin que exista semejanza física entre la imagen y su significado real) con el estado espiritual del poeta, lo cual produce una intensa emoción en el lector. Las imágenes simbólicas, como los demás recursos literarios del Modernismo, aportan una poderosa expresividad sensorial y sensual: es frecuente el empleo de la sinestesia, la aliteración y los neologismos que producen un fuerte impacto sonoro; así como los metros nuevos o poco usados en la poesía clásica castellana (el eneasílabo, el dodecasílabo, el alejandrino…). En España este movimiento literario penetra en los años 90 del Siglo XIX, gracias al magisterio de Rubén Darío, y alcanza su época de esplendor en la primera década del Siglo XX. Tradicionalmente, dentro de la literatura española de la época, se ha distinguido entre escritores modernistas y escritores de la llamada “generación del 98”. No obstante, los críticos más clarividentes de las últimas décadas han desvelado lo inapropiado de tal división, pues tanto unos como otros denuncian la mediocridad de la sociedad contemporánea y la necesidad de una revalorización del espíritu que no renuncie a la belleza del arte; si bien es cierto que los autores del “grupo del 98” suelen encauzar estas inquietudes a través de una constante preocupación por la decadencia de España. RUBÉN DARÍO, en sus tres libros grandes libros de poemas (Azul, Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza) busca la belleza de Dios a través de la belleza sensible de los seres de este mundo, especialmente a través del amor erótico, con toda la sensualidad que le es propia, y a través del gozo de las obras de arte, incluyendo en ellas a la música y a la poesía. Antonio Machado se forma en pleno fervor modernista, reflejado en su primer libro, Soledades.Galerías.Otros poemas, de 1907. En los siguientes, como Campos de Castilla, dará a su poesía una dimensión más solidaria y reflexiva. Juan RAMÓN JIMÉNEZ también comienza su obra poética dentro del Modernismo, y en él la búsqueda de la Belleza será el único fin consciente y exclusivo de la poesía. Si bien en la primera etapa la musicalidad y la sensorialidad resultan más llamativas, en sus libros de madurez, como Diario de un poeta reciencasado, la Belleza sigue siendo el camino de la salvación humana; sólo que esa belleza se representa ahora en sus elementos estrictamente esenciales. También destacan los grancanarios TOMÁS MORALES, autor de Las Rosas de Hércules, donde mitifica gozosamente el paisaje canario y la vida cosmopolita del puerto de Las Palmas; y
DOMINGO RIVERO, quien recrea con admiración y hondo temblor emotivo los paisajes y objetos de la vida cotidiana en las islas. La novela, el teatro y el ensayo del Modernismo se caracterizan también por un marcado subjetivismo en su visión del mundo y por una total libertad expresiva, que rompe con las convenciones tradicionales de esos géneros.
Los autores de la “generación del 98” (término acuñado por Azorín en varios artículos periodísticos de 1905 y 1910) tienen la misma edad que los modernistas y, como ellos, empiezan a publicar en los últimos años del Siglo XIX o en los primeros del XX. Al igual que los modernistas, padecen una crisis espiritual que les lleva a rebelarse contra la cultura cientificista y burguesa de la Modernidad y a refugiarse en el Arte y en la Literatura, para así gozar de los bienes trascendentes que esa sociedad materialista les niega. Como los modernistas, renuevan el lenguaje literario con el uso sistemático del símbolo, la representación impresionista del paisaje y todos los recursos literarios que provocan intensos efectos sensoriales, dando mayor cabida a la significación irracional de la palabra y a la visión subjetiva del autor. Por tanto, la “generación del 98” es más bien una actitud peculiar dentro del Modernismo: la actitud de un grupo de escritores españoles que, además de la crisis de ideales propia de esa época, sienten con especial preocupación la decadencia de España, agravada por la pérdida de sus últimas colonias en 1898. Entre estos autores están Miguel DE Unamuno, PÍO BAROJA, AZORÍN, Antonio Machado y, en una parte importante de su obra, RAMÓN DEL VALLE-INCLÁN. Todos ellos denuncian los males de España y tratan de regenerar su país mediante la búsqueda de lo esencialmente español, procurando rescatar aquellos valores espirituales que han forjado la mejor cultura de su patria. La novela suele reducir la acción a los hechos esenciales; presenta a un protagonista conflictivo, con inquietudes espirituales y trascendentes; da mayor cabida a los diálogos y narra con un lenguaje escueto pero de gran emotividad lírica. De Unamuno destacan sus novelas Niebla, Abel Sánchez y San Manuel Bueno, mártir, entre otras muchas. La voluntad de Azorín es un buen ejemplo de novela-ensayo. Pío Baroja es autor de un sinfín de novelas, como La busca o El árbol de la ciencia. En Valle Inclán sobresalen las novelas de la trilogía La guerra carlista y, mucho después, las de la serie El ruedo ibérico, sin olvidar su gran obra Tirano Banderas. Entre los poetas, destaca Antonio Machado, que manifiesta esta inquietud noventayochista a partir de su segundo libro, Campos de Castilla, donde el paisaje castellano le da pie a cuestionar el sentido de su vida y, a la vez, el de su patria en decadencia. Otros poetas importantes son Salvador Rueda, Francisco Villaespesa y, por supuesto, el primer Juan Ramón Jiménez. El teatro se caracteriza por sus nuevas preocupaciones y sus grandes innovaciones formales. Se centra en los conflictos interiores del personaje o, como en Valle-Inclán, deforma la realidad social mediante técnicas expresionistas, que culminan en sus esperpentos, como Luces de bohemia y la serie Martes de carnaval. Estos autores también llevaron el ensayo a su esplendor literario, especialmente Unamuno, autor de El sentimiento trágico de la vida, entre otros muchos, y Azorín, cuyo ensayo Castilla es un buen retrato de su autor y de toda esta generación.