PL El ascenso al mundo de arriba y el sol
La alegoría de la caverna es un célebre pasaje del libro VII de La República en el que Platón expone, a
Través de Sócrates, “el estado en que se encuentra el hombre con respecto a la educación o a la falta de
Ella”. El propósito de esta alegoría es explicar en qué consiste la idea del Bien, el conocimiento más elevado,
Que deben poseer todos aquellos que aspiren a gobernar en la polis.
La alegoría describe una escena en la que unos prisioneros están encerrados desde niños en el fondo de
Una caverna subterránea, inmovilizados de manera que solo pueden ver unas sombras proyectadas en el
Fondo por los objetos que unos porteadores situados detrás de ellos pasan por delante del fuego de una
Hoguera.
El escenario de la alegoría parte de un presupuesto básico de la filosofía platónica: el dualismo metafísico,
La existencia de dos mundos o dimensiones de realidad. Estos dos mundos son el físico o sensible y,
Por otro, el inteligible o “mundo de las Ideas”.
Uno de los prisioneros es liberado y obligado a salir al exterior. El camino de subida es escarpado y empinado,
Pero, con gran esfuerzo, logra escapar y habituar paulatinamente su vista a la luminosidad del exterior,
Hasta poder ver las cosas iluminadas por el sol y el sol mismo.
En términos filosóficos, la subida al mundo de arriba simboliza la ascensión del alma hasta el lugar que le
Es propio, la regíón inteligible; su proceso de purificación y liberación del cuerpo y del mundo sensible.
Ese proceso entraña gran dificultad, puesto que el alma ha de acostumbrarse a mirar hacia la auténtica
Realidad (las ideas) y no a las apariencias engañosas que muestran los sentidos. En la subida, el alma
Descubre que las imágenes y símbolos (las sombras) son tan solo copias imperfectas de las cosas físicas
(los objetos que llevan los porteadores) y que éstas, a su vez, son tan solo una imitación de las auténticas
Realidades, las ideas (las cosas que descubre en el exterior de la caverna). Este proceso de “dialéctica
Ascendente” recorre los cuatro grados del conocimiento expuestos en el “símil de la línea dividida”: imaginación,
Creencia, conocimiento discursivo e intuición intelectual.
La subida del prisionero es, asimismo, símbolo del proceso de educación que ha de seguir quien aspire a
Gobernar rectamente la polis, el cual implica deshacerse de los prejuicios y opiniones heredados de la
Tradición y del ambiente y buscar la verdadera sabiduría, lejos de las manipulaciones de los “creadores de
Sombras” (se entiende que los políticos sin escrúpulos y los sofistas que los adiestran), hasta contemplar
No solo las ideas, sino la esencia misma de todas ellas, la idea de Bien.
La idea de Bien, simbolizada por el sol, es según Platón el fundamento de la inteligibilidad y del ser de las
Ideas y, en consecuencia, de todas las cosas. El Bien proporciona a las ideas su ser y la capacidad de ser
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Conocidas, y al Alma, la capacidad de conocerlas, del mismo modo que las cosas del mundo sensible reciben
Del Sol su ser (la energía, la vitalidad necesaria para el crecimiento) y la capacidad de ser vistas, y
Que la vista puede ver las cosas gracias a él.
C) El regreso a la caverna y las tinieblas.
El prisionero liberado de la caverna, una vez que ha contemplado en el mundo de arriba las cosas iluminadas
Por el sol y, muy fugazmente, el sol mismo, regresa a su antigua vivienda subterránea. Lo hace a
Regáñadientes porque no añora en absoluto su vida anterior, por muchos honores que pudiera disfrutar
Entre sus compañeros. Al regresar, se siente torpe porque, al haberse acostumbrado sus ojos a la luz, las
Sombras que antes veía ahora no son más que tinieblas, completa oscuridad.
Esta imagen simboliza el dilema ante el que se encuentra el sabio que, al final del proceso de dialéctica
Ascendente, de educación, ha contemplado las ideas y por último el Bien: su obligación es ocuparse de
Los asuntos prácticos o mundanos, del gobierno de la polis, pero se resiste renunciar a la felicidad que le
Proporciona la vida contemplativa y la sabiduría absoluta que ha alcanzado. Dice Sócrates, al final de la
Alegoría, que “no es de extrañar que las almas de los que han alcanzado este estado tiendan a permanecer
En las alturas”. El Alma, una vez liberada del cuerpo y purificada por el conocimiento, ha llegado al
Lugar que le es propio, el mundo inteligible, y se siente atraída por la perfección absoluta de este. Por eso
El sabio preferiría entregarse a la contemplación de las ideas en lugar de contender y discutir de lo justo y
Lo injusto con quienes solo hablan de “sombras” (el reino de la opinión, del conocimiento inexacto y probable),
Pero ignoran por completo qué es la justicia en sí
Sin embargo, el sentimiento de filía o amistad lleva finalmente al prisionero liberado a retornar a la caverna,
También tal vez porque quien conoce el Bien y la justicia en sí ha de obrar necesariamente de manera
Recta y justa (intelectualismo moral de Sócrates). Una vez allí recibe las burlas y el descrédito de los
Compañeros, quienes se percatan de que solo ve tinieblas y es incapaz de distinguir las sombras que antes
Veía con ellos. Se trata del rechazo del vulgo a la figura del sabio, de la incapacidad de la masa para
Liberarse de los prejuicios y opiniones comunes y mirar hacia otro lado. En cierto modo, podría tratarse de
Un símbolo de la actitud de Atenas hacia Sócrates, a quien aquella acabó condenando y matando, pese a
Que hablaba en nombre de la justicia; o del reiterado fracaso del propio Platón en su intento de ilustrar
Filosóficamente a los soberanos de Siracusa