Portada » Filosofía » Significado del titulo el alma al diablo
Simbolización: Toda la obra de Antonio Buero Vallejo, también La Fundación, tiene un gran contenido moral. Para analizarlo en profundidad vamos a distinguir tres niveles o planos: el de la ética individual, el político social y el metafísico. Respecto al nivel ético individual, el punto de partida es una celda en que hay cinco condenados a muerte que reaccionan ante ella de modo peculiar. La reacción más extraña es la de Tomás, que es el inmediato culpable de la situación de sus compañeros y, al no resistir los hechos, concibe la fábula de la fundación.
Su falsa actitud no es, sin embargo, única entre los miembros del grupo. Max ha preferido venderse a los guardianes con tal de conseguir unas compensaciones. Lino se aísla en una despreocupada reserva. Tulio es incapaz de soportar la “enfermedad” de Tomás. Sólo Asel se empeña en que éste cure, en una constante tensión entre él y los demás. La convivencia en esa situación límite se hace imposible aun entre compañeros que compartían idénticos ideales. Al ampliar el enfoque hacia un nivel político-social, los hechos opresivos, la violencia del drama apuntan a cualquier posición injusta y la fundación obtiene así un significado más profundo. La fundación es un genérico nombre referido a sistemas que encubren la realidad y hacen olvidar sus 5 limitaciones. Contra este estado de opresión y enajenación nos previene Asel al nombrar los presidios cuyas «celdas tendrán un día televisor, frigorífico, libros, música ambiental…» y darán la sensación de poseer «la libertad misma». En este segundo nivel, las «visiones» de Tomás simbolizan la alienación general, más peligrosa por pasar inadvertida. Asel quiere destruir esa falaz imagen. Pero la crueldad reinante es tal que él mismo está a punto de ceder. Asel sabe que nada le debe impedir la acción: «Duda cuanto quieras, pero no dejes de actuar». La acción en determinadas circunstancias plantea una cuestión que es la más comprometida del drama y une aspectos sociales, morales y políticos: la imperiosa necesidad de disociar la crueldad y la violencia. «Si no acertamos a separar la violencia de la crueldad, seremos aplastados», dice Tomás a Lino reprochándole la «atrocidad sin sentido de haber dado muerte a Max. De no atender a ello, se convertirán en otros administradores de la muerte». Este asunto conecta directamente con el de la tortura, que el autor había tratado con detenimiento en La doble historia del doctor Valmy. La tortura, que Buero definíó como “uno de los problemas límite del hombre”, muestra con toda su crudeza la urgencia de la difícil separación de violencia y crueldad. Desde la perspectiva de Asel, a quien la confesión de Tomás va a llevar a la muerte, éste actuó como un ser humano, «fuerte unas veces y débil otras», con lo que se sitúa por encima de la fácil propensión a una condena extrema y sin reservas. Deliberadamente Buero no concreta las circunstancias espacio-temporales en las que la obra se desarrolla. Para completar esta visión, el plano metafísico, el relativo a una reflexión sobre la condición humana. La prisión que es en realidad la fundación tiene una dimensión metafísica perceptible hasta la evidencia cuando Asel afirma que tras esa cárcel hay otra y otra después de ella. El modo de enfrentarse a esas limitaciones del mundo, de aspirar a la verdad y a la libertad, está justamente en la acción, pensamiento muy cercano al existencial. En este sentido debe contemplarse la situación de unos condenados ante la muerte y la «alienación» de Tomás, exponente de una existencia inauténtica, su enajenación, de naturaleza
también ontológica, oculta la realidad y olvida su fin próximo. La falsa alegría de Tomás, trasunto de un inconsciente y absurdo optimismo general que considera a la cárcel una confortable fundación, tiene que ver con la ocultación de los problemas en el mundo y en la vida. Como ocurre también en el teatro de otros autores contemporáneos, la idea de la cárcel se interioriza. La mente se revela como el sitio de verdades oscuras que deben ser asumidas. La lucha por la libertad entraña un viaje hacia algún sitio pero también un viaje hacia adentro, a un centro interior que es donde el individuo debe vencerse a sí mismo, enfrentándose a sus errores pasados y asumíéndolos. La celda de prisión que se ve en La Fundación y los otros espacios cerrados tan típicos del teatro de Buero son metáforas que expresan la falta de libertad tanto del individuo como de la sociedad. Sean espacios físicos o psíquicos, es en ellos donde transcurre la lucha dialéctica entre la opresión y la libertad que es el meollo de la visión trágica de Buero. Sin embargo, el símbolo de la prisión no es estático ya que lleva dentro de sí su propia contradicción. Como todo símbolo es potencialmente dinámico porque implica una reversibilidad. Los muros sugieren una salida, y los dramas de Buero intentan mostrarnos esa salida. Para el dramaturgo comprometido, revelar, desenmascarar las mentiras y la hipocresía de las fundaciones e instituciones que nos oprimen, es cambiar o invitar a cambiar. Lo trágico no significa pesimismo radical sino una esperanza desesperada. Las tragedias del propio Buero reflejan el sentido dialéctico de la realidad ya que son abiertas al ofrecer la esperanza -por remota o difícil que sea- de una solución, si no para los personajes al menos para los espectadores. La perspectiva de Buero es siempre dialéctica; por eso no basta un sólo símbolo para representar su visión de la realidad. El significado de su teatro se encuentra más bien en su sistema de imágenes.
TRagedias
La obra aparecíó en Julio de 1928, tuvo siete ediciones en vida de Lorca y su escritura le llevó al autor de 1924 a 1927. La mayoría de los romances habían ido apareciendo en revistas literarias de la época. El libro se publicó con el título de Primer romancero gitano, lo cual no indica que el autor tuviese previsto publicar otros sino que trata de destacar el hecho de que el tema gitano se poetiza por primera vez. Atendiendo a los temas que aparecen en Romancero gitano, estableceremos cinco apartados: el amor y el sexo;
La violencia y la muerte; el dolor y la frustración; el destino trágico; y, para terminar, el mundo andaluz. Comenzaremos por el amor, el erotismo y el sexo. Romancero gitano es una exaltación, un canto a la pasión del sexo, de su fuerza, de su arrebatamiento poderosísimo y de la libertad que le acompaña o supone. Todo ello simbolizado en un pueblo primitivo donde ese sexo y esa libertad ensamblan necesariamente con la muerte y la violencia siempre como elementos primigenios y puros. En el libro aparecen diferentes conceptos de amor: amor frustrado, amor ansiado, amor prohibido, amor imposible, amor incestuoso… Todo el libro está creado sobre una realidad amorosa frustrada. El individuo de Lorca está marcado por el instinto, el erotismo y el sexo. Se podría hablar de una dualidad sexo-muerte muy presente en la obra, lo que es símbolo de vida (deseo, pasión, sexo) será precisamente lo que amenaza y anuncia la muerte. Respecto a la violencia y la muerte, señalaremos que la violencia hacia los marginados irrumpe continuamente en el paisaje poético lorquiano. Esa violencia física es también violencia represiva contra la ideología cultural. La sangre es la esencia de la vida y su derramamiento es la esencia de la muerte. El conflicto entre las instituciones opresivas y el deseo de libertad del individuo está marcado por el sufrimiento y la frustración. El dolor de los personajes del Romancero manifiesta la opresión y la soledad del individuo. Presenta un mundo donde los personajes van perdiendo su identidad, son despojados de lo material y también se pierden o buscan sin encontrar sentimientos. Respecto al tema del destino trágico, aparece bien definido en el libro y centrado en el personaje de la Pena Negra. Se trata de las fuerzas ocultas y el destino trágico del hombre. La muerte aparece como desenlace de una situación marcada por el fatalismo. Para terminar, el mundo andaluz con los tipos, costumbres y actitudes de los gitanos en su paisaje andaluz, inspirado en sus propias experiencias y en leyendas de la tierra. El elemento gitano es el común denominador de todo el libro y representa la libertad, la aventura, la fantasía, la ensoñación y lo que está al margen de la ley. Aparece el gitano idealizado, convertido en mito, prototipo de hombre libre que intenta afirmar su individualidad frente al mundo y que sucumbe ante un destino trágico del que no logra escapar.