Portada » Lengua y literatura » Significado de la poesía completamente viernes de Luis García montero
A mediados de los años cincuenta surge un nuevo concepto de poesía, alejado tanto de la expresión de la intimidad de los poetas arraigados como de las angustias existenciales de los desarraigados. El poeta se convierte en un testigo de su época –al igual que ocurre en la narrativa y el teatro-, y utiliza su palabra para cambiar el mundo, tomando partido ante las circunstancias sociopolíticas de España. Así, la poesía social de los años cincuenta retomará el compromiso político que iniciaron los autores del 27, al abandonar lo personal y subjetivo y volcarse en lo colectivo y solidario.La publicación en 1955 de Cantos Iberos de Gabriel Celaya y Pido la paz y la palabra de Blas de Otero marcará el comienzo de esta tendencia, que llega hasta los años sesenta.
El distanciamiento de todo esteticismo mediante un lenguaje inmediato y desnudo de recursos retóricos, a veces cercano al prosaísmo y al panfleto. Por tanto, se valora más el contenido que la forma de los poemas.El paso del yo (existencial, personal) al nosotros (social y colectivo) en un intento de crear una conciencia solidaria que proteste por la injusticia social.El tema de España, tratado desde una perspectiva política.
Blas de Otero nacíó en 1916 en Bilbao, ciudad que abandona para trasladarse a Madrid, donde residíó hasta su muerte en 1979.Su trayectoria poética presenta una evolución de lo existencial a lo social. La poesía de Blas de Otero nace con el propósito de sacudir las conciencias y de compartir con el resto de la humanidad su “tragedia viva”, que puede residir en la propia conciencia o en la vida en sociedad.
En su primera etapa, cultivó una poesía desarraigada y existencial en la que utiliza un lenguaje tenso y violento, quebrado por continuos encabalgamientos que producen un ritmo muy marcado y original, sobre todo en los sonetos. Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951), recogidos más tarde en Ancia (1958) pertenecen a este periodo. Los versos de esta etapa expresan la angustia del hombre frente a la muerte. El yo poético se siente solo, abandonado, y dirige a Dios preguntas desesperadas, sin respuesta. Ese silencio provoca el enfrentamiento hombre-Dios, con duras imprecaciones. Al final solo queda el vacío, una enorme soledad.Posteriormente se convirtió en una de las figuras más representativas de la poesía social. Se olvida de lo personal para volverse solidariamente hacia lo colectivo. Utiliza un lenguaje coloquial y sencillo en un intento de llegar a la inmensa mayoría. A esta segunda etapa pertenecen obras como Pido la paz y la palabra (1955), En castellano (1959) y Que trata de España (1964). En este último libro, más irónico, el autor incluye estrofas de la tradición popular castellana
.En su tercera etapa, iniciada a mediados de los años sesenta, prosigue su evolución, intentando recuperar la palabra poética del prosaísmo en el que había caído en su anterior etapa. Retorna a lo íntimo y reflexivo, y utiliza básicamente el verso libre, el versículo y algunos recursos del Surrealismo. A esta etapa pertenece Hojas de Madrid.
Gabriel Celaya (1911-1991) es el otro poeta más representativo de la corriente social. Durante la década de los años cincuenta ocupó el primer plano de la poesía española.Sus comienzos ROMánticos dejan paso a Tranquilamente hablando (1947), obra en la que elabora una poesía más directa y cercana al lenguaje de la calle, lo que ha constituido siempre una de sus principales carácterísticas. Sigue la tendencia social en libros como Las cartas boca arriba (1951) y Cantos Iberos (1955), en los que se preocupa por seres anónimos a los que pretende ayudar a crear un mundo justo. Su concepción de la poesía como «un arma cargada de futuro» traduce la convicción de su generación de que es tarea del poeta utilizar la literatura como instrumento para cambiar la realidad.En obras posteriores, como Las resistencias del diamante (1957), utiliza la narración; con Rapsodia euskera (1961) se sumerge en sus orígenes vascos. A partir de los años sesenta inicia una etapa más experimental y tiende progresivamente hacia una poesía más metafísica en libros como Cantos y mitos (1963)
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José Hierro nacíó en Madrid en 1922 y vivíó en Santander parte de su juventud, ciudad en la que colaboró con la revista Proel, creada en 1944. Volvíó a Madrid en 1952, donde trabajó en Radio Nacional de España. Ensayista y crítico de arte, además de poeta, ha recibido muchos premios literarios, siendo el más relevante el Cervantes, concedido en 1998.
José Hierro es un poeta original que no se ha anclado en ninguna de las corrientes dominantes de la segunda mitad del siglo, aunque se ha acercado temporalmente a algunas de ellas, como es el caso de la poesía social. Sus temas básicos se centran en el paso del tiempo y sus efectos, los aspectos fundamentales para la vida del ser humano, y la convivencia de lo real y lo irracional; este último tema insiste en la idea de la uníón inseparable que hay entre la vida natural y el lado mágico y oculto de las cosas.Su poesía parte de preocupaciones existenciales en las que a veces incluye el gozo y la alegría, motivos que otorgan un valor a la existencia humana, pues la alejan del sufrimiento y de la cercanía de la muerte. Esto se observa en su obra Alegría (1947).Posteriormente evoluciona hacia lo social en Quinta del 42 (1953) y Cuanto sé de mí (1957), que engloba a su vez varios títulos anteriores. Destacan también el Libro de las alucinaciones (1964) y su última obra, Cuaderno de Nueva York (1998).Su estilo está marcado por el coloquialismo de su lenguaje, que elimina toda dificultad y barroquismo en la expresión, y por su facilidad para buscar emociones en lo aparentemente insignificante. En las imágenes que utiliza se percibe la influencia del Surrealismo.
creado por Carlos Edmundo de Ory en 1945. Mantiene una estética vanguardista interesada básicamente en la libertad expresiva y el juego, eludiendo temas más serios. A esta tendencia pertenecen también Juan Eduardo Cirlot, MiguelLabordeta y Ángel Crespo.Grupo Cántico, surgido en torno a la revista del mismo nombre fundada en Córdoba (1947). De tendencia intimista e imágenes brillantes, posee cierta influencia de la Generación del 27. Forman parte de este grupo, entre otros Ricardo Molina y Pablo García Baena.
Acabada la guerra en 1939 el panorama era desolador. García Lorca había sido asesinado al comenzar la contienda; Antonio Machado muere a las pocas semanas de salir de España, en 1939; Salinas, Cernuda, Guillén y Alberti se exilian; Miguel Hernández, encarcelado, morirá en la cárcel en 1942. Poetas pertenecientes a diversos grupos (Novecentismo, modernistas) se confunden en un exilio desesperanzado. Sin embargo, a la vista de la poesía que se escribíó en el interior del país durante los primeros años de la posguerra, no se puede hablar de una nueva época. Tanto en los años inmediatamente anteriores a la guerra como en la década de los 40, hubo una búsqueda de “rehumanización” temática y de formas clasicistas. La primera promoción de posguerra, conocida también como “Generación del 36”, está constituida por poetas que padecieron la Guerra Civil y cuya fecha de nacimiento se sitúa entre 1909 y 1923, aproximadamente. Salvo Miguel Hernández, que, en realidad, engarza con el 27, casi todos los demás autores habían realizado estudios universitarios y se habían criado literariamente con los poetas de la promoción anterior (Novecentismo, Modernismo). Este primer grupo poético de posguerra publicó sus primeros libros antes de la Guerra Civil, aunque la parte más relevante de su producción tuviera lugar después de ella.El conjunto de autores que permanecen en el país con las carácterísticas citadas se divide en dos grandes grupos que se corresponden, inicialmente, a los dos bandos de la Guerra Civil. Dámaso Alonso llamó a la poesía del primer grupo “arraigada”, y a la del segundo, “desarraigada”.
Miguel Hernández constituye una figura poética de anclaje entre la Generación del 27 y la del 36. Nacíó en Orihuela (Alicante) en 1910. De familia campesina y humilde, aprendíó los rudimentos de la poesía gracias a la lectura de los clásicos. Su segundo viaje a Madrid en 1934, le hace entrar en contacto con Pablo Neruda y el Grupo del 27. En 1937 se casa con Josefina Manresa, a la que convierte en el centro de muchos de sus poemas más importantes. Su compromiso político con la República le lleva a tomar parte activa en la contienda como poeta-soldado. Encarcelado después de la guerra, muere en 1942, desengañado y enfermo.Miguel Hernández combina distintos elementos de un modo muy original lo que hace que su poesía sea una voz muy personal en el contexto literario de la época.Su estilo poético destaca por la forma auténtica y apasionada de expresar su mundo humano y doméstico, lo cual le aleja completamente de la frialdad de la vanguardia; destacan, además, la originalidad de sus metáforas, creadas a partir de un lenguaje inmediato y familiar, la utilización del colorido para matizar la realidad y el dominio de la métrica tradicional (sonetos, octavas reales, romances, serventesios, etcétera).Temas: Miguel Hernández se inspira en los ciclos de la naturaleza que conoce bien por su permanente contacto con la tierra.
La vida y su manifestación suprema, el amor; éste se simboliza en el hogar y la esposa-madre, cuyo vientre se transforma en esperanza de futuro gracias al hijo que va a nacer.La muerte, siempre al acecho, que empuja al hombre hacia un destino fatal. La identifica a veces con el toro, animal trágico y digno que ha nacido para morir luchando.El compromiso político y la lucha por la justicia social.Evolución de su obra:La evolución de su obra, que en algunos momentos coincide con la de la Generación del 27, puede dividirse en varias etapas ligadas a la biografía del autor:
Tras algunos poemas poco relevantes, publica primero su obra autodidacta de estilo gongorino, Perito en lunas (1934), escrita en octavas reales e influida por la Generación del 27; en ella mezcla metáforas tradicionales e imágenes propias de la vanguardia. Con El rayo que no cesa (1936) inicia su madurez artística. En esta obra, en la que sobresalen los sonetos, el autor se muestra sucesivamente enamorado, ilusionado y desdeñado por la amada. Aparecen también otros temas, como el destino y la muerte, destacados en la impresionante “Elegía a Ramón Sijé”, una de las más importantes de la literatura española.
con la guerra, su compromiso político queda plasmado en Viento del pueblo (1937), en el que la poesía de combate, escrita con un lenguaje directo y propagandístico, deja paso a la preocupación social (en poemas como “El niño yuntero”). En esta etapa, el autor combina perfectamente el verso libre y la métrica tradicional. Con El hombre acecha (1939), escrito en un tono más coloquial, el poeta hace referencia a su desencanto ante la tragedia de la Guerra Civil y el sentimiento de haber sido vencido.
a ella corresponde los poemarios escritos en prisión. El Cancionero y el romancero de ausencias (1938-1941) supone la cima poética del autor, donde va desgranando temas como la libertad, el amor y la difícil situación de su familia, con un lenguaje intenso y depurado que se apoya en estrofas muy breves. Su dramática situación personal y la cercanía de la muerte dotan a este poemario de gran fuerza y autenticidad. Impresionan también sus últimos poemas entre los que destaca “Nanas de la cebolla”, dedicadas a su hijo recién nacido.
A esta corriente pertenecen casi todos los autores de la Generación del 36 que permanecieron en España y que se identifican con el régimen franquista, aunque posteriormente se distancien de él. Estos poetas, nacidos en torno a 1910, estuvieron vinculados a las revistas Garcilaso (1943) y Escorial (1940). Sobre todo la primera publicaba poemas de la mayor parte de estos autores, que apostaron por una poesía de corte tradicional con Garcilaso de la Vega como símbolo de equilibrio y recuperación de los valores del Imperio español.
Una visión del mundo distanciada de la realidad cotidiana del país. Los poetas se cobijan en una existencia agradable y ordenada que vuelve la vista a lo doméstico y familiar, al paisaje, al amor, a las cosas bellas, etcétera.Una religiosidad armónica en la que Dios, como elemento fundamental de orden, les aporta serenidad y confianza.La utilización de una métrica clásica que refleja ese espíritu equilibrado; por ello van a retomar estrofas tradicionales, sobre todo el soneto. Posteriormente, la mayoría de estos autores comenzarán a usar el verso libre.
Nacíó en Granada en 1910. Estudió Derecho y se trasladó posteriormente con su familia a Madrid. Colaboró en publicaciones como Cruz y Raya y entró en relación con miembros de la Generación del 27, especialmente con Lorca, al que estaba muy vinculado. Durante la Guerra Civil tomó partido por el bando nacional y después colaboró activamente con las revistas del grupo arraigado, especialmente Escorial. Ensayista y crítico literario, además de poeta, fue nombrado académico de la Lengua en 1968 y le fueron otorgadas diversas distinciones, entre ellas el Premio Cervantes de 1982. Murió en Madrid en el año
1992.Con su primer libro, Abril (1935), Rosales se adscribe a la tendencia generalizada en aquellos años de rechazo a la vanguardia. El Retablo Sacro del Nacimiento del Señor (1940), libro en el que utiliza la métrica tradicional, muestra una sentida religiosidad e indica ya la transición hacia su obra más significativa, La casa encendida (1949). En ella el autor utiliza el monólogo y el versículo para reflexionar sobre cuestiones fundamentales del ser humano (la soledad, el poder evocador de la memoria, etc.) que le hacen reencontrarse con su pasado. (En esta obra, el poeta quiere revivir su pasado a través de la evocación del recuerdo. La vida se simboliza en una casa por la que el poeta va transitando, cuyas estancias se iluminan progresivamente con la presencia de sus seres queridos (esposa, padres, amigos…), hasta que todo queda finalmente encendido. El lenguaje, sencillo y espontáneo, se carga de símbolos; aparecen muchas repeticiones de elementos; utiliza el versículo de ritmo lento, que refleja el proceso de rememoración del poeta. En este poemario el poeta se distancia de la estética garcilasista.
Opuesta a la corriente anterior tanto temática como formalmente, la poesía desarraigada cultiva una línea existencialista, que expresa la desorientación y el caos de la vida humana. A esta corriente pertenecen autores de diferentes épocas y procedencias: Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre como representantes de la Generación del 27, y poetas más jóvenes como Gabriel Celaya y Blas de Otero, que evolucionarán posteriormente hacia la poesía social. Los poetas desarraigados se reúnen en torno a una serie de revistas (Proel, Corcel), de las cuales la más destacada es Espadaña (1944).
Un sentimiento de angustia y desesperación ante las circunstancias; la idea de haber sido arrojados a un mundo absurdo produce en ellos un vacío difícil de llenar. Dios no es ya un símbolo de equilibrio y serenidad, sino la única posibilidad de salvación del hombre, por lo que se dirigen a él increpándole y mostrándole el sufrimiento del mundo. Los temas muestran más apego a la realidad del momento (la muerte, la soledad, la violencia…). El abandono del ámbito personal para dirigirse a los demás, en un intento de solidarizarse con los que sufren; esta idea sentará, años después, las bases de la poesía social, por lo que puede verse la evolución de una corriente a otra.El estilo deja de ser clásico y se vuelve violento; esto se refleja en la utilización de un lenguaje coloquial brusco y duro; la métrica tradicional se sustituye a veces por el verso libre y el versículo.De los numerosos poetas que integran esta corriente (Ramón de Garciasol, Carlos Bousoño, Eugenio de Nora, Victoriano Crémer, etcétera) y que pasarán después a formar parte de la corriente social, destaca sobremanera una figura de la Generación del 27: Dámaso Alonso.Dámaso Alonso se integra como poeta en la Generación del 27, si bien un tanto al margen de las carácterísticas comunes del grupo, ya que publica sus mejores obras en la línea de la corriente desarraigada con la que se identifica plenamente. Tras sus primeros poemas, en los que cultiva una poesía pura y manifiesta cierta tendencia hacia lo religioso e íntimo, en 1944 publica Hijos de la ira, libro que supone un grito terrible contra la injusticia y el sufrimiento humanos, en el que se pide a Dios que dé sentido a una vida dominada por el caos. El propio Dámaso Alonso se refiere a la obra con estas palabras: «He dicho varias veces que «Hijos de la ira» es un libro de protesta escrito cuando en España nadie protestaba. Es un libro de protesta y de indagación. Protesta, ¿contra qué? Contra todo. Es inútil quererlo considerar como una protesta especial contra determinados hechos contemporáneos. Es mucho más amplia: es una protesta universal, cósmica, que incluye, claro está, todas esas otras iras parciales.»Hijos de la ira es un libro trascendental cuya publicación en 1944 marca un hito fundamental en el arranque de la poesía de posguerra. Consta de veinticinco poemas de variada longitud en los que se mezclan distintos tonos (narrativo, descriptivo, lírico…) con un lenguaje agresivo en el que se utilizan símbolos y metáforas que ayudan a crear visiones alucinantes. En el libro destacan poemas emblemáticos como “Mujer con alcuza” en el que, a través de la figura de una vieja sirvienta abandonada por su señora, el poeta clama contra la injusticia y la suerte de los abandonados del mundo; en “Insomnio”, ofrece la visión de un Madrid poblado de cadáveres reales y simbólicos, recurriendo al versículo para expresar su desazón.
7.3. La poesía en los sesenta y primeros setenta: la Generación del 50 (Ángel González, José Ángel Valente y Jaime Gil de Biedma) y los Novísimos (Pere Gimferrer y Antonio Martínez Sarrión).
Este nuevo grupo de poetas, nacidos entre 1924 y 1936, y unidos entre sí por lazos de amistad, comienza a publicar a finales de la década de los cincuenta. Son «los niños de la guerra», o también conocidos como Generación del 50, que vivieron la contienda civil en su niñez o adolescencia, por lo que este tema estará también presente en su obra. No rechazan las formas realistas de la poesía social, ni el compromiso con la sociedad, pero sí la intención política de la poesía anterior. Se interesan más por lo personal; en sus textos cobra mayor importancia el elemento autobiográfico.
Entre los rasgos que caracterizan el estilo poético de la promoción de los sesenta podemos señalar los siguientes:•Concepción de la poesía como experiencia y conocimiento: conciben la poesía como un modo de conocimiento propio y del mundo que les rodea. Por ello, les interesa lo subjetivo, la indagación en el alma del individuo; sus versos adoptan un tono reflexivo y recuperan la experiencia personal, los acontecimientos de la vida cotidiana. Reciben influencias de poetas como Antonio Machado, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Leopoldo Panero, Luis Rosales, etcétera.•Realismo: en los poemas, que frecuentemente adoptan una estructura narrativa, aparecen anécdotas y argumentos basados en la realidad cotidiana.•Subjetividad e intimismo: la anécdota realista es el punto de partida para exponer las propias vivencias personales; estos poetas no rehúyen la expresión directa de los sentimientos y comunican sin pudor su intimidad.•Preferencia por los temas de la vida cotidiana, como son la evocación de la infancia y la adolescencia como un paraíso roto o perdido; el fluir del tiempo y la conciencia de la transitoriedad de la vida; el amor, como un fuerte sentimiento vitalista; la amistad; etc.•Humanismo y compromiso moral: aunque huyen del panfleto, estos poetas adoptan una postura de compromiso moral con su tiempo. Parten de lo humano, les preocupan los problemas éticos, sociales, existenciales e históricos.•Dignificación del lenguaje poético: los poetas de la promoción de los sesenta muestran un gran interés por la obra bien hecha, valoran la palabra y entienden el poema como una forma de comunicación literaria sujeta a las reglas de la métrica y la retórica. Su estilo se caracteriza por la naturalidad y por la utilización del lenguaje coloquial, al que dotan de gran valor artístico.•Uso de la sátira y la ironía: la actitud ética de estos poetas les lleva a adoptar una postura crítica ante la sociedad, que se manifiesta en el uso de la sátira y la ironía.
Ángel González representa el paso de la poesía social a nuevos tonos poéticos.En la obra de Ángel González su denuncia inicial se irá cargando de ironía, sobre todo con el tratamiento de lo cotidiano. Aparece lo íntimo y lo amoroso, aunque es asunto central la referencia crítica al injusto orden sociopolítico español. Su lenguaje se hace progresivamente más sutil, aun cuando conserva el tono conversacional. Destaca en su estilo la ironía y el humor ácido, los juegos de palabras, el tono narrativo y coloquial o el quiebro inesperado, al suceder a un nombre un adjetivo sorprendente o a un verbo un complemento insólito. Conjuga en su obra lo privado con lo social, lo que lo acerca a Antonio Machado. Entre otros libros, ha publicado Áspero mundo (1956), donde predominan poemas de amor y sensualidad, junto a un tono existencialista. Continúa su evolución hacia una orientación más política, tras conocer a sus compañeros de generación, como se aprecia en sus obras siguientes: Sin esperanza, con convencimiento (1961), Grado elemental (1962), Tratado de urbanismo (1967). En la década de los 70 se aleja del Partido Comunista y viaja frecuentemente por América. Otras obras son Procedimientos narrativos (1972), Prosemas o menos (1983), ésta con un marcado tono pesimista, Deixis en fantasma (1992), Otoños y otras luces (2001), etc. Con el título de Palabra sobre palabra ha recogido sus poesías completasJosé Ángel Valente (1929-2000)
Poeta, ensayista y profesor universitario. Comenzó los estudios de Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela, trasladándose posteriormente a la de Madrid, donde se licenció en Filología ROMánica. Impartíó clases de lengua y literatura españolas en la Universidad de Oxford. A partir de 1958 reside en Ginebra, donde trabajó como profesor y como funcionario de la ONU. Más tarde vive en París donde dirige el servicio español de traducción de la UNESCO. En 1986 se instala en Almería, residencia que alterna con París y Ginebra, ciudad en la que muere en el 2000.Recibíó los premios Príncipe de Asturias de las Letras (1988), el Nacional de Poesía (1993, 2001) y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1998). Fue autor de varios ensayos y obras de crítica literaria. De forma póstuma se le otorga el Premio Nacional de Literatura en el año 2000 por su obra Fragmentos de un libro futuro.En sus primeras obras, A modo de esperanza (1955, premio Adonais 1954) y Poemas a Lázaro (1960), intenta hallar la verdad a partir de la experiencia, por medio de un verso preciso y sobrio que ahonda en las preocupaciones metafísicas, las inquietudes religiosas y la infancia perdida.Desde La memoria y los signos (1966) hasta El inocente (1970), se produce en Valente una etapa destructiva que pretende desenmascarar las mentiras mundanas por medio de una crítica despiadada marcada por el desencanto. Comienza entonces una etapa “fragmentaria”, en la que predominan los poemas breves que dan cuenta del mundo diseccionado, hecho pedazos: Treinta y siete fragmentos e Interior con figuras.Con Material de memoria (1979) se abre un nuevo ciclo en su poesía, en el que predomina un estado de espera receptiva y la palabra se torna esencial. Con esta obra incorpora el lenguaje de la mística, con su retórica de lo inefable, y la idea de poesía como conocimiento se desplaza hacia una concepción del hecho poético como “inconocimiento”, en la línea del “no saber” de San Juan de la Cruz y de los últimos libros de Juan Ramón Jiménez. De este periodo son, entre otros, Mandorla (1982), El fulgor (1984) y No amanece el cantor (1992)La poesía de José Ángel Valente constituye una indagación constante en el lenguaje con la finalidad de llegar al conocimiento poético y a su propia salvación.
Nace en Barcelona en el seno de una familia de la burguésía catalana. Este aspecto marcará su producción poética, ya que en algunos de sus poemas mostrará algo cierta “mala conciencia” por pertenecer a una clase social que no acusa de una forma tan directa los estragos de la guerra y la posguerra. En 1951 se licenció en Derecho en la Universidad de Salamanca. Trabajó en la empresa familiar desde 1955, circunstancia que lo llevó a vivir largas temporadas en Manila (Filipinas). Murió en Barcelona.Jaime Gil de Biedma es, quizá el autor que mejor ilustra el cambio poético que se produce en los años 60. Su poesía se basa en experiencias personales evocadas desde la distancia que impone el paso del tiempo. Los poemas de Gil de Biedma incorporan su vida cotidiana y privada, pero desde la mirada escéptica de un yo observador, en una combinación de aspectos emotivos y analíticos. El escepticismo que impregna los versos de Gil de Biedma proviene de su visión del ser humano, cuya cualidad es la derrota. Frente a ello, solo cabe el valor de la cultura. De ahí que sus lecturas se conviertan en experiencias vitales y las incorpore como evocaciones en sus composiciones; en ellas, la intertextualidad (citar dentro de un texto propio, versos o citas de otros autores) se convierte en recurso habitual.Él mismo recoge la totalidad de su obra poética en el libro Las personas del verbo. En él, agrupó tres libros:
•Compañeros de viaje. Este poemario expresa una voluntad de cambio respecto de la poesía social: defiende una actitud ética ante la situación histórica de España, pero no la poesía de combate. EL tiempo y el amor constituyen dos temas fundamentales.•Moralidades. En estos poemas se ha pasado ya de lo colectivo a lo individual, pero sin desvincular lo personal de lo social.•Poemas póstumos. En este volumen aparece con más claridad el desdoblamiento del yo en observador y observado y se hace patente la angustia por el paso del tiempo: la vejez, antesala de la muerte, es signo de deterioro frente al recuerdo de una juventud llena de vidas y expectativas.Además, publicó A favor de Venus, un conjunto de poemas amorosos, de fuerte carga erótica, en los que deja de lado los convencionalismos.
Hacia mediados de la década de los sesenta vuelve a cambiar el rumbo de la poesía española Un grupo de jóvenes poetas, nacidos entre 1939 y principios de los cincuenta, manifiesta una actitud de ruptura con la estética anterior. Comienzan su actividad en pleno desarrollo económico; se han formado en una situación de apertura internacional, por lo que han podido leer la obra de escritores extranjeros (sobre todo, ingleses y franceses), y están influidos por los medios de comunicación de masas (radio, televisión, prensa, tebeos, canciones, cine…).En 1970 José María Castellet reúne en su antología Nueve novísimos poetas españoles a los principales autores que van a formar la nómina del primer grupo de los Novísimos: Leopoldo María Panero, Ana María Foix, Félix de Azúa, Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, José María Álvarez, Pere Gimferrer, Guillermo Carnero y Vicente Molina Foix. A estos nombres habría que añadir otros como Antonio Colinas, Luis Alberto de Cuenca o Luis Antonio de Villena, que participan de algunos de los rasgos de los Novísimos.
Carácterísticas de la poesía novísima.Los rasgos más destacados de esta nueva estética son los siguientes•Deseo de ruptura con la poesía anterior: este deseo se manifiesta claramente en el rechazo del uso directo del yo, que prácticamente desaparece del poema, en la oposición al estilo realista y en la ausencia tanto de una postura ética como de una crítica social.•Modelos poéticos muy variados: por un lado, los Novísimos recuperan la vanguardia (el Surrealismo, el Cubismo, el Postismo…); por otro, recogen influencias del Simbolismo francés, del Modernismo y de poetas ingleses contemporáneos.•Exhibicionismo cultural: evitan lo anecdótico y personal; el yo desaparece, aunque el autor habla de sí mismo, sin nombrarse, a través de personajes de otras épocas que lo representan o de elementos culturales interpuestos. Estos elementos culturales provienen de mitologías exóticas o de la cultura de masas (el cine, la televisión, el rock, las novelas policíacas, la publicidad, los cómics, las revistas de modas, etc.). Los poemas se llenan de nombres de ciudades o de personas (que atraen por su valor fonético), de descripciones de vestidos, disfraces, fiestas, mitos orientales o clásicos y mitos contemporáneos (Marilyn, Bogart, Che Guevara, Kennedy, etc.).•Experimentación lingüística: los Novísimos subrayan el poder creador del lenguaje y la primacía de la forma sobre el tema. Defienden la libertad formal, buscan una expresión poética llamativa caracterizada por un lenguaje rico y Barroco. Practican la escritura automática, que evita el discurso lógico, y emplean técnicas como la del colage: extensas citas preceden al poema o se incorporan a él versos completos de otros autores, letras de canciones, frases publicitarias, textos de manuales de instrucciones, etc.
Escritor español en lenguas catalana y castellana. Estudió derecho y filosofía y letras en la Universidad de su ciudad natal. Su obra literaria empezó en lengua castellana con Mensaje del tetrarca (1963), obra juvenil y clasicista, muy tradicional en la forma y fuertemente influida por Saint-John Perse. Sus obras posteriores Arde el mar (1966, Premio Nacional de Poesía) y La muerte en Beverly Hills (1968) tienen mayor interés, por representar la aparición de una nueva sensibilidad poética, opuesta a la poesía social que había dominado la década de los 50. En estas dos obras destaca principalmente un intenso culturalismo, evidente tanto por las anotaciones a los poemas como por la reflexión estilística y poética que en ellas se manifiesta.
Poeta albaceteño incluido también por Castellet en la nómina de los novísimos.Sus cuatro primeros libros de poesía aparecen recogidos en El centro inaccesible. En su poesía mezcla todo dentro de un mismo poema: diálogos, citas, recuerdos… La técnica de su quehacer poético ha sido siempre comparada con la del Surrealismo, aunque es distinta de aquélla pues «la acumulación de imágenes, aparentemente inconexa, proviene de la voluntad (…) de expresar el caos tal y como se vive. No hay, por tanto, trabajo sobre ‘asociaciones libres’, sino disgregación consciente de asociaciones lógicas, (…)». (Jenaro Talens en su prólogo a El centro inaccesible…).