Portada » Historia » Segunda República Española: Constitución, Autonomía Catalana y Bienio Conservador
Las elecciones de 1931 dieron el triunfo a las fuerzas de izquierda y de centro, cabe destacar la coalición liderada por Esquerra Republicana de Catalunya. La derecha se convirtió en minoritaria. Destacaron los partidos agrarios. Las Cortes surgidas de las elecciones se encargaron de redactar una nueva constitución llamada «Constitución de 1931», que se aprobó el 9 de diciembre de 1931. Esta nueva constitución reflejó los valores laicos e izquierdistas de la mayoría: la soberanía popular, una sola cámara, la aconfesionalidad del Estado, garantías individuales y la posibilidad de autonomía a las regiones que lo solicitaran. A la hora de redactar la constitución no hubo voluntad de consenso.
Niceto Alcalá Zamora encargó a Manuel Azaña la formación del gobierno. El gobierno de Azaña continuó las reformas establecidas por el gobierno provisional: las leyes de reforma agraria y militar, y la concesión del Estatuto de autonomía a Cataluña.
Muchas hectáreas de tierra quedaron a disposición del estado, aunque la distribución de la propiedad entre los campesinos fue lenta y no se consiguió generar el número de propiedades previstos. Este fracaso de la reforma, atribuido a la inexperiencia del Estado y sobre todo a la tardanza para solucionar un problema muy complejo, constituyó uno de los motivos de decepción de los campesinos. Además de la oposición de los sectores católicos, la República se vio trasvasada por los sectores situados en el extremo del arco ideológico: la agitación en el campo andaluz en los años 1932 y 1933, y el levantamiento anarquista del alto Llobregat, en enero de 1932, por un lado, y el intento de golpe de estado monárquico del general José Sanjurjo, el 10 de agosto de 1932, por otro.
En Cataluña, el gobierno de la república catalana, presidido por Francesc Macià, sólo duró del 14 al 18 de abril de 1931. El día siguiente de la llegada a Barcelona de tres ministros del gobierno provisional de la república española, los dirigentes nacionalistas catalanes tuvieron que renunciar a la soberanía nacional y al Estado Federal. Cataluña obtuvo un régimen provisional de autogobierno, la Generalitat de Cataluña, y el compromiso por parte del gobierno central de que se iniciaría el proceso para redactar y aprobar un Estatuto de autonomía. Una comisión elegida por la asamblea de representantes de los ayuntamientos catalanes se reunió en Núria y concluyó un anteproyecto del estatuto de autonomía de Cataluña, que fue aprobado masivamente el 2 de agosto de 1931.
El Estatuto de Núria proclamaba el derecho de Cataluña a la autodeterminación, defendía la estructura del Estado español como un Estado autónomo dentro de la república española. El Estatuto recogía la posibilidad de agregación de nuevos territorios, la defensa de la lengua catalana, el control de la enseñanza, etc.
El 6 de mayo de 1932 comenzaron en las cortes españolas las discusiones del Estatuto. Los partidos de derechas y algunos sectores minoritarios, los mismos que integraban el gobierno Azaña, lanzaron ataques durísimos contra el estatuto. Los ataques fueron acompañados de una intensa campaña anticatalanista en la prensa y en la calle. El intento de golpe de Estado de Sanjurjo hizo que el voto republicano se reuniera en favor del Estatuto tras un brillante discurso de Azaña. Finalmente, el 9 de septiembre de 1932 se aprobó el Estatuto, se mantenía el control del estado central en el ensanche y se daba al gobierno central la facultad de suspender el Estatuto.
El 20 de noviembre de 1932, se celebraron elecciones al parlamento de Cataluña, y triunfó la coalición encabezada por Esquerra Republicana de Catalunya. Francesc Macià fue elegido presidente de la Generalitat, cargo que ejerció hasta su muerte, el 25 de diciembre de 1933. Se desarrolló el estatuto interior, se fijó la mayoría de edad a los 21 años y se desarrollaron varias leyes de política financiera, social y agraria.
La clase obrera catalana votaba mayoritariamente a Esquerra Republicana de Catalunya, pero se organizaba sindicalmente a través de la CNT. En este sindicato convivían dos facciones: los anarcosindicalistas, dirigidos por Juan Peiró y Ángel Pestaña, y los anarquistas integrados dentro de la FAI. Las dos facciones tenían puntos de vista diferentes respecto a la actuación política. Desde el congreso de abril de 1932, los anarcosindicalistas quedaron en minoría y los anarquistas integrantes dentro de la FAI controlaron la mayor parte del sindicato, lo que contribuyó a la radicalización de los movimientos obreros.
El gobierno de Azaña cayó en el mes de septiembre de 1933 como consecuencia de las desavenencias políticas entre los partidos que le apoyaban a propósito de los Hechos de Casas Viejas, y de su incompatibilidad con el presidente de la república, Niceto Alcalá Zamora. Alcalá Zamora disolvió las cortes y convocó elecciones para el 19 de noviembre.
Durante el bienio reformador la derecha española tuvo tiempo de reorganizarse. Encontramos dos grupos: Uno se oponía abiertamente al régimen republicano y estaba integrado por los monárquicos, los tradicionalistas o carlistas y los grupos fascistas, como las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS), agrupación política formada en 1931 que en el año 1934 se fusionó con la falange, y a partir del mes de octubre de 1933, la Falange Española (FE), fundada por José Antonio Primo de Rivera. El otro aceptaba la República para transformarla en sentido derechista y no se pronunciaba abiertamente sobre la forma del Estado. En este segundo grupo destacaba la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), creada en febrero de 1933 alrededor del partido de influencia católica Acción Popular. El dirigente más destacado de la CEDA era José María Gil-Robles. Se volvió a evidenciar la división profunda de la sociedad española.
El resultado de las elecciones de 1933 fue favorable a las candidaturas de derecha y de centro, y supuso una derrota significativa para los partidos de izquierda. En Cataluña, ganó la coalición encabezada por la Liga. El presidente de la República encargó la formación del gobierno a Alejandro Lerroux.
Pocos meses después del triunfo de la derecha, sectores del PSOE y de la UGT prepararon una insurrección armada que tenía que ir acompañada de una huelga general. La iniciativa fue de Francisco Largo Caballero, el líder más radical de los socialistas. El motivo con que se justificó la revuelta fue la entrada de miembros de la CEDA al gobierno de Lerroux. Los partidos de izquierda identificaban la CEDA con el fascismo. El 5 de octubre la UGT convocó una huelga general a la que la CNT no se añadió.