Portada » Filosofía » Santo Tomás teoría del conocimiento
4. La naturaleza de Dios (se refiere a la existencia divina)
Santo Tomás afirma que la esencia divina es incognoscible para el hombre porque el conocimiento depende de la percepción sensible.
Santo Tomás defiende un acercamiento a través de la vía negativa; no podemos saber lo que es Dios pero sí podemos aproximarnos por el conocimiento de lo que no es. Las criaturas son efectos, creaciones divinas, están hechas a imagen y semejanza de Dios, que es su Causa Primera, que es el Ser Perfecto y Necesario, luego el mundo sensible es un reflejo de la Divinidad pero no es ella; es imperfecto y limitado. Por tanto, Dios no es ninguno de los predicados unidos a lo corpóreo. Dios es infinito, perfecto, inmutable, eterno, simple, es decir, que no se compone de materia-forma o acto-potencia o esencia -existencia.
El resultado de todo esto es que el ser humano no puede conocer la esencia divina tal y como es en sí misma, sino tal y como se representa en las criaturas, negando de Dios todas las imperfecciones que se encuentran en las cosas y afirmando hasta el infinito aquellas perfecciones que en ellas se hallen. La aproximación a la naturaleza divina se consigue por medio de la analogía; las criaturas como efectos, manifiestan a Dios aunque de un modo imperfecto. Por consiguiente se puede decir de aria persona que es sabia y por analogía afirmar que Dios también lo es. Ahora bien, Dios la sabiduría y Fas criaturas tienen sabiduría.
El origen del conocimiento humano se encuentra en los sentidos que captan las cosas materiales, la pluralidad. Pero el conocimiento humano versa sobre lo universal, ¿cómo acceder a ello? Mediante la abstracción del entendimiento; el entendimiento aprehende la forma del objeto material que ese el elemento lo universal que contienen las cosas. Los sentidos captan sensaciones que son imágenes particulares de las cosas, mientras que el entendimiento abstrae de lo material la idea universal, la esencia. Es el entendimiento agente el que abstrae lo universal implícito en las imágenes y lo lleva al entendimiento pasivo quien dará lugar al concepto universal. De esta forma, Santo Tomás está negando la existencia de ideas innatas ya que defiende que el entendimiento debe acceder a las ideas sacándolas de lo proporcionado por los sentidos. Abstraer significa separar intelectualmente lo universal de lo particular. El entendimiento activo imprime lo universal en el pasivo y la reacción a esa impresión es el concepto.
El concepto no es el objeto del conocimiento porque el conocimiento no versa sobre ideas sino sobre cosas existentes fuera de la mente. La explicación universal no es una creación del entendimiento, es una realidad formal existente en lo sensible, el entendimiento sólo lo descubre a través de la abstracción. Hay una identificación entre el nivel lógico y ontológico. Por todo esto, el conocimiento no es un conocimiento de ideas sino de realidades al que se llega de un modo indirecto a través de las sensaciones donde el universal se refleja. Todo conocimiento parte de la percepción sensible, como ya había sostenido Aristóteles.
El fin del conocimiento es Dios como Creador del mundo, como Ser Necesario, como Causa Primera. Pero ¿cómo llegar al conocimiento de una sustancia inmaterial? El entendimiento tiene su punto de partida en los sentidos, en lo material, pero puede ir más allá de ellos porque capta lo inmaterial que hay en lo sensible. Los objetos sensibles revelan su relación con Dios de modo que el entendimiento de conocer que Dios existe. Además, los objetos sensibles como efectos de Dio manifiestan aunque de un modo imperfecto su naturaleza (por analogías) El entendimiento agente descubre la relación existente entre el ser sensible y el ser inmaterial El hombre puede saber que Dios es, pero no cómo es.
Santo Tomás aceptó la teoría hilemórfica aristotélica y la aplicó a su concepción del hombre. El ser humano es una sustancia compuesta de un cuerpo y de un alma que es principio de vida y acto del cuerpo. Esta uníón es natural y beneficia el buen desarrollo del alma; sus conocimientos se forman a partir de la experiencia sensible. La íntima uníón de alma y cuerpo, afirmó la inmortalidad del alma y su origen en Dios: un ser humano nace cuando Dios introduce el alma racional en el cuerpo y muere cuando el alma se aparta del cuerpo.
El alma es simple pero posee distintas facultades o potencialidades que dan lugar a diferentes modos de actuar, de saber y de ser. Distinguíó las siguientes potencialidades del alma:
Este nivel de vida »es el que corresponde a las plantas.
abarca los sentidos externos y los sentidos internos. Proporciona la sensación.
Se trata de la actividad de pensar propia del ser humano. Santo Tomás está en contra de la postura de Averroes concerniente a la unicidad y carácter separado del entendimiento, tanto activo como pasivo.
Queda establecida una jerarquía de los seres vivos según sus funciones, teniendo en cuenta que las posteriores presuponen las anteriores; según esto, el alma del ser humano es vegetativa, sensitiva y racional. De esta forma se afirma la superioridad de los seres humanos con respecto al resto de las criaturas del mundo.
Mantiene una afinidad con la ética teleológica de Aristóteles. Éste sostuvo que todo comportamiento se encamina a n fin que es la consecución de la felicidad. El hombre sólo alcanzará la felicidad cuando desarrolle y ejercite las potencialidades que le son propias, es decir, solo a través del estudio y el conocimiento el ser humano será feliz. La ética aristotélica es de carácter eudemonista, teleológica e intelectualista. Santo Tomas le sumará a la teoría de Aristóteles la teoría ética cristiana; el fin del ser humano es la visión beatífica de Dios sólo accesible en otra vida con ayuda de la gracia divina, y el único hombre verdaderamente feliz porque llega a esta meta es el santo (no el filósofo). Esto se contrapone al Estagirita quien elaboró una ética de la conducta humana en esta vida dentro de la pólis.
Al igual que en su concepción de la moral, en la teoría política Santo Tomás adoptó la estructura general de la doctrina aristotélica y completándola con una base teológica. Para Aristóteles los seres humanos alcanzan su fin mediante el desarrollo e su vida en el Estado, mientras que para el Santo el fin del hombre es sobrenatural, sólo se alcanza en una vida futura y es la Iglesia, y no el Estado, la que guía y orienta hacia ese fin. Esto conduce a la pregunta por las relaciones entre la Iglesia y el Estado.
Tanto ara el Santo de Aquino como para Aristóteles el Estado es una institución natural porque se basa en la naturaleza del hombre. El hombre es por naturaleza un ser social y político y, por tanto, vive en comunidad con otros hombres.
El origen del Estado se encuentra en la naturaleza humana, el hombre tiene tendencia a vivir en sociedad, aunque también le reconociese un cierto fundamento utilitario. La naturaleza humana ha sido creada por Dios luego el Estado es querido por Dios. Dios quiso la sociedad humana y el gobierno político.
El fin del Estado es el bien común y para conseguirlo el gobernante tiene que garantizar:
1. La paz dentro del Estado
2. Orientar todas las acciones hacia el bienestar general
3. Satisfacer adecuadamente todas las necesidades de la vida
4. Eliminar el peligró de ataques exteriores a través de fuerzas armadas
El fin de la Iglesia es un fin sobrenatural y, por tanto, superior al del Estado. Este debe subordinarse a la Iglesia en temas acerca de la vida, sobrenatural. El fin último de la vida humana es gozar de Dios y esta meta sólo es alcanzable con la ayuda de Cristo y de la Iglesia, de modo que los reyes deben someterse a los sacerdotes.
La felicidad última y el gozo de Dios después de la muerte, salvación eterna. Tal cuidado de los fieles lo tienen los ministros de la Iglesia de Cristo. El fin de la sociedad corresponda al de cada hombre. Como el hombre vive según la virtud para conseguir la felicidad eterna, es necesario que tal fin sea también el de la sociedad como lo es de cada individuo. Luego el último fin de la sociedad, viviendo juntos conforme a la virtud lograr la felicidad definitiva. Pero la felicidad divina no se consigue por las fuerzas humanas, sino por la gracia divina. Por tanto no será oficio del hombre el conducir a’ tal fin, sino del gobierno divino.
Santo Tomás no defiende dos fines distintos en la vida del hombre, un fin temporal, del que se encargaría el Estado, y un fin sobrenatural, del que se encargaría la Iglesia; afirma que el hombre tiene un fin último, sobrenatural y que es tarea del monarca orientar los asuntos terrenales hacia la consecución de este fin. De sobras es sabido que nada establecíó Aristóteles sobre una meta sobrenatural y eterna para el hombre.