Portada » Historia » San Francisco de Asís: Vida, Obra y Contexto Histórico en la Edad Media
Giovanni di Bernardone, conocido como Francisco de Asís, nació en 1182 en Asís, Italia. Hijo de un próspero comerciante de telas, Francisco disfrutó de una juventud acomodada. Sin embargo, su vida dio un giro tras ser capturado y encarcelado durante la guerra entre Asís y Perugia en 1202. Durante su cautiverio, enfermó gravemente y comenzó a experimentar una profunda transformación espiritual.
Tras su liberación, Francisco experimentó un encuentro con un leproso que marcó el inicio de su conversión. Se sintió llamado por Jesús a vivir una vida de pobreza y entrega. En 1208, mientras oraba en la iglesia en ruinas de San Damián, creyó oír la voz de Dios pidiéndole que reconstruyera su Iglesia. Inicialmente, interpretó esto como una llamada a reparar iglesias físicas, pero pronto comprendió que se trataba de una misión más profunda: renovar la Iglesia espiritualmente.
Francisco renunció a su herencia y se dedicó a cuidar a los leprosos y a los pobres. Su primer compañero fue Bernardo de Quintavalle, un rico comerciante que se unió a él en su vida de pobreza y predicación. Pronto, un grupo de seguidores se formó alrededor de Francisco, atraídos por su santidad y su radical seguimiento del Evangelio. En 1209, el Papa Inocencio III aprobó su forma de vida, dando origen a la Orden Franciscana u Orden de Hermanos Menores.
En 1212, Clara de Asís, inspirada por Francisco, fundó una orden similar para mujeres, conocida como las Clarisas.
Francisco de Asís murió el 3 de octubre de 1226, a los 45 años. Poco antes de morir, compuso el Cántico de las Criaturas, una alabanza a Dios por la creación. Fue canonizado en 1228 por el Papa Gregorio IX.
El siglo XII fue una época de profundos cambios en Europa. Las Cruzadas, el crecimiento demográfico y el auge del comercio impulsaron el desarrollo económico y el crecimiento de las ciudades. La economía, aunque todavía basada en la agricultura, experimentó una gran prosperidad a partir del siglo XIII.
En las ciudades, surgió una nueva clase social: la burguesía, compuesta principalmente por comerciantes y artesanos. Aunque la mayoría vivía modestamente, algunos comerciantes acumularon grandes riquezas.
La Iglesia también se vio afectada por el auge económico. Los monasterios se convirtieron en centros económicos y culturales, pero también surgieron movimientos religiosos que criticaban la riqueza de la Iglesia y abogaban por un retorno a la pobreza evangélica. En este contexto, surgieron las órdenes mendicantes, como los franciscanos y los dominicos.
Durante la Alta Edad Media, los monasterios benedictinos desempeñaron un papel crucial en la evangelización y la preservación de la cultura. Sin embargo, con el tiempo, algunos cayeron en abusos de poder y se enriquecieron. En los siglos X y XI, surgieron dos importantes movimientos de reforma:
En el siglo XIII, el desarrollo urbano y la aparición de herejías impulsaron el surgimiento de las órdenes mendicantes. Estas órdenes, fundadas por figuras como Santo Domingo de Guzmán (dominicos) y San Francisco de Asís (franciscanos), se caracterizaban por su vida pobre en comunidades urbanas, su dedicación a la predicación y al trabajo intelectual, y su dependencia de las limosnas para su subsistencia.
Las peregrinaciones a lugares sagrados como Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela tuvieron un gran impacto en la difusión del arte, la cultura y la religiosidad en la Edad Media. El Camino de Santiago, en particular, se convirtió en una importante ruta de peregrinación a partir del siglo IX.
Entre los años 1095 y 1270, se llevaron a cabo ocho Cruzadas, expediciones militares organizadas por los Papas y los reyes cristianos para conquistar Tierra Santa. Aunque las Cruzadas fracasaron militarmente, fortalecieron el poder del Papa y abrieron nuevas rutas comerciales con Oriente. Sin embargo, también contribuyeron a aumentar la división entre los cristianos de Oriente y Occidente.
Las tensiones entre la Iglesia latina y la Iglesia griega culminaron en el Cisma de Oriente en 1054, cuando el Papa León IX y el Patriarca de Constantinopla, Miguel Cerulario, se excomulgaron mutuamente. Este evento marcó el nacimiento de la Iglesia Ortodoxa. En 1964, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras se encontraron en Jerusalén y levantaron las excomuniones, iniciando un proceso de reconciliación.
En el siglo XIV, la Iglesia se enfrentó al Cisma de Occidente (1378-1417), un período en el que hubo dos y hasta tres Papas simultáneamente. El Concilio de Constanza (1414-1417) puso fin al cisma con la elección de Martín V como único Papa.
El arte gótico, que se desarrolló a partir del siglo XII, se caracteriza por la esbeltez de sus catedrales, el uso de vidrieras y la verticalidad de sus estructuras. Este estilo refleja el espíritu de la época, marcado por el realismo y el gusto por los sentidos, en contraste con el simbolismo del arte románico.
Las universidades surgieron alrededor del año 1200, impulsadas por la Iglesia. Instituciones como las de Palencia, Salamanca, Bolonia, Oxford y París se convirtieron en centros de estudio de latín, filosofía, teología, medicina y derecho. El canto gregoriano, un canto religioso con letras procedentes de los salmos y textos bíblicos, se originó en la Edad Media y sigue siendo interpretado en la actualidad.
En el siglo XVI, las Reducciones Jesuíticas en Paraguay, Argentina, Bolivia y Brasil fueron comunidades creadas por los jesuitas para evangelizar a los indígenas y protegerlos de la esclavitud. Estas comunidades permitieron a los indígenas vivir con libertad y dignidad.
Desde el siglo XVII hasta la actualidad, la Iglesia ha desarrollado numerosas instituciones y acciones en favor de los pobres. Figuras como San Vicente de Paúl y la Madre Teresa de Calcuta son ejemplos de este compromiso. San Vicente de Paúl fundó congregaciones como los Vicencianos y las Hermanas Paúles. La Madre Teresa de Calcuta fundó las Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres.
Jesús mostró una actitud de acogida hacia los pobres:
Los Padres de la Iglesia, como San Ambrosio de Milán, afirmaban que la abundancia de riquezas junto a la pobreza es una injusticia. Sostenían que lo que sobra al rico pertenece al pobre.
La Iglesia continúa la misión de Jesús de anunciar el Reino de Dios y trabaja por un mundo más justo. Lucha contra el hambre, la miseria y la marginación social, no solo a través de limosnas, sino también defendiendo los derechos de los pobres y poniendo a su disposición organismos e instituciones para ayudarlos.