Portada » Religión » Sacramentos de Iniciación Cristiana: Bautismo y Confirmación
La iniciación cristiana es el conjunto de acciones, celebraciones y sacramentos que la comunidad cristiana ofrece a los niños o a los catecúmenos adultos para conducirlos a la fe y hacer de ellos verdaderos cristianos. No son actos aislados, sino que constituyen un proceso, en el que todo aparece relacionado, unido en la común tarea de llevarnos a la plenitud del ser cristiano. Algunos elementos necesarios de ese proceso son: el anuncio de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la conversión, la profesión de fe, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo (Confirmación), el acceso a la comunión eucarística (Eucaristía) (cfr. CIC, 1229).
La última etapa de ese proceso la constituyen los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía.
El Bautismo es el primer sacramento, el que nos hace cristianos. Es el sacramento de la identidad cristiana, es un nacimiento a la vida de Dios. Por tanto, se administra una vez por todas.
La celebración del Bautismo es inseparable de la profesión de fe.
Jesús se sometió al Bautismo de San Juan. La Pasión fue el segundo Bautismo de Jesús.
En su Pascua, Jesús abrió a todos los hombres las aguas del Bautismo. Los cristianos son bautizados porque Jesús, que fue bautizado, los introduce en el misterio de su propio bautismo.
El Bautismo implica un compromiso profundo con el mensaje de Jesús. Te haces miembro del pueblo de Dios, se te perdonan los pecados (reconciliación con la humanidad, con uno mismo y con Dios). Es el comienzo de una vida nueva en la que nos convertimos en Hijos de Dios. Implica cooperar con el resto de cristianos en el mensaje de la fe.
Consta de tres partes: una oración, el rito del agua y los ritos complementarios.
“El Bautismo es necesario para la salvación en aquellos a los que el Evangelio ha sido anunciado y han tenido la posibilidad de pedir este sacramento”.
Por el Bautismo, todos los pecados son perdonados, el pecado original y los pecados personales. No obstante, en el bautizado permanecen ciertas consecuencias temporales del pecado, como los sufrimientos, la enfermedad, la muerte o las fragilidades inherentes a la vida, como son las debilidades de carácter y cierta inclinación al pecado.
El sacramento de la Confirmación es el sacramento del don del Espíritu por antonomasia.
El efecto del Sacramento de la Confirmación es la efusión plena del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el don de todos los sacramentos, pero la Confirmación, con su estructura y sus signos, expresa y actualiza el acontecimiento de Pentecostés, de tal modo que es “un nuevo Pentecostés”.
Por este hecho, la Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal: