Portada » Geografía » Ropa y transporte del Siglo XIX
La industrialización comenzó en Gran Bretaña en el último tercio del siglo XVIII y después se extendíó por toda Europa. En la primera fase de la industrialización destacaron dos sectores:
la industria textil y la siderurgia.
La fábrica y la mecanización Hasta el Siglo XVIII, las manufacturas se elaboraban en pequeños talleres artesanos que estaban dispersos por el territorio: todas las ciudades tenían varios talleres que abastecían a la población de nlanufacturas. Los artesanos realizaban su trabajo de forma manual: no usaban máquinas y solo se ayudaban con unas pocas herramientas. Cada artesano realizaba las piezas completas y controlaba su ritmo de trabaJo, pues no estaba sujeto a un horario fijo y elaboraba más o menos productos según quisiera. Desde finales del Siglo XVIII, los talleres comenzaron a ser sustituidos por fábricas, establecimientos en los que los obreros utilizaban máquinas para trabajar . Las primeras máquinas funcionaban con una nueva fuente de energía, el vapor, que se generaba quemando carbón mineral. En 1769, James Watt inyentó la primera máquina de vapor La aparición de las fábricas tm’o dos consecuencias. Por una parte, las actividades industriales se concentraron en determinados lugares. Además, se modificó la organización del trabajo: cada obrero se especializó en una única tarea del proceso productivo (división del trabajo), tenía un horario fijo y debía trabajar al ritmo que le impónía la máquina La división del trabajo aumentó la productividad, es decir, cada obrero era capaz de elaborar un mayor número de piezas que un artesano en un mismo período de tiempo. Por eso, se abarataron los costes de fabricación y los precios de los productos disminuyeron. Los productos industriales pasaron a estar al alcance de casi toda la población.
La industria textil algodonera fue la que más rápidamente integró las inovaciones técnicas. El algodón llegaba a Gran Bretaña desde las colonias a bajos precios. En 1800, unas 350000 personas trabajaban en el hilado y tejido de prendas de algodón con máquinas especializadas, como el telar mecánico. Pronto los textiles británicos, baratos y de buena caJidad, inundaron los mercados mundiales.
La producción industrial crecíó a una velocidad vertiginosa, pero los antiguos medios de transporte (barcos de vela, diligencias … ) eran lentos y tenían poca capacidad de carga. Se necesitaban nuevos trans~ portes para mejorar el comercio y asegurar el aprovisionamiento de las fábricas y la distribución de las mercancías. En el Siglo XIX, la situación cambió: aparecieron el barco de vapor y el ferrocarril.
Las primeras innovaciones en el transporte se produjeron en la navegación. En 1807, el estadounidense Eulton impulsó la primera línea comercial con barcos propulsados por motor de vapor. Aunque tardaban un tercio del tiempo empleado por un barco de vela, los clíppers, grandes veleros muy seguros, síguieron reinando en los mares. Entre 1830 y 1880, los barcos de vapor incorporaron cascos de hierro, en lugar de los tradicionales de madera, y comenzaron a usar hélices para la propulsión. Así la navegación a vapor se hizo muy segura, más regular y bastante rápida, y desbancó a los antiguos veleros. Las flotas comenzaron a especializarse y hacia 1870 llegó a las costas americanas el primer barco con cámaras frigoríficas. De esta forma, fue posible transportar materiales perecederos a grandes distancias. Otros avances, como la apertura del canal de Suez en el Siglo XIX, entre el mar Mediterráneo y el mar Rojo, redujeron las distancias por mar . Con ese canal se acortó un 40 % la travésía entre Londres y Bombay, en la India colonial.
Aunque ya a finales del Siglo XVIII se mej oraron las carreteras y muchas se pavimentaron, el transporte terrestre era lento e inseguro. Esta situación cambió con la invención del ferrocarril. El ferrocanil era el resultado de la conjunción de dos de los principales avances de la revolución industrial la máquina de vapor, que se usaba para la propulsión de la locomotora, y el hierro, que era la materia prima para la construcción tanto del tren como de los raíles sobre los que circulaba. En 1814, el inglés ,Stephenson construyó la primera locomotora de vapor, que se utilizó para Lransportar cargas entre las minas de carbón. Fue perfeccionada y, pocos meses después, en 1825, se inauguró la primera línea de ferrocarril de carga en Inglaterra. En 1830 fue estrenada la principal vía férrea para eJ transporte de pasajeros, entre Liverpool y manchester. Los avances técnicos hicieron del ferrocarril un medio de transporte cada vez más rápido seguro y barato, que aceleraba la industrialización por donde pasara. Pronto se multiplicaron las vías férreas,por todo el mundo e incluso se diseñaron líneas intercontinentales, como el transiberiano entre 1891 y 1905.
Los nuevos transportes, cada vez más veloces, más seguros y con mayor capacidad carga, tuvieron un fuerte impacto económico y social. Se produjo un fuerte crecimiento del comercio, pues se redujeron los tiempos de travésía y los costes de transporte.La economía mundial se especializó. Los países industrializados se especializaron en la elaboración de productos manufacturados, que luego exportaban, mientras que las colonias vendían materias primas a los países industriales. Los nuevos transportes modificaron también la vida cotidiana: permitieron mejorar la dieta, ya que se pudieron transportar alimentos perecederos, y facilitaron la emigración a otros países y continentes.
La revolución industrial fue también un proceso de cambio social.
A lo largo del Siglo XIX se aceleró el crecimiento de la población y se produjeron grandes migraciones a las ciudades y a las colonias de ultramar.
El aumento de población durante la segunda mitad del Siglo XVIII se intensificó en el Siglo XIX, a un ritmo que no tenía precedentes: en Europa residían más de 400 millones de habitantes en 1900;
fue la época en la que la población europea tuvo el mayor peso de toda su historia en el conjunto mundial (24,7 % del total)
17).
Las causas de este crecimiento demográfico fueron dos:
El descenso brusco de la mortalidad, motivado por nuevos avances médicos y las continuas mejoras en la higiene y la alimentación. Por ejemplo, se mejoraron los servicios de alcantarillado, recogida de basuras y abastecimiento de agua potable, se multiplicaron los hospitales… Estos progresos prolongaron la esperanza de vida en Europa occidental, que pasó de 35 a 50 años entre 1800 y 1900. Al mismo tiempo se redujo la tasa de mortalidad infantil.
La segunda causa fue el incremento de la fecundidad.
Las mejores expectativas económicas hicieron que las parejas se casaran más jóvenes (con menos de 25 años), por lo que podían tener más hijos.
No obstante, en algunos países, como Francia, comenzó a practicarse un cierto control de la natalidad.
La revolución industrial aceleró la mecanización de las labores agrícolas y concentró la producción en las ciudades. Muchos campesinos tuvieron que marchar a las ciudades en busca de trabajo. Por eso, en el Siglo XIX se produjo un intenso proceso de urbanización en Europa: en 1800 solo un 10 % de los europeos vivían en ciudades, pero a finales del Siglo XIX lo hacía un 40 % (doc.
21).
El número de ciudades y su tamaño crecieron asombrosamente. En 1800 no existía ninguna ciudad en el mundo que superara el millón de habitantes, y en Europa solo había 23 de más de 100.000 habitantes. Al finalizar el siglo, ya eran 12 las que superaban el millón y en Europa había 135 ciudades con más de 100.000 habitantes.
Muchas ciudades prosperaron en torno a las fábricas, por ejemplo Man- chéster y Liverpool en Gran Bretaña. El desarrollo de otras se debíó al comercio, como Marsella, en Francia.
La migración de los campesinos fue rápida y sin planificar, por lo que las ciudades crecieron de forma desordenada Los más pobres se hacinaban en viviendas de baja calidad en el centro y junto a las fábricas, sin servicios públicos (agua, luz, transporte…) y con un aire contaminado (doc. 20).
En la segunda mitad del Siglo XIX se planificaron nuevos barrios, con casas de buena calidad, calles ordenac::; toce tipo de servicios, a los que llamamos ensanches.
Allí viví 3.11 burguésía y las clases medias (doc. 19).