Portada » Geología » Riesgos en las Zonas Litorales: Amenazas y Prevención
Las zonas litorales, caracterizadas por su dinamismo, son ricas y variadas, pero también están expuestas a diversos riesgos. Conocer estos riesgos es crucial para prevenir catástrofes humanas, sociales y económicas.
Las olas representan un riesgo común en las zonas litorales, especialmente cuando son grandes debido a temporales marinos y coinciden con mareas altas. Las construcciones cercanas a la costa, como viviendas, fábricas, paseos marítimos y puertos, son particularmente vulnerables. El oleaje puede causar derrumbamientos y retrocesos de acantilados. En España, las olas causan víctimas cada año, principalmente entre trabajadores del mar y turistas.
Los tsunamis, olas gigantescas producidas por seismos o erupciones volcánicas, representan un riesgo excepcionalmente peligroso. Al llegar a la costa, pueden penetrar cientos de metros tierra adentro, arrasando todo a su paso.
El aumento del nivel del mar, debido al calentamiento global, es un riesgo creciente que amenaza a poblaciones costeras. Esta amenaza se intensifica durante temporales y huracanes. Numerosas islas de arrecifes en el Pacífico e Índico se encuentran entre las zonas más amenazadas.
Las mareas, por sí solas, no suelen ser un riesgo grave. Sin embargo, su coincidencia con otras circunstancias adversas puede generar importantes alteraciones. En períodos de marea alta, se agrava el riesgo de las olas y se incrementa el riesgo de inundaciones en zonas urbanas al dificultar la evacuación de aguas de escorrentía. La coincidencia de marea viva con crecidas de ríos puede provocar inundaciones graves.
Las dunas litorales, formadas en costas bajas, pueden ser arrastradas por los vientos marinos hacia el interior, amenazando áreas pobladas, huertas e instalaciones industriales. La vegetación, especialmente gramíneas, ayuda a retener las dunas en zonas húmedas. Este riesgo se intensifica en regiones áridas.
Las tormentas tropicales, como huracanes y tifones, que se producen en mares cálidos a finales del verano o principios del otoño, afectan gravemente a las zonas litorales. Sus fuertes lluvias y vientos causan desastres de grandes proporciones. Estas tormentas suelen avanzar hacia el interior, aunque su intensidad disminuye.