Portada » Historia » Revolución Rusa, Guerra Civil y el Auge del Modernismo
La caída del zarismo marcó el inicio de profundos cambios en Rusia. La Revolución de Octubre, uno de los acontecimientos más trascendentales del siglo XX, instauró un nuevo modelo de sociedad y Estado. Sin embargo, esta transformación no fue aceptada por todos, lo que desencadenó una cruenta guerra civil.
La inestabilidad social y política no pudo ser contenida por el Gobierno Provisional. Su decisión de continuar en la guerra, sumada a las constantes derrotas, debilitó su posición. Paralelamente, el protagonismo de los sóviets creció, organizando su primer congreso en junio. Lenin, líder de los bolcheviques, regresó del exilio y, en las llamadas Tesis de Abril, estableció un programa claro: retirada de la guerra, redistribución de la tierra, control de las fábricas por comités obreros, autonomía para las nacionalidades y entrega del poder a los sóviets.
Los bolcheviques intentaron una insurrección popular en julio, pero fracasaron y Lenin tuvo que exiliarse nuevamente. En septiembre, el Gobierno Provisional también enfrentó un golpe de Estado del sector más conservador del ejército, liderado por el general Kornílov. Así, el Gobierno Provisional carecía de apoyo tanto de la izquierda como de la derecha.
En octubre, los bolcheviques intentaron nuevamente derrocar al gobierno, esta vez con éxito. En la noche del 24 de octubre, los sóviets, controlados por los bolcheviques, tomaron los puntos estratégicos de la capital. La caída del Gobierno Provisional se consumó tras el asalto al Palacio de Invierno el 25. Inmediatamente, el gobierno revolucionario negoció la salida de la guerra (Tratado de Brest-Litovsk, firmado el 3 de marzo de 1918), decretó el reparto de la tierra a los campesinos pobres sin indemnización para los antiguos propietarios y reconoció a las minorías nacionales.
A comienzos de 1918, la revolución había triunfado, pero en amplias zonas del país el futuro era incierto. Los partidarios del zarismo (terratenientes, militares de alto rango, Iglesia ortodoxa…) y los defensores del sistema político liberal intentaron acabar con la revolución por la fuerza.
El país quedó dividido en dos bandos: los partidarios de la contrarrevolución, que formaron el Ejército Blanco, y los bolcheviques, que crearon el Ejército Rojo. Los contrarrevolucionarios contaban con el apoyo de potencias extranjeras, opuestas al nuevo régimen político por temor a que el ejemplo ruso se extendiera a sus países.
La guerra civil duró tres años (1918-1921) y terminó con la victoria de los bolcheviques, gracias a la labor organizativa de Trotsky en el Ejército Rojo. Para abastecer el frente y las ciudades durante la guerra, el gobierno adoptó una política económica conocida como «comunismo de guerra». Esta política consistió en la nacionalización de la industria, la colectivización del campo y las requisas de grano a los campesinos.
El Modernismo es un movimiento artístico que se desarrolló entre los siglos XIX y XX, alcanzando su apogeo entre 1890 y 1910. Se le considera un movimiento de transición que recogió la herencia del siglo XIX y preparó el camino para el arte contemporáneo.
Este movimiento renovador se desarrolló principalmente en Europa, en lugares con una burguesía enriquecida que buscaba un arte enraizado en el pasado, pero más elegante y de mayor calidad. Recibió distintos nombres según el país: Art Nouveau en Bélgica y Francia, Jugendstil en Alemania, Secesión vienesa en Austria, Liberty en Italia y Modernismo en España.
El lenguaje modernista buscaba imitar las formas de la naturaleza, con un predominio de líneas curvas y una decoración orgánica inspirada en formas vivas. Los arquitectos concebían la arquitectura en su totalidad, incluyendo el mobiliario. Se pueden distinguir dos líneas principales: el Modernismo ondulante, con formas curvas, y el Modernismo geométrico, con líneas rectas.
Caracterizado por formas curvas y orgánicas, tuvo sus principales centros en Bélgica, Francia y España.
Bruselas es considerada la cuna del modernismo. Víctor Horta es su máximo exponente, siendo la Casa Tassel su obra más representativa.
Héctor Guimard destacó por la construcción de las estaciones de Metro más originales.
Antonio Gaudí es la figura más destacada del modernismo español, con un estilo personal y fantástico. Sus obras más famosas incluyen: