Portada » Historia » Restauración Borbónica en España: Auge y Crisis (1874-1931)
El pronunciamiento del General Martínez Campos en 1874 puso fin al Sexenio Democrático, dando inicio al periodo conocido como la Restauración Borbónica. Este régimen supuso el mantenimiento de un orden constitucional y representó, con todas sus contradicciones y carencias, un modelo político liberal no democrático, parecido al de otros países europeos. Se distinguen tres etapas: el reinado de Alfonso XII (1874-1885), la regencia de María Cristina (1885-1902) y el reinado de Alfonso XIII (1902-1931). La estabilidad de este periodo estuvo propiciada por la Constitución de 1876, el sistema bipartidista creado por Cánovas del Castillo y una cierta prosperidad económica. Sin embargo, estos logros ocultaron grandes defectos del sistema: fraude electoral, caciquismo y marginación de los partidos fuera del sistema. En las regiones periféricas surgieron los primeros movimientos regionalistas y nacionalistas que aspiraban a conseguir cierto grado de autonomía en un estado fuertemente centralizado. La crisis del 98, con la pérdida de las últimas colonias, marcó un punto de inflexión. El sistema político de la Restauración acabaría desmoronándose en los años 30 con la caída de Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República.
Tras el pronunciamiento de Martínez Campos, el General Serrano encabezó el gobierno provisional y dedicó su tiempo a poner fin a la guerra carlista. El principal problema para el gobierno de Serrano estaba en el “partido alfonsino” liderado por Antonio Cánovas del Castillo. Con la firma del Manifiesto de Sandhurst, se presentó un nuevo programa político basado en el restablecimiento de una monarquía constitucional y la estabilidad política. Martínez Campos proclamó a Alfonso XII como rey tras un pronunciamiento en Sagunto.
Cánovas buscaba asentar la monarquía y sus ideas constituyeron el eje ideológico de la Restauración. Se basaba en la existencia de una «constitución interna», similar al modelo británico, que no es el fundamento de la nación. También se reconocía el sufragio y los derechos individuales, aunque existía una discrepancia en la práctica política cotidiana. El carlismo y los partidos republicanos quedaron excluidos. Se buscaba un compromiso consultivo, donde la nación no fuera ignorada, lo que implicaba un juego político de pactos. Finalmente, se elaboró una constitución que permitiera gobernar a partidos políticos distintos y que acabara con los pronunciamientos militares.
La nueva constitución fue aprobada por las Cortes en mayo de 1876. Sus características principales fueron:
La Constitución de 1876 fue un modelo de constitución de carácter moderado, pero redactada de manera que fuera aceptada por los progresistas. Se trataba de evitar que cada partido pretendiese implantar su propia constitución.
Durante esta etapa se logró poner fin a los conflictos bélicos heredados del Sexenio:
El sistema político de la Restauración se basaba en el turnismo de dos grandes partidos: el Conservador y el Liberal. Ambos coincidían ideológicamente en la defensa de la monarquía, la Constitución de 1876 y la consolidación del Estado liberal unitario y centralista.
El turnismo se empleaba para el ejercicio del gobierno, cuyo objeto era asegurar la estabilidad institucional mediante la participación en el poder de las dos familias del liberalismo. Se distinguieron dos etapas, separadas por la muerte de Alfonso XII:
El principal problema del sistema fue la debilidad de la Restauración. Las elecciones se manipulaban a través del control de las urnas, el encasillado o el pucherazo, para asegurar la elección de los candidatos pactados previamente. El caciquismo constituyó el instrumento esencial de las manipulaciones electorales. Los caciques preparaban las listas de los candidatos y controlaban el encasillado, que consistía en asignar previamente los escaños a los candidatos elegidos. Para conseguirlo, se apoyaban en su poder económico y sus influencias políticas con la finalidad de condicionar el voto en una circunscripción electoral.
Los factores que favorecieron el régimen caciquil fueron:
Desde el inicio de la Restauración, se evidenció una serie de problemas que se agudizaron a partir de la regencia de María Cristina, provocando un desajuste en el funcionamiento del sistema. A los problemas del caciquismo, el falseamiento electoral y los problemas sociales, se sumó la crisis del 98 y la pérdida de las últimas colonias, lo que marcó el declive del régimen de la Restauración.