Portada » Educación Artística » Representación y Significado de ‘La Balsa de la Medusa’ de Géricault y ‘El 3 de Mayo en Madrid’ de Goya
En 1816, conocido como el «año sin verano» debido a una erupción volcánica en Indonesia que oscureció la atmósfera, la fragata “Medusa” naufragó frente a la costa de África Occidental. Llevaba a bordo colonos franceses que se dirigían a Senegal. Tras la caída de Napoleón en 1814, los Borbones regresaron a la corona francesa y numerosos partidarios suyos ocuparon diversos cargos, incluyendo la oficialidad del barco, que demostró ser inexperta. La aristocrática e incompetente oficialidad ocupó los botes salvavidas, dejando a marineros y pasajeros a su suerte. Estos construyeron una balsa que, con 150 náufragos, fue a la deriva durante 12 días en mar abierto, sin agua ni alimentos, y solo vino para beber. Se generaron momentos de hambruna, desesperación, orgías alcohólicas, y un motín. Los amotinados fueron reducidos y lanzados por la borda. Se recurrió al canibalismo para sobrevivir hasta el rescate final. La prensa difundió la noticia, causando un escándalo que supuso un enorme descrédito para la corriente borbónica y conservadora.
El Romanticismo se preocupó por lo no racional: los sentimientos, las pasiones, especialmente las negativas como el dolor, la muerte y la desesperación. Los románticos se interesaron por la representación de la naturaleza, con frecuencia mostrando su poder de destrucción y la insignificancia del hombre ante su poder. A los individualistas románticos también les interesaron los diferentes.
El pintor romántico francés Géricault se interesó en este acontecimiento por la carga política de denuncia, pero todavía más por las posibilidades de representar la existencia humana enfrentada a una situación extrema. Su interés por los sucesos de la Medusa le llevó a no escatimar esfuerzo por representar del modo más dramático posible esas penalidades: entró en contacto con dos supervivientes; hizo construir la balsa en su estudio; se interesó por el aspecto de muertos y moribundos y visitó los hospitales y depósitos de cadáveres, llevando a su taller miembros amputados. Su maestro, Guérin, le había concienciado sobre la necesidad de preparar meticulosamente toda obra. Géricault realizó por ello estudios al óleo, bocetos y dibujos para establecer el momento que debía ser representado, la disposición de los personajes, sus actitudes, etc.
Géricault pretende hacer una obra de denuncia política: contra la ineficacia y la actitud clasista de los oficiales del barco, pero también contra el racismo. A Géricault le preocupaba la cuestión de la esclavitud, y en sus últimos años pensó en pintar un gran cuadro con el tema de la venta de esclavos. Se estima que representar en la pintura varios africanos y coronar la pirámide de cuerpos con un hombre de raza negra tenía como fin la concienciación sobre ese problema. Además, colocar a este hombre en contrapicado magnifica su presencia. Quería también hacer un análisis de las pasiones humanas: el dolor, la desesperación, la resignación, la muerte…
En 1807-1808, Napoleón maniobró para imponer como rey de España a su hermano José Bonaparte en lugar de Fernando VII. Ante eso, el pueblo de Madrid se sublevó contra los franceses el 2 de mayo de 1808. Los franceses apresaron a numerosos sublevados y los fusilaron en distintos sitios de Madrid. Seis años después de los hechos, en febrero de 1814, Goya mandó una carta al cardenal Luís de Borbón, regente en aquel momento a la espera del retorno de Fernando VII. En esa carta, Goya se ofrecía para, textualmente, “perpetuar mediante los pinceles las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa”. Fruto de este ofrecimiento de Goya fueron sus dos patrióticos cuadros “El dos de Mayo” o “La carga de los mamelucos” y el presente cuadro. Se desconoce la función original de ambos cuadros.
En el Romanticismo fue muy importante el nacionalismo, expresado como el sentirse diferente del resto de naciones, manifestándose en pinturas que muestran las glorias históricas. Del mismo modo, fue importante la expresión de sentimientos desgarrados, lo irracional, la reflexión sobre la muerte, la noche, presentes todos ellos en esta obra. En cualquier caso, Goya se interesó en esta obra por la representación de sentimientos desatados y lo pintó con su estilo característico de pinceladas sueltas, deshilachadas y gestuales, y su paleta cada vez más oscura y contenida.
¿Buscaba también congraciarse con el nuevo gobierno? A fin de cuentas, todos sabían de su pasado “afrancesado” y su trabajo para los franceses (obligado por su trabajo como pintor de cámara). Para realizar esta obra patriótica, recurre al género de la llamada «pintura de historia» en la que se narran acontecimientos históricos reales o literarios. Este género de pintura llegó a constituir la ocupación más importante para un pintor de la corte. Goya ha buscado representar una escena histórica llena de heroísmo. Para ello se inspira en recursos cogidos de la pintura religiosa: la figura con los brazos en cruz se relaciona con la crucifixión de Jesús, mientras que los colores amarillo y blanco, divisas heráldicas del Papa, simbolizan a la Iglesia, y la luz es una metáfora de la asistencia divina a los condenados a muerte.
Goya se acerca al espíritu de denuncia de la guerra y del invasor francés que ya había tratado con la serie de grabados “Los desastres de la guerra” (1810-1812). Al mismo tiempo, convierte la imagen heroica característica del Neoclasicismo (hay posturas que parecen tomadas de “El juramento de los Horacios” o «El rapto de las sabinas” de David) en el icono romántico de los luchadores por la libertad. Desde el punto de vista compositivo y temático, este cuadro influyó sobre “El fusilamiento de Maximiliano” de Manet, en “La matanza de Corea” de Picasso (quien también denunció los horrores de la Guerra Civil en el “Guernica”) y en la foto de Robert Capa “Muerte de un miliciano”.
Mediante estas obras, Goya quiere conmemorar el heroísmo de estos acontecimientos.