Portada » Filosofía » René Descartes: Filosofía Moderna y Racionalismo
Descartes, filósofo del siglo XVII, es considerado el padre de la filosofía moderna, la cual marcó una ruptura con la escolástica medieval. Su época se caracterizó por la incertidumbre y el desarraigo, una ruptura cultural, política y religiosa que consideraba superada la Edad Media.
Desde el Renacimiento surgieron grandes descubrimientos como la brújula y la imprenta, que impulsaron la expansión cultural. El descubrimiento del nuevo mundo, a pesar de estimular la economía, generó incertidumbre en la sociedad. Culturalmente, se desarrolló el Humanismo, con un renovado interés por la cultura grecolatina y el antropocentrismo, en contraposición al teocentrismo medieval.
La Reforma protestante de Lutero desafió la corrupción eclesiástica y promovió la libre interpretación de la Biblia. La respuesta católica fue la Contrarreforma, buscando restaurar el prestigio de la Iglesia e incluso reinstaurando la Inquisición.
Políticamente, se observó un crecimiento de la burguesía, el comercio y las ciudades. Surgieron las monarquías absolutas y se inició la separación entre Iglesia y Estado. Cosmográficamente, el Heliocentrismo de Copérnico y Galileo se impuso al geocentrismo medieval.
El siglo XVII, el siglo del barroco, se caracterizó por el movimiento y los detalles, con autores como Shakespeare y Velázquez. Fue un siglo de crisis demográfica y económica, marcado por la Guerra de los 30 años (1618-48), en la que participó Descartes.
El auge de una nueva ciencia, basada en el dominio del conocimiento científico, impulsó el pensamiento europeo de la modernidad.
El siglo XVII presenció el enfrentamiento entre el racionalismo de Descartes, Spinoza, Leibniz y el empirismo de Locke y Hume. Los racionalistas defendían la razón como la vía para alcanzar el conocimiento, mientras que el empirismo sostenía que todo conocimiento se origina en los sentidos. Kant intentó conciliar ambas posturas con su filosofía transcendental.
Descartes estudió en La Flèche, donde recibió formación aristotélico-tomista basada en la escolástica, un método que consideraba estéril por no fundamentarse en la razón. Sin embargo, se puede observar la influencia del argumento ontológico de San Anselmo en su filosofía.
La filosofía moderna de Descartes se conecta con la ciencia moderna y rechaza la escolástica. Copérnico, Kepler y Galileo sentaron las bases de esta nueva ciencia, culminando con Newton. Galileo expresó la ciencia en lenguaje matemático e influyó en Descartes con su método hipotético-deductivo.
La nueva ciencia proponía el uso de la experiencia para contrastar hipótesis, un método que Descartes consideraba inseguro, distanciándose así de ella al proclamar la supremacía de la razón sobre la experiencia.
Descartes marcó el rumbo de la filosofía posterior y contribuyó a los progresos que nos han liberado en la actualidad. Propuso un método basado en las matemáticas, y la ciencia occidental aún opera bajo la premisa de que lo real es matematizable.
Actualmente, la búsqueda de un método universal aplicable a cualquier ámbito del saber es casi una utopía.
Descartes es una figura clave en el proceso de laicización, promoviendo la autonomía de la razón respecto a la fe. Hoy en día, no se establece una relación directa entre la razón y la existencia de Dios. La separación entre fe y razón ha dado lugar a un racionalismo agnóstico.
La filosofía de Descartes ha sido representada en diversas películas.
El idealismo acierta al mostrar la dependencia de la realidad respecto a la subjetividad, pero yerra al considerarla parte de ella. El mundo no está ni dentro ni fuera de nuestro pensamiento, sino junto a él, formando una totalidad inseparable.
Descartes, en contra del realismo, comete el error de considerar al pensamiento como res cogitans, cosificándolo. Su problema radica en su concepción sustancialista de la realidad, comprendiendo el ser como inmóvil e invariable, y al pensamiento como su soporte, buscando una unidad estática. Para Ortega, el pensamiento es un ser activo, y el yo es activo, histórico y circunstancial.
Descartes considera el pensamiento como algo aparte, independiente entre res cogitans y res extensa. Para Ortega, el yo no existe sin el mundo, sin su circunstancia.
Para Descartes, es verdadero aquello que la razón percibe con claridad y distinción. Para Ortega, el conocimiento se origina desde una vida, condiciones y circunstancias, desde un punto de vista. No se puede alcanzar el conocimiento absoluto como pretendía el racionalismo.
El yo no es el sujeto inmutable y aislado de Descartes. Se construye a sí mismo en su circunstancia, en su relación con el mundo. “Yo soy yo y mis circunstancias, si no la salvo a ella no me salvo yo”. El pensamiento es histórico.
Ortega se opone al racionalismo, pero no a la razón. Plantea el raciovitalismo: la razón aplicada a la vida.
Para Ortega, la vida es la realidad radical, pero esto no implica renunciar a la verdad y caer en el relativismo.
Ortega coincide con el racionalismo en la importancia de la razón, pero esta debe dirigirse al mundo de la vida y la historia (mundo despreciado por los racionalistas).
Antropológicamente, en el dualismo cartesiano, lo único indudable es la existencia del yo pienso. Lo corporal es un añadido accidental y secundario. Para Ortega, el hombre no tiene naturaleza, sino historia.