Portada » Español » Renacimiento: Características, Sociedad, Filosofía y Literatura
El Renacimiento fue un movimiento cultural que abarcó todos los aspectos de la actividad humana. Significó un cambio de mentalidad, una nueva valoración del mundo, la persona y la existencia. Un renacer a lo clásico, con el resurgimiento de valores sociales y estéticos. Tuvo su inicio a mediados del siglo XIV en el norte de Italia y desde allí se difundió al resto de Europa, donde se desarrolló en el siglo XVI.
Fue el fruto de una transformación social e ideológica que se sustentó sobre dos pilares básicos:
El hombre renacentista vuelve la vista atrás, considerando al hombre como la medida de todas las cosas.
El nacimiento y expansión del Renacimiento tuvo su origen en una nueva organización social que se manifestó en los siguientes factores:
Surgieron grandes inventos y constantes progresos tecnológicos.
Las nuevas ideas filosóficas criticaron el pensamiento medieval y revitalizaron las ideas filosóficas clásicas. Entre las más importantes se encuentran:
La persona se situó en el centro del universo y la razón, junto con el cultivo de la inteligencia, la convirtieron en un ser superior. Se abandonó el teocentrismo medieval y la naturaleza apareció como lugar de goce y disfrute.
El humanista es un erudito, un crítico que se basa en estos principios:
El petrarquismo culmina el proceso de espiritualización que experimenta el amor cortés y los trovadores provenzales. Se caracteriza por el análisis minucioso de las galerías del alma, la fusión lírica con la naturaleza y la sinceridad de la expresión del sentimiento.
El amor se presenta como un anhelo de la belleza según la filosofía neoplatónica. La amada es el reflejo de la divinidad, y el amor se considera un acto de adoración. La amada responde con indiferencia, adopta una actitud esquiva. El enamorado, afligido por la condición de inalcanzable (debido a su destino), experimenta un dolor insufrible pero al mismo tiempo gozoso. Puede reaccionar entre lamentos, reprochándole a su amada su condición esquiva. Rehúye toda compañía y se refugia en la naturaleza. Se recluye en sí mismo y analiza minuciosamente sus estados de ánimo.
La belleza se plasma en un retrato poético de la amada. Se trata de un retrato físico que se produce mediante la sustitución metafórica, utilizando metáforas estéticas ascendentes.
Uno de los tópicos más recurrentes es el Carpe Diem. El poeta se dirige a una joven instándola a gozar de la juventud antes de que el tiempo marchite su belleza. Aplicado al tema del amor, significa «aprovecha el amor antes que la juventud».
La naturaleza se presenta apacible y agradable al mundo. Está idealizada y refleja la belleza del creador. Los elementos que conforman ese paisaje estilizado (locus amoenus) inundan de armonía el paraje, invitando al ser humano a unirse a un plácido sueño. La naturaleza se muestra impasible y distante, alejada del dolor humano, o bien se conmueve y resulta la confidente ideal de su aflicción.
La mitología impresiona al hombre renacentista por su desbordante vitalismo, sensualidad y belleza, especialmente a través de las Metamorfosis de Ovidio. Los mitos clásicos cumplen una función estética. Entre los poetas petrarquistas del primer Renacimiento destacan Garcilaso de la Vega, Hurtado de Mendoza, Gutierre de Cetina y Hernando de Acuña. En el segundo Renacimiento, destaca Fernando de Herrera.
La poesía mística describe la experiencia de la unión del alma con Dios y sigue un proceso previo de purificación. No depende de la voluntad humana, sino que es una gracia divina. Es estática: el alma, al fundirse con la divinidad, se sumerge en un estado de arrobamiento inefable. Recurre al símbolo, la alegoría, la paradoja y la antítesis.
La poesía patriótica exalta el heroísmo nacional (destacan Fernando de Herrera y Fernando de Acuña). La épica culta se manifiesta en extensos poemas narrativos inspirados en las grandes epopeyas de la antigüedad clásica grecolatina. La épica del Renacimiento y la épica medieval no tienen relación, aunque ambas son de carácter narrativo y no lírico. La diferencia principal radica en que la épica medieval es popular y tradicional, mientras que la renacentista es culta.