Portada » Historia » Reinos cristianos en la Edad Media
Los restos más antiguos encontrados en la Península Ibérica se han hallado en Atapuerca. Pertenecen al Homo Antecessor y se corresponden con el Paleolítico Inferior (800000 años de antigüedad). Eran grupos nómadas, de cazadores-depredadores, que acampaban cerca de los ríos y tenían capacidad para fabricar hachas de mano y conservar el fuego. Practicaban en canibalismo. En Atapuerca también se han encontrado restos del Homo Heidelbergensis (300000 años de antigüedad). De la etapa del Paleolítico Medio se han encontrado restos de Homo de Neanderthal destacando los cráneos de Gibraltar. En el Paleolítico Superior aparece el Homo Sapiens. Vivían en cuevas o en campamentos al aire libre. Conocían el arco y la flecha. En la zona cantábrica se encuentran las pinturas rupestres de Altamira donde aparecen grandes mamíferos representados de manera naturalista empleando la policromía. El significado de estas pinturas puede ser propiciar buena caza. En el Levante se va a desarrollar una pintura rupestre más esquemática y monocroma donde se representan escenas de la vida cotidiana (cueva de Cogull). En el Neolítico aparece la agricultura, la ganadería, la sedentarización y la cerámica. En la Península Ibérica se desarrollan tres grandes culturas: la cerámica cardial, los sepulcros de fosa y el megalitismo.
Durante los siglos VII y VI a. C, coincidiendo con la Edad del Hierro, surge el que se considera el primer estado de la Península Ibérica, Tartessos. Se extendía desde Huelva hasta Cartagena, dedicándose a la ganadería y a la minería, y sobresaliendo como grandes orfebres (tesoro de Aliseda). Destaca los contactos comerciales con las Islas Británicas. Su forma de gobierno era una monarquía (Argantonio). Los Iberos (siglo V aC), se asentaron en el Levante y sur peninsular donde vivían en ciudades- estado independientes gobernadas por un rey (bastetanos, turdetanos…). Su economía se basaba en la agricultura cultivando la trilogía mediterránea. Lo más destacado de sus manifestaciones artísticas son sus “damas” entre las que sobresalen las de Baza y Elche. Los celtas llegaron entre los siglos IX y VI aC a través de los Pirineos asentándose en el centro y norte peninsular. Eran grupos de pueblos (lusitanos organizados en una estructura tribal de clanes de guerreros, por ello, vivían en castros fuertemente fortificados. Como resultado de la fusión cultural entre celtas e iberos en el interior peninsular surgíó la cultura celtíbera. La abundancia de metales (oro, plata y cobre) y la lucha por el dominio de las rutas comerciales atrajo a la península a los pueblos colonizadores del Mediterráneo. Los fenicios se establecieron en la costa levantina y andaluza, creando enclaves comerciales como Gadir. Los griegos tras la
fundación de Massalia penetraron en la Península Ibérica estableciendo colonias como Rodhe.
1.3. CONQUISTA Y ROMANIZACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. PRINCIPALES APORTACIONES ROMANAS EN LOS ÁMBITOS SOCIAL, ECONÓMICO Y CUTURAL.
Se inició con la Segunda Guerra Púnica (218-201 a C) y se desarrolló en tres fases. En la primera fase, tras la toma y destrucción de Sagunto por Aníbal, Escipión ocupó el Levante y el valle del Guadalquivir. Durante la segunda fase, Roma se encontró con la feroz resistencia de los pueblos celtas. Destacan dos episodios: la resistencia de Numancia tras un asedio de trece meses (133 a C) por parte de la República romana y la oposición de Viriato, líder de los lusitanos (139 aC). Durante la tercera y última fase (133-19 a C), Roma emprendíó la conquista de Baleares y de las tierras del Norte, donde se encontró con la oposición de cántabros y astures. La conquista no se culminó hasta la llegada del primer emperador romano, Octavio Augusto (Pax Romana), comenzando entonces la romanización, es decir, la adopción voluntaria de la forma de vida romana. Los romanos realizaron aportaciones a la población peninsular: económicas (integración de Hispania en el circuito comercial del Imperio, destacando la Vía de la Plata), sociales (Derecho romano), culturales (latín, cristianismo) así como el modelo de civilización urbana (teatros, acueductos…). En cuanto a la sociedad estaba dividida en hombres libres considerados hombres de pleno derecho y esclavos.
Desde el año 409 d C se produjo la llegada de pueblos germánicos a la Península Ibérica (suevos, vándalos y alanos). Los visigodos, pueblo bárbaro muy romanizado, firmó un pacto (foedus) con Roma por el que penetraron en el año 415 y expulsaron a vándalos y alanos, pero no a suevos. En el 507, tras ser derrotados por los francos en la batalla de Vouillé, los visigodos se establecieron en la Península Ibérica fundando el reino de Toledo. Los visigodos estaban dirigidos por un monarca que gobernaba apoyado en dos instituciones. El Aula Regia, eran asambleas de nobles cuya función era asesorar al rey. Los Concilios de Toledo, eran reuniones presididas por el rey en las que participaban altos cargos de la nobleza e Iglesia. Tomaban parte de las decisiones más importantes, tanto políticas (elección del rey) como religiosas (conversión al catolicismo con Recaredo). Con Leovigildo se llevó a cabo la uníón territorial del reino tras expulsar definitivamente a suevos y bizantinos. Por su parte, Recesvinto, propició una unificación legislativa gracias al Fuero Juzgo.
La cultura visigoda estuvo marcada por la influencia romana y cristiana. Destacaron en arquitectura construyendo iglesias como San Pedro de la Nave. También fueron excelentes orfebres y nos han llegado magníficas coronas votivas como la de Recesvinto.
La presencia musulmana de la Península Ibérica se debíó a dos factores: la debilidad de la monarquía visigoda y al movimiento expansivo del Islam. Musa, gobernador del norte de África, decidíó enviar en 711 una expedición dirigida por Tariq que derrotó a don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Entre los años 712 y 714 se consumó la conquista de casi toda la península que pasó a denominarse Al-Ándalus. Durante el emirato dependiente (714-756), la Península Ibérica fue una provincia del Califato de Damasco, gobernada por un emir, delegado del califa de Damasco. Fueron años de inestabilidad destacando la rebelión de los bereberes (741) como consecuencia del desigual reparto de las tierras; la batalla de Covadonga (722) en la que Don Pelayo derrotó a los musulmanes; y la batalla de Poitiers (732) en la que los francos derrotaron a los musulmanes frenando su expansión al otro lado de los Pirineos. En el 750 se produjo la matanza de la dinastía Omeya en Damasco. Abd-al-Rahmán I, miembro de los Omeyas huyó y llegó a la Península en el 756, proclamándose emir independiente. Se iniciaba así la etapa conocida como emirato independiente (756-929). Esta independencia de Al-Ándalus del califato de Bagdad era solo política, ya que en el plano religioso se manténía la supremacía espiritual del califa de Bagdad. En el 929, Abd al Rahmán III se autoproclamó califa, máxima autoridad política y religiosa rompiendo definitivamente con Bagdad. Esta etapa de conoce como califato de Córdoba (929- 1031), momento de mayor esplendor militar, cultural y artístico.
Desde comienzos del Siglo XI, algunos territorios habían comenzado a independizarse, aprovechando la crisis del califato. En 1031 una rebelión en Córdoba depuso el último califa,
Hisham III. Al Ándalus se fragmentó en multitud de reinos taifas (Toledo, Zaragoza, etc). Frente a la superioridad de los reinos cristianos, la supervivencia dependía del pago de parias, tributos que los taifas pagaban a los cristianos a cambio de su protección, y que fueron utilizados por los cristianos para rearmarse. Cuando en 1085, Alfonso VI de Castilla conquistó Toledo, los taifas pidieron ayuda a los almorávides (tribus guerreras del Norte de África). Los almorávides derrotaron a los cristianos en la Batalla de Sagrajas (1086), con lo que detuvieron el avance cristiano. Finalmente acabarán sometiendo a los reinos de taifas. A mediados del Siglo XII el poder de los almorávides se debilitó y comienzaron a perder posiciones ante los cristianos. De esta manera se formaron los segundos reinos taifas. Ante la debilidad de las segundas taifas llegaron los almohades quienes derrotaron a los reinos cristianos en la batalla de Alarcos (1197). Finamente en el 1212, Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra, vencieron a los almohades en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa (1212). Sólo resistía el Reino Nazarí de Granada bajo dominio musulmán, que permanecerá hasta la Conquista por los Reyes Católicos (1492).
Los musulmanes desarrollaron un importante sistema de regadío, aportando la noria y el sistema de canalización subterránea, e introdujeron nuevos cultivos como el arroz y los cítricos. El comercio experimentó un fuerte desarrollo, especialmente el exterior. Exportaba productos de lujo (marfil) e importaba (oro, esclavos de África). Gracias al oro africano, el Califato de Córdoba acuñó abundante moneda como el dinar de oro o dírham de plata. En el interior de las ciudades se situaban los zocos. Las ciudades como Córdoba, Sevilla, Toledo, Granada, etc., se convirtieron en importantes centros artesanales La sociedad estaba dividida en musulmanes y no musulmanes. Los musulmanes estaban constituidos por árabes (principales cargos) bereberes (musulmanes del Norte de África) y muladíes (hispano-visigodos convertidos al Islam). Los no musulmanes estaban formados por mozárabes (manténían su religión y costumbres) y judíos. Finalmente estaban los esclavos y negros. La cultura musulmana logró un alto grado de desarrollo en muchos campos : en Literatura
destacó en Ibn-Hazm y su obra El Collar de la Paloma y en Filosofía, Averroes, quien escribíó comentarios a la obra de Aristóteles. Los musulmanes destacaron en el campo de la arquitectura, construyendo edificios caracterizados por exteriores austeros que contrastan con interiores de gran belleza (mezquita de Córdoba, Alhambra de Granada).
2.4. LOS REINOS CRISTIANOS EN LA Edad Media. PRIMEROS NÚCLEOS DE RESISTENCIA. PRINCIPALES ETAPAS DE LA RECONQUISTA. MODELOS DE REPOBLACIÓN.
Tras la batalla de Covadonga en el 722 se creó el Reino de Asturias. Con Ordoño II la capital se trasladó a León formándose así el Reino de León. Para defender el Este se creó el Condado de Castilla gobernado por condes. Uno de ellos, Fernán González se proclamó independiente del reino de León. Carlomagno quería proteger su Imperio de los musulmanes, para ello creó la Marca Hispánica. A principios del siglo IX, pamploneses y aragoneses, se independizaron de los francos surgiendo el reino de Pamplona y el condado de Aragón. Será en el Siglo X cuando los condados catalanes se independicen con Borrell II. En cuanto a la Reconquista, se pueden distinguir las siguientes etapas: 1a) siglos VIII-X: Los cristianos avanzan hasta la cuenca del Duero. 2a XI-XII Alfonso VI de Castilla tomó Toledo. Paralelamente, el rey de Aragón Alfonso I “el Batallador” ocupó Zaragoza y Ramón
Berenguer IV, Tortosa y Lleida . 3a Siglo XIII. Tras la victoria cristiana en las Navas de Tolosa (1212), Jaime I de Aragón conquistó Mallorca, el reino de Valencia y el de Murcia y
Fernando III de Castilla entró en Córdoba, Jaén y Sevilla. Solo resistiría el reino Nazarí de Granada hasta 1492 que fue conquistado por los Reyes Católicos. Tras la ocupación militar de los territorios musulmanes era necesario repoblarlos para afianzar las conquistas. Existieron cuatro tipos de repoblación: La repoblación por presura (norte del Duero y en el Piedemonte pirenaico). Según el derecho romano, quien cultivaba un terreno despoblado se convertía en su propietario. Repoblación concejil (tierras entre el Duero, los Montes de Toledo y el Valle del Ebro). El territorio era dividido en concejos. El rey otorgaba una carta puebla (conjunto de normas). ▪ La repoblación de las órdenes militares (Santiago, Alcántara, Calatrava y Montesa). Valle del Guadiana, Teruel y en norte de Castellón. El territorio se dividíó en encomiendas. ▪ La repoblación por repartimientos. Valle del Guadalquivir y litoral levantino, de Castellón a Murcia. Se repartieron los territorios conquistados entre los que llevaron a cabo la reconquista.
Aunque a los monarcas se les reconocían numerosos poderes como juzgar, recaudar impuestos, dirigir el ejército etc., en la práctica su actuación se limitaba a las tierras de realengo (aquellas bajo el dominio directo del rey). El organismo más importante de la administración estatal era la Curia Real, consejo integrado por el clero y la nobleza cuya función era asesorar al rey. Desde 1188 en León, los monarcas convocaron también a los burgueses a la Curia, así nacieron las Cortes. Las funciones de las Cortes eran fundamentalmente dos: atender a las consultas del rey en asuntos de especial importancia y, sobre todo, votar subsidios (impuestos de carácter extraordinario). El régimen señorial fue un modelo político de soberanía compartida entre monarquía y nobleza. Tuvo su origen en la dependencia militar que tenía la monarquía de la nobleza durante la Reconquista para garantizar la seguridad del territorio y la expansión militar. Los reyes, a cambio de ayuda militar y lealtad (vasallaje) entregaban a los nobles latifundios con siervos (señoríos territoriales) y, en ocasiones, cedían también competencias propias del Estado como la justicia, la recaudación de impuestos o el control del orden público (señoríos jurisdiccionales). Así, el rey solo
ejercía estas competencias en sus propias tierras (señoríos de realengo). La sociedad se dividía en tres estamentos: nobleza, clero y pueblo llano (campesinos, artesanos y comerciantes). La nobleza y el clero pertenecían a los estamentos privilegiados ya que no pagaban impuestos, tenían leyes propias y monopolizaban los cargos públicos. Además, esta sociedad se caracterizaba por la falta de movilidad social, los estamentos eran grupos cerrados determinados por nacimiento.
2.6. ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LA CORONA DE Castilla, DE LA CORONA DE ARAGÓN Y DEL REINO DE Navarra AL FINAL DE LA Edad Media.
Castilla y Navarra fueron estados unitarios, mientras que la corona de Aragón nacíó como una confederación de reinos con leyes e instituciones propias (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca). Respecto al poder de la monarquía, en Castilla el rey gozó de gran autoridad por la aceptación del origen divino de su poder. Por el contrario, en la Corona de Aragón y Navarra, a la autoridad del rey estaba limitada por el supuesto origen pactista de la monarquía. En estos reinos había dos instituciones comunes: el Consejo Real o Curia Regia (órgano formado por nobles y eclesiásticos que asesoraba al rey) y las Cortes, institución que surge cuando el estado llano se incorpora al Consejo o la Curia. En Castilla, las Cortes apenas tenían autoridad, ya que eran únicamente consultivas y se limitaban a aprobar impuestos. Por el contrario, en Aragón y Navarra sirvieron a la nobleza y al clero para limitar el poder del rey, ya que sus decisiones eran vinculantes. Además, cada reino contaba con organismos propios, entre los que destacan:
● Castilla: la Audiencia o Chancillería (tribunal de justicia bajo supervisión del rey).
● Corona de Aragón: virreyes (lugarteniente del monarca en cada uno de los reinos) y, en Cataluña y en Valencia, la Generalitat (asamblea creada para supervisar el cumplimiento por el rey de lo acordado en las Cortes, y que acabó convertida en un organismo de gobierno).
-Navarra: Cámara de los Comptos (tribunal de cuentas, fiscalizaba los gastos del rey).
El matrimonio de Isabel y Fernando en 1469, herederos de las dos Coronas de Castilla y Aragón, dio origen a una nueva entidad política la monarquía hispánica. En 1479 Isabel I se convertía en reina de Castilla tras una guerra civil y Fernando II, rey de Aragón, al suceder a su padre Juan II. Los Reyes Católicos fueron el primer ejemplo de monarquía autoritaria.
Esta monarquía debe entenderse como una uníón dinástica de las dos Coronas, en las que cada reino siguió rigiéndose por sus leyes e instituciones. Los nuevos monarcas organizaron una serie de instituciones: ejército permanente, Santa Hermandad, embajadores, y los corregidores. Así mismo reorganizaron otras: los Consejos para auxiliar al monarca en la tarea de gobierno. Los Consejos podían ser territoriales (Castilla) o especializados en asuntos concretos (Hacienda). En cuanto a las Cortes, únicamente se reunían cuando los monarcas necesitaban más recursos financieros. Además, seguían existiendo la Audiencia en Castilla, los virreyes y Justicia Mayor en Aragón o la Generalitat en Cataluña y Valencia. La Inquisición fue introducida en 1478 por los Reyes Católicos que la convirtieron en un instrumento de unidad ideológica, al encargarle la persecución de los sospechosos de herejía, muy especialmente de judíos y musulmanes. En 1492 se produjo la conversión o expulsión de los judíos y en 1502, la de los musulmanes, los conversos recibieron el nombre de moriscos.
El año 1492 fue de vital importancia para la monarquía hispánica. Los Reyes Católicos reanudaron la guerra con el último territorio musulmán, el Reino Nazarí de Granada, en su camino hacia la unidad territorial. Se trató de una guerra de larga duración (1482-1492). En 1487 se conquistó Málaga y en 1489, Baza. Fue en Santa Fe (Granada) donde los Reyes Católicos situaron su campamento militar, cuyo objetivo era ocupar la capital, Granada. Tras numerosas batallas y asedios, el rey nazarí Boabdil entregaba las llaves de la ciudad a los monarcas (2 de Enero de 1492). El descubrimiento de América fue fruto de los viajes de exploración que castellanos y portugueses realizaban con el fin de abrir nuevas rutas hacia Asía. Cristóbal Colón, navegante genovés, trató de alcanzar las Indias por la ruta occidental. Propuso la empresa a Portugal, que rechazó el proyecto. Finalmente, en las Capitulaciones de Santa Fe, los Reyes Católicos firmaron y aceptaron la expedición. Colón partíó del puerto de Palos de la Frontera (Huelva) el 3 de Agosto de 1492. El 12 de Octubre de 1492 llegaba a la isla de Guanahaní, a la que denominó San Salvador. Después descubríó Juana (Cuba) y La Española (Haití). Emprendíó el regreso a la península en 1493. Colón regresó y tras ser recibido por los reyes en Barcelona, conseguirá el beneplácito para realizar otros tres viajes más entre 1493 y 1504.
En 1517 Carlos de Gante, recibíó una gran herencia territorial por parte de sus abuelos el archiducado de Austria, los Países Bajos, el Franco Condado, la Corona de Aragón y la Corona de Castilla con Navarra y América. En 1519 obtuvo la Corona Imperial de Alemania, convirtiéndose en Carlos V. Con él empezaba la dinastía de los Austrias o de los Habsburgo. En su política interior destacó la revuelta de las comunidades de Castilla. Las principales ciudades castellanas se sublevaron en 1520 y sustituyeron el poder municipal por comunas (artesanos, comerciantes y miembros de la baja nobleza y de bajo clero). Reclaman: defensa de privilegios de las ciudades; exclusión de los extranjeros de los cargos políticos; legitimidad de Doña Juana como reina de Castilla; oposición a la regencia de Adriano de Utrecht; permanencia del rey en Castilla; reducción de los impuestos y gastos de la Corte; limitación y control de la exportación de lana. Los comuneros fueron derrotados en Villalar (1521). En Valencia, Mallorca y Murcia, tuvo lugar la Revuelta de Las Germánías. En 1919 los gremios de artesanos de Valencia solicitaron al rey permiso para reclutar una milicia con el fin de defender la costa contra las amenazas de los piratas berberiscos. Tras su concesión se reunieron en junta y propusieron la reducción de los privilegios de la nobleza. La lucha por la hegemonía en Europa le llevó al enfrentamiento con Francisco I de Francia por el control del Milanesado, Flandes y Borgoña. Carlos I vencíó en la Batalla de Pavía (1525). La defensa de la ortodoxia católica le empujó a luchar contra protestantes. Con la Paz de Augsburgo (1555), cada príncipe elegía la religión de sus estados. En el Mediterráneo, se enfrenó contra los turcos que practicaban la piratería obteniendo una victoria en Túnez, pero no en Argel..
3.4. LA MONARQUÍA HISPÁNICA DE Felipe II: GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN. PROBLEMAS INTERNOS. GUERRAS Y SUBLEVACIONES EN Europa (1556-1598).
Felipe II, sucedíó en el trono a Carlos I. En 1561 trasladó la capital a Madrid y en 1580, se convirtió en rey de Portugal. Felipe II se caracterizó por su absolutismo monárquico y su intolerancia religiosa. Debido a la dificultad para reinar sobre tantos territorios, creó un sistema de gobierno basado en la existencia de Consejos (polisinodial). Existían Consejos territoriales (Castilla) o especializados en asuntos concretos (Hacienda) El rey era la cabeza del Imperio y dependiendo de él estaban los Secretarios. En cuanto a las Cortes, únicamente se reunían cuando los monarcas necesitaban más recursos financieros o para nombrar a un nuevo monarca. Además, seguían existiendo la Audiencia en Castilla, los virreyes y Justicia Mayor en Aragón o la Generalitat en Cataluña y Valencia. Navarra y Aragón, conservaron sus fueros (leyes y privilegios). Dentro de su política interior destacó la rebelión de las Alpujarras. Un Decreto real de 1567 prohibía a los moriscos el uso de su lengua y sus tradiciones, lo que provocó el estallido de una rebelión en la Nochevieja de 1568. Tras sofocar el conflicto (1570), Felipe II decretó la dispersión de los moriscos por Castilla. Otro conflicto interno fue el protagonizado por Antonio Pérez, secretario de Felipe II. Tras ser encarcelado, acusado de alta traición, huyó y se puso bajo el amparo del Justicia Mayor de Aragón. Felipe II ejecutó al Justicia que, a partir de ese momento, sería el elegido por el propio rey. En cuanto a la política exterior, unos de los episodios destacan la sublevación de las Provincias Unidas en los Países Bajos. En 1557 obtuvo la victoria en la batalla de San Quintín contra Francia a la que le siguió la firma de la paz de Cateau-Cambresis. En 1571, la Liga Santa formada por la monarquía hispánica, Venecia y la Santa Sede, derrotaron a los turcos en la batalla de Lepanto (1571). Sin embargo, Felipe II fracasó en su intento de invadir las Islas Británicas son la Gran Armada (1588).
Tras la exploración de las Antillas, las expediciones buscaron un paso hacia las Indias orientales: Núñez de Balboa llegó al Pacífico; Magallanes y Elcano dieron la primera vuelta al mundo en 1519 demostrando la esfericidad de la Tierra. Además, se conquistaron las civilizaciones precolombinas. En 1519 Hernán Cortés emprendíó la conquista del Imperio Azteca. En 1535 se convirtió en el Virreinato de Nueva España. En 1531 Francisco Pizarro haría lo mismo con el Imperio Inca, creándose el Virreinato del Perú. Las tierras conquistadas se cultivaron bajo el sistema de encomienda, que permitía al colono explotar el trabajo indígena a cambio de su cristianización. La mita fue un sistema similar de
trabajo obligatorio en minas. La Corona dictó las Leyes de Indias para proteger a los indígenas de los abusos de los colonos tras las protestas de algunos religiosos como el obispo Bartolomé de las Casas. La colonización provocó una catástrofe demográfica (por las nuevas enfermedades y la dureza del trabajo) e importantes cambios económicos (introducción de la moneda y nuevos productos agropecuarios como el trigo, vacas y ovejas) y culturales (imposición del cristianismo o del español). Además, la conquista supuso la conversión de la monarquía hispánica en la primera potencia mundial, el establecimiento del sistema de comercio monopolístico, la llegada masiva de materias primas, metales preciosos y nuevos productos (cacao, judía, tabaco…) y el aumento de la movilidad social.
El reinado de Felipe III (1598-1621), se caracterizó por el sistema de validos, que consistía en que el rey delegaba las tareas de gobierno a un noble de su plena confianza. El valido de Felipe III fue el Duque de Lerma. El episodio más destacado de su reinado en política interior fue la expulsión de los moriscos, primero en Valencia (1609) y al año siguiente en Aragón y Castilla. Casi 300.000 moriscos abandonaron la Península Ibérica. En política exterior se produjo la Tregua de los Doce Años con los Países Bajos (1609-1621). Durante el reinado de Felipe IV (1621-1665), su favorito fue el conde duque de Olivares. El ideario del conde duque de Olivares se plasmó en una serie de proyectos que no fueron bien acogidos por la población: unificación de la monarquía, creación de la Uníón de Armas y la creación de un banco estatal. En 1640 se alcanzó un momento crítico. Un episodio importante fue la rebelión de Cataluña (1640- 1652). La causa inmediata de estos conflictos fueron los desmanes cometidos sobre la población por parte de los soldados castellanos e italianos destinados en el frente catalán con motivos de la guerra contra Francia. El día del Corpus Christi estalló un violento motín en el que el virrey fue asesinado. Por la participación de los segadores se conoce como la Guerra de los Segadores que condujo a los catalanes a entregarse en manos del rey francés, al que nombraron conde de Barcelona. Se rindieron en 1652 ante las tropas de don Juan de Austria. El otro acontecimiento fue la rebelión y la independencia de Portugal (1640-1668), que condujo a la proclamación del duque de Braganza, como rey con el nombre de Juan IV.
Desde 1618, la paz europea estuvo amenazada por un conflicto, en principio exclusivamente alemán, entre protestantes y católicos: los príncipes protestantes alemanes se habían rebelado ante las aspiraciones políticas y religiosas del emperador Fernando II, católico intransigente de dinastía de los Habsburgo, a la que también pertenecían los monarcas españoles. Este conflicto local acabó siendo europeo. Se enfrentaron los Habsburgo (austriacos y españoles) que pretendían mantener su hegemonía en Europa y los protestantes alemanes, Francia y las Provincias Unidas del Norte que pusieron fin a la Tregua de los Doce Años con la Monarquía Hispánica. La Guerra de los Treinta Años acabó finalmente con la Paz de Westfalia (1648) que tuvo para España dos consecuencias importantes: independencia definitiva de las Provincias Unidas y pérdida de la hegemonía en Europa. España continuó su guerra en solitario con Francia hasta la Paz de los Pirineos (1659) que confirmó el declive de la monarquía hispánica y supuso la cesión a Francia del Rosellón y la Cerdeña, el Artois. Además, aceptaba el matrimonio de la infanta María Teresa (hija de Felipe IV) con Luis XIV que con el tiempo permitiría la llegada de los Borbones a España.
Durante el Siglo XVII España sufríó una profunda crisis económica, social y demográfica que, aunque fue generalizada en Europa, en España tuvo una mayor incidencia, especialmente en Castilla. Los factores que explican la crisis económica son los siguientes: bancarrotas por el endeudamiento de la Hacienda Real y la política exterior de los Austrias; la situación de guerra permanente llevó a medidas extraordinarias, como la devaluación de la moneda (vellón) o el aumento de la presión fiscal, así como a emplear el oro de América en costear estas campañas. También se produjo un descenso de la producción agrícola, y una crisis del comercio y la artesanía. La crisis demográfica, inicialmente vinculada a la economía, se manifestó en un estancamiento de la población durante este siglo, especialmente en La Meseta. A la difícil situación económica hay que sumarle las frecuentes epidemias y pestes. En este aspecto, también es destacable la expulsión de los moriscos, llevada a cabo en 1609 durante el reinado de Felipe III, que menguó la población en Aragón y Levante. También las migraciones a América contribuyeron al descenso poblacional.
El reinado de Carlos II (1665-1700) se caracterizó por el agravamiento de la decadencia de la monarquía hispánica. Su madre, Mariana de Austria, actuó como regente durante su minoría de edad, confiando en el jesuita alemán Nithard como valido y más tarde con Fernando de Valenzuela. Por su parte, Carlos II tuvo como validos a Juan José de Austria, el duque de Medinacelli y al conde de Oropesa durante su reinado efectivo. La incapacidad de Carlos II para manejar los asuntos del reino agravó la crisis política, situación que aprovechó la Francia de Luis XIV para conquistar el Franco Condado (Paz de Nimega, 1678). La falta de descendencia de Carlos II desató una grave crisis política internacional por la sucesión al trono español. Mientras España luchaba por conservar la unidad territorial, las potencias europeas aspiraban a repartirse sus posesiones. Tanto los Austrias de Viena como los Borbones alegaban derechos sucesorios. En 1700 Carlos II nombró sucesor a Felipe de Anjou. La posibilidad de que los Borbones reinasen a ambos lados de los Pirineos despertó los recelos de Inglaterra y los Países Bajos, que apoyaron la candidatura del archiduque Carlos de Austria. Poco después moría Carlos II, iniciándose la Guerra de Sucesión.
En 1700, Carlos II eligió sucesor a Felipe de Anjou, nieto del rey de Francia, Luis XIV. En 1701 se creó la Gran Alianza de la Haya formada por el Sacro Imperio Romano Germánico, Austria, Inglaterra, Portugal, Prusia y Saboyá, que apoyaba al archiduque Carlos de Austria. En 1703 declaró la guerra a Francia y España. La Guerra de Sucesión (1701-1714) fue un conflicto europeo, pero también una Guerra Civil que enfrentó a la Corona de Castilla con la Corona de Aragón. Destacaron batallas como Almansa, Brihuega o Villaviciosa. En 1711, el archiduque Carlos fue nombrado emperador del Sacro Imperio, lo que hizo que Inglaterra abandonara la Alianza de la Haya y forzara firmar la paz. En la Paz de Utrecht, Inglaterra fue la gran vencedora ya que obtuvo beneficios territoriales (Gibraltar, Menorca y Terranova) y mercantiles (asiento de negros y permiso de navíos). Austria recibíó Nápoles, Cerdeña, Milán, Países Bajos, y Saboyá, Sicilia. Posteriormente Austria y Saboyá se intercambiaron Sicilia y Cerdeña. Inglaterra se convirtió en la primera potencia mundial, sustituyendo a Francia. La política exterior de Felipe V estuvo marcada por un acercamiento con Francia que se materializó en los Pactos de Familia. Por el Primer Pacto de Familia (1733), España y Francia participaron en la Guerra de Sucesión Polaca. El hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio obtuvo Nápoles y Sicilia. El Segundo Pacto de Familia (1743), llevó a España a participar en la Guerra de Sucesión Austriaca por la que otro hijo de Felipe V, Fernando, recibíó Parma. Por último, en 1776 se firmaba el Tercer Pacto de Familia, por el que España apoyaba a las trece colonias de América del Norte en su lucha contra Inglaterra por su independencia. Por el Tratado de Versalles (1783), España recuperaba Menorca y Florida.
Los Decretos de Nueva Planta fueron un conjunto de leyes aprobadas por Felipe V por las que se abolieron los fueros, instituciones y privilegios de la corona de Aragón (Aragón y Valencia en 1707; Cataluña y Mallorca en 1716) por su apoyo al archiduque Carlos de Austria durante la guerra de Sucesión. Impusieron la uniformidad jurídica en toda España bajo las leyes de Castilla. Solo Navarra y las provincias vascas, que apoyaron la causa borbónica durante la contienda, conservaron sus fueros. Los Decretos de Nueva Planta impusieron un sistema de gobierno absolutista y centralista. El castellano fue la lengua oficial, salvo el euskera. En la administración central se sustituyó el sistema polisinodial de los Austrias, basado en Consejos, por el de las Secretarías de Estado o Despacho precursoras de los ministerios actuales. A su frente estaban los Secretarios que despachaban directamente con el rey. Solo el Consejo de Castilla mantuvo su rango de máximo órgano político (redactaba las leyes y actuaba como Tribunal Supremo de Justicia) y su presidente era el cargo político más importante después del rey. En administración territorial, el reino se dividíó en provincias o intendencias, instituciones de origen francés. Por último, en la administración local, se reforzó el control sobre los municipios con la extensión a la Corona de Aragón del modelo castellano.
4.3. LA ESPAÑA DEL Siglo XVIII: EXPANSIÓN Y TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS. AGRICULTURA, INDUSTRIA Y COMERCIO CON AMÉRICA. CAUSAS DEL DESPEGUE ECONÓMICO DE CATALUÑA
Durante el Siglo XVIII se adoptaron medidas que produjeron mejoras en la economía. En agricultura, se introdujeron importantes medidas para combatir las frecuentes crisis de subsistencia : impulso de nuevos cultivos (maíz), construcción de canales de riego y navegación (Canal Imperial de Aragón), colonización de nuevas tierras (Sierra Morena), liberalización del mercado de trigo (fin de la tasa de precios fijos) y limitación de los privilegios de la Mesta. Sin embargo, los resultados fueron insuficientes al mantener la concentración de la propiedad de la tierra en manos muertas. En la industria se produjo un crecimiento de la producción debido a la adopción de medidas proteccionistas (aranceles) y de fomento de las manufacturas (Reales Fábricas), así como la aparición de nuevos sistemas productivos como el trabajo doméstico. En cuanto al comercio, el interior en el Siglo XVIII era todavía escaso por el autoconsumo del campesinado español, los obstáculos naturales del territorio peninsular que dificultaban las comunicaciones, la deficiente infraestructura de vías de comunicación y la escasez de medios de transporte terrestre. En cuanto al comercio exterior, seguía siendo deficitario. La nueva dinastía de los Borbones descubríó en América una importante fuente de ingresos mediante una explotación económica de tipo colonial. En el Siglo XVIII la industria catalana crecíó más que el resto de España. En la agricultura se produjo un aumento de la demanda debido al crecimiento demográfico. La artesanía y el comercio se aprovecharon de las medidas de liberalización económica y de las proteccionistas, destacando el sector textil.
La Ilustración fue un movimiento cultural de origen francés que confiaba en el uso de la razón como instrumento para lograr el progreso de la nacíón y la felicidad de los individuos, y que promovíó en España ideas como la libertad económica, la autonomía del poder político sobre la Iglesia o el fomento de la educación y las ciencias útiles (matemáticas, física, botánica). La Ilustración encontró en España numerosas dificultades por el analfabetismo, la oposición del clero, el desinterés de la nobleza y el clero y el escaso peso de la burguésía. El despotismo ilustrado fue una forma de gobierno que trató de aunar las ideas absolutistas e ilustradas (“todo para el pueblo, pero sin el pueblo). Para ello los monarcas promovieron el progreso de sus reinos mediante reformas económicas, culturales y sociales, aunque sin alterar las bases del Antiguo Régimen (absolutismo y sociedad estamental). En España fue Carlos III quien mejor encarnó sus ideales. Promovíó el desarrollo agrario (colonización de nuevas tierras, canales de riego y navegación), comercial (Decreto de Libre Comercio, creación del Banco de San Carlos), social (decretos de dignificación del trabajo) y cultural (reforma universitaria) del país a través de ministros como Esquilache, Aranda, Floridablanca y Jovellanos. La política reformista de Carlos III chocó contra la Iglesia y la nobleza y se desvanecíó con Carlos IV tras el estallido de la Revolución francesa.