Portada » Historia » Reinado de Carlos IV, Guerra de Independencia y Constitución de 1812
Carlos IV sucedió a su padre, Carlos III, en 1788. Su reinado estuvo condicionado por el estallido de la Revolución Francesa en 1789. Al acceder al trono, Carlos IV mantuvo como primer ministro a Floridablanca, por recomendación de su padre. Sin embargo, por influencia de la reina María Luisa de Parma, Manuel Godoy ascendió al cargo de primer ministro, siendo el verdadero gobernante de España desde 1792 hasta el final del reinado, aunque fue relevado del cargo durante un breve paréntesis entre 1798 y 1800.
En 1807, Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, por el cual se permitía a las tropas francesas atravesar el territorio español para conquistar Portugal. En 1808 estalló el Motín de Aranjuez, que se había gestado en torno a la figura de Fernando VII. Como consecuencia, José Bonaparte se convirtió en rey de España y promulgó la Constitución o Estatuto de Bayona. El 2 de mayo de 1808, el pueblo madrileño se amotinó. El territorio español quedó dividido en dos bandos: los afrancesados y la resistencia. Esta última estaba formada por los liberales, que pretendían establecer un nuevo tipo de monarquía, y los absolutistas, partidarios del Antiguo Régimen y del retorno de Fernando VII como monarca absoluto. Se crearon juntas locales, que se integraron en juntas provinciales, asumiendo la autoridad en nombre de Fernando VII.
En junio de 1808, con el objeto de reprimir los levantamientos populares e instaurar el régimen de José I, un ejército de 17 000 hombres se adentró en España. No obstante, la inesperada resistencia de los españoles desbarató en un primer momento los proyectos de Napoleón. En la primavera de 1812, la necesidad de efectivos en el frente ruso por parte de Napoleón facilitó la victoria del general Wellington, quien expulsó a los franceses de Andalucía y los presionó hasta su retirada. Finalmente, en 1813 se firmó el Tratado de Valençay, por el que Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España.
Tras los acontecimientos de 1808, España había quedado en manos de un rey extranjero, José Bonaparte, y el país estaba ocupado por un ejército invasor. Para controlar la situación, en las zonas no ocupadas se crearon juntas locales, que se integraron en juntas provinciales que asumieron la autoridad en nombre de Fernando VII, bajo la presidencia de Floridablanca. Se reunió una sola asamblea, en representación de la nación, no del rey, aunque se reconocía como soberano legítimo a Fernando VII, y se le juraba fidelidad.
Los diputados, elegidos por las ciudades, representaban tres grupos ideológicos:
La mayoría de los diputados de Cádiz pertenecían al grupo de los liberales, pero no representaban realmente a la opinión mayoritaria del pueblo español.
En el contenido de la Constitución, diferenciamos tres apartados:
La Constitución de 1812 es una constitución típicamente burguesa que acaba con el sistema político, social y económico del Antiguo Régimen para establecer otro de carácter liberal que asegura el control político, intelectual y económico de la burguesía. Cuando llegó Fernando VII, todos los que estaban en contra de la Constitución se unieron al rey para acabar con ella. Su vigencia, por ello, fue muy limitada.
Mientras Fernando VII permanecía prisionero en Francia, el pueblo español, en nombre del rey, había redactado la Constitución de 1812. Esta no representaba la opinión de todos los españoles, lo que condujo a la división en dos grupos: los absolutistas y los liberales. Fernando VII fue liberado por el Tratado de Valençay en 1814. A su llegada a Valencia, le entregaron el «Manifiesto de los Persas», un escrito redactado por 69 diputados, donde le animaban a reinstaurar el Antiguo Régimen. Sin embargo, la vuelta al Antiguo Régimen no era posible, y lo que hizo Fernando fue volver al sistema de 1808: un despotismo ilustrado en el que el rey gobernaba con ayuda de ministros.
En 1820, el coronel Rafael de Riego inició un alzamiento en Cabezas de San Juan (Sevilla) en defensa de la Constitución de 1812. Fernando VII se vio obligado a capitular y en marzo juró la Constitución. Se volvió al régimen de 1812 durante tres años, en el llamado Trienio Constitucional (1820-1823).
En 1823, Fernando VII fue liberado y la Constitución fue nuevamente abolida. Comienza la Década Ominosa y se inició una brutal represión contra los liberales. Poco a poco, el régimen absolutista se moderó. Esta vez no se restauró la Inquisición e incluso Fernando contó con algunos ministros reformistas. Los absolutistas más radicales quedaron decepcionados y formaron un partido, los absolutistas radicales o apostólicos, en torno a Carlos, hermano de Fernando. Los liberales eran dirigidos por Cea Bermúdez.
En 1833, el rey moría e Isabel era reconocida como heredera, y su madre, como regente. Mientras tanto, en América había culminado el proceso de emancipación. Los criollos, descontentos de su situación frente a España, difundieron las ideas de libertad. Además, tenían el ejemplo de la independencia de Estados Unidos. Los sucesos de 1808 en la Península iniciaron el proceso. En Buenos Aires, los criollos depusieron al virrey y crearon una junta, con el liderazgo de San Martín. En Nueva Granada, el liderazgo recayó en Bolívar. En 1814, tras el regreso de Fernando VII, se mandaron tropas al mando de Morillo para sofocar la sublevación, pero en 1816 nuevamente estalló la revuelta. El pronunciamiento de Riego en 1820 impidió el envío de nuevas tropas. La pérdida del Perú puso fin a la guerra. Por otro lado, también comenzó el proceso de influencia económica y política de los Estados Unidos en la zona.