Portada » Español » Recursos Efectivos para el Desarrollo de la Conciencia Fonológica en Niños
Para Julieta Fumagalli, especialista en alfabetización inicial y desarrollo del lenguaje, los recursos que más favorecen el desarrollo de la conciencia fonológica son aquellos que promueven una relación directa entre los sonidos y las palabras, facilitando su segmentación y manipulación. De los recursos mencionados, los más efectivos serían:
Justificación:
Las canciones son ideales porque utilizan rimas, ritmos y repeticiones, lo que favorece la discriminación auditiva y la identificación de patrones sonoros.
Fumagalli destaca que las canciones permiten a los niños experimentar con el lenguaje oral de forma lúdica, practicando la segmentación silábica y la rima.
Según Fumagalli (2020), las actividades musicales facilitan la internalización de los sonidos y las estructuras del lenguaje, promoviendo un aprendizaje fonológico significativo.
Ejemplo: Canciones como «Arroz con leche» trabajan la rima y la segmentación, elementos clave en la conciencia fonológica.
Justificación:
La narración oral fomenta la atención y concentración en las palabras y sonidos. Fumagalli argumenta que este recurso permite a los niños escuchar, repetir y jugar con los sonidos del lenguaje, promoviendo la identificación de fonemas y sílabas.
Además, al contar historias, los narradores suelen enfatizar palabras clave, rimas o aliteraciones, lo que ayuda a los niños a percibir patrones sonoros.
Según Fumagalli, este recurso también fomenta la imaginación, enriqueciendo el vocabulario y la sensibilidad fonológica.
Ejemplo: Narrar cuentos con rimas o repeticiones, como «Los tres chanchitos», ayuda a los niños a identificar secuencias y sonidos.
Justificación:
Fumagalli resalta que las imágenes de secuencias narrativas son efectivas porque integran lenguaje oral, estructuración narrativa y conciencia fonológica.
Este recurso motiva a los niños a describir escenas, lo que les lleva a segmentar palabras en sílabas o identificar sonidos iniciales y finales.
Además, este trabajo se realiza en un contexto significativo, lo que refuerza el aprendizaje fonológico al vincularlo con la comprensión de historias.
Ejemplo: Utilizar imágenes que representan «preparar una torta» invita a los niños a describir las acciones (ej., «batir», «mezclar») y trabajar los sonidos de cada palabra.
Para Julieta Fumagalli, el desarrollo de la conciencia fonológica es esencial en el pasaje de la lengua oral a la lengua escrita, ya que permite a los niños comprender cómo los sonidos del habla se representan gráficamente en un sistema alfabético. Fumagalli enfatiza que esta habilidad es un puente clave entre la oralidad y la alfabetización, promoviendo el aprendizaje significativo y la adquisición de la lectoescritura. Es el pilar fundamental que asegura un pasaje exitoso de la lengua oral a la lengua escrita, ya que permite a los niños comprender y dominar el sistema alfabético desde una perspectiva activa y significativa.
Corresponden a las etapas por las que pasan los niños mientras desarrollan su comprensión del sistema de escritura. Estos niveles, definidos principalmente por Emilia Ferreiro y Ana Teberosky (1979) en su estudio sobre la psicogénesis de la lengua escrita, describen cómo los niños construyen progresivamente el conocimiento sobre la escritura mediante hipótesis y reflexiones personales.
Características:
Ejemplo: Escribir «mnbz» para representar «casa».
Importancia: En esta etapa, el niño está explorando el concepto de que el lenguaje oral puede representarse gráficamente.
Características:
Ejemplo: Escribir «CA» para «casa» o «TO» para «torta».
Importancia: Esta etapa refleja que el niño está avanzando hacia la comprensión de la segmentación del lenguaje en unidades sonoras.
Características:
Ejemplo: Escribir «COA» para «cosa» o «TAA» para «taza».
Importancia: Indica la transición hacia un entendimiento más completo del sistema alfabético.
Características:
Ejemplo: Escribir «caza» en lugar de «casa» (confusión fonética).
Importancia: Esta etapa marca la capacidad de utilizar la escritura para comunicarse de manera efectiva.
La escritura del nombre propio es clave en la alfabetización inicial, ya que representa un referente significativo y cercano para los niños. Esta secuencia respeta una progresión de aprendizaje, integrando saberes fonológicos, gráficos y contextuales.
Actividad: «Mi nombre en el cartel»
Se entregan tarjetas con los nombres de los niños y un abecedario móvil.
Los niños buscan su nombre en un cartel grande donde están escritos todos los nombres del grupo. Luego, intentan formar su nombre utilizando las letras del abecedario móvil.
Objetivo: Familiarizarse con la forma escrita del nombre propio y reconocerlo visualmente entre otros.
Fundamento: Emilia Ferreiro destaca que el aprendizaje comienza con el reconocimiento visual de palabras significativas antes de producirlas.
Actividad: «Jugamos con los sonidos de mi nombre»
Se propone a los niños que aplaudan las sílabas de su nombre y digan cuál es la primera letra.
Luego, se agrupan los nombres que empiezan con el mismo sonido o letra inicial, identificando similitudes entre ellos.
Objetivo: Trabajar la segmentación silábica y el reconocimiento del sonido inicial del nombre.
Fundamento: La conciencia fonológica es un paso esencial para relacionar los sonidos del habla con las letras escritas (Fumagalli, 2020).
Actividad: «Escribo mi nombre con ayuda»
Se les entrega una tarjeta con su nombre escrito en mayúsculas y un espacio para copiarlo.
Los niños escriben su nombre debajo, primero con un modelo a la vista y luego intentan hacerlo sin mirarlo.
Objetivo: Desarrollar la motricidad fina y comenzar a establecer correspondencias grafema-fonema.
Fundamento: Ferreiro y Teberosky (1979) afirman que el uso del nombre propio en actividades escritas fomenta el desarrollo de la hipótesis alfabética.
Actividad: «Firmo mis dibujos»
Después de realizar un dibujo libre, los niños firman su trabajo escribiendo su nombre. Pueden hacerlo en una hoja especial con «espacio para la firma» al pie del dibujo.
Objetivo: Promover el uso del nombre propio en un contexto significativo y funcional.
Fundamento: Vigotsky (1978) resalta que los aprendizajes contextualizados y con sentido para el niño favorecen el desarrollo de habilidades.