La narrativa hispanoamericana vive en el Siglo XX una revolución artística en la que destacan
Nombres propios que marcan un punto de inflexión en la literatura mundial. Se pueden distinguir en su
Evolución las siguientes etapas:
1. Realismo tradicional (hasta 1940): la narrativa reproduce el mundo rural con excesivo
Objetivismo y retrata tipos muy esquemáticos. Destaca más la preocupación por el mensaje social que el
Valor estético de la novela. 2. Realismo renovador o Realismo mágico (1940-1960): es difícil incluir en el mismo apartado a
Escritores tan diferentes como Miguel Ángel Asturias y Jorge Luis Borges. Sin embargo, por la fecha de
Publicación de sus libros y por los cambios que realizan frente a los anteriores, podemos trazar las
Siguientes carácterísticas comunes en las novelas de las décadas de los 40 y los 50:
– Se conservan las intenciones políticas y sociales a través de una denuncia crítica.
– El Realismo se funde con elementos fantásticos o maravillosos. Es el llamado Realismo mágico,
Donde lo mítico, legendario e irracional se mezcla con la realidad. El resultado es la poetización de
La realidad, al descubrirse lo extraordinario que se esconde tras lo cotidiano.
– No se abandona el interés por el ámbito rural, pero se combina con el mundo urbano.
– Junto a los temas sociales, aparecen preocupaciones existencialistas, de manera que lo local va
Dejando paso a las reflexiones de alcance universal.
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– Se manifiesta una mayor preocupación formal por la construcción de las novelas y cuentos, y por la
Innovación de las técnicas narrativas. Se rompe la estructura tradicional de la novela, se altera la
Linealidad temporal (abundan las retrospecciones, las prospecciones y las historias intercaladas o
Paralelas), se combinan diferentes voces narrativas y puntos de vista, se experimenta con las
Posibilidades expresivas del idioma.
Autores más significativos:
– Miguel Ángel Asturias: su obra maestra, El señor Presidente, se clasifica como “novela de dictador”
Y es una denuncia política esperpéntica de la arbitraria utilización del poder.
– Alejo Carpentier: El siglo de las luces recrea la Revolución francesa en Cuba mezclando historia y
Ficción.
– Jorge Luis Borges: en obras como El Aleph indaga filosóficamente en temas como la identidad
Humana, el eterno retorno y el tiempo, la eternidad, etc.
– Juan Rulfo: su obra maestra, Pedro Páramo, es la síntesis perfecta del Realismo mágico: mezcla de lo
Real y lo fantástico, denuncia de la injusticia, presencia de la magia y el mito, fusión del pasado y el
Presente, de la realidad y la alucinación.
3. El boom de la novela hispanoamericana (1960-1980). Se trata del período de máximo esplendor
De esta narrativa y supone la integración definitiva de lo fantástico y lo real. Entre otros, podemos destacar
A los siguientes narradores:
– Julio Cortázar. Sus cuentos son verdaderos juegos de ingenio e imaginación (Bestiario, La vuelta al
Día en 80 mundos…). Su obra maestra es Rayuela, novela experimental que implica al lector al tener
Que elegir entre diferentes itinerarios de lectura.
– Gabriel García Márquez. Su obra cumbre, Cien años de soledad, es la culminación del Realismo
Mágico y una de las grandes novelas en lengua castellana (se trata de la obra en castellano más
Leída después del Quijote). La obra es mucho más que la historia de la familia Buendía a través de
Varias generaciones. La novela está construida como una sucesión de episodios apasionantes: sin
Tregua vamos pasando de unos personajes a otros, de unas épocas a otras, asistiendo a las
Peripecias más diversas y asombrosas. En el fondo, se trata de una gran saga americana: Macondo
Representa a toda Hispanoamérica. En el relato se mezclan de forma singular la realidad y la
Fantasía: la realidad puede resultar muy cruda, pero a la vez aparece traspasada por fuerzas
Sobrenaturales, por soplos mágicos. Y la fusión es fascinante: el lector se ve conducido
Irresistiblemente de lo real a lo mítico.
– Mario Vargas Llosa. Su obra parte de la realidad, de su vida y de Perú. Destacan novelas como La
Ciudad y los perros o Conversación en La Catedral.
– Ernesto Sábato. El túnel trata sobre el amor como locura y la persecución de lo inalcanzable.
– Carlos Fuentes, tal vez el más experimentalista de todos junto con Cortázar, escribe La muerte de
Artemio Cruz.
4. Últimos novelistas. La narrativa hispanoamericana posterior al espléndido boom se caracteriza,
Como en el resto de Occidente, por una diversa variedad de tendencias. Decrece, como en todas partes, la
Opción experimentalista, y se eligen discursos narrativos más transparentes, bien para dar una visión de la
Realidad social y política, de la crisis económica o de las dictaduras, o para revisar el pasado y el presente
Históricos; bien para narrar historias más íntimas y personales o para dar otras perspectivas en las que, con
Frecuencia, no falta el humor. La lista de narradores es numerosa: Elena Poniatowska, Eduardo Galeano,
Isabel Allende, Roberto Bolaño, Álvaro Muti