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1. SITUACIÓN HISTÓRICA DE DESCARTES a)–
La situación histórica de Descartes es una situación de crisis y desconcierto, tanto en el terreno del saber científico y filosófico como en el terreno de la religión. Esto es resultado de los acontecimientos que se producen en el siglo XVI ya principios del XVII:·
los descubrimientos físicos y astronómicos de Copérnico, Kepler y Galileo. Estos descubrimientos, sumados al de la esfericidad de la Tierra, destruyeron la imagen del Universo que se tenía hasta entonces, refutando nociones como las de la inmovilidad de la Tierra y su posición central en el Universo, que habían estado vigentes durante siglos;·
Como consecuencia de ella, el Occidente cristiano quedó divido, y se desencadenaron las guerras de religión. Además, la Iglesia católica reaccionó generando un movimiento de oposición: la Contrarreforma, cuya orden religiosa más representativa fue la Compañía de Jesús. Descartes se formó intelectualmente en una institución dirigida por esta orden, el Colegio de la Flèche.
La crisis intelectual y religiosa fomentó un clima de incertidumbre. Ante esta incertidumbre, se produjeron en la filosofía francesa dos reacciones de signo contrario:·
una fue la de Montaigne (1533.1592), que consistió en adoptar el escepticismo. El escepticismo defiende que no podemos alcanzar la certeza, por lo que todos nuestros conocimientos son inseguros.·
y otra la de Descartes, que consistió en lo contrario: en buscar la certeza dentro de os dos terrenos donde la misma se había perdido: el científico-filosófico y el religioso.-
En el terreno científico, esta búsqueda de certeza condujo a Descartes a elaborar un método universal capaz de proporcionar, a través de su aplicación rigurosa, conocimientos garantizados; y en el terreno religioso, le llevó a demostrar filosóficamente algunos dogmas fundamentales. Los resultados de estas investigaciones se recogen en sus dos obras filosóficas más famosas: el “Discurso del método” y las “Meditaciones metafísicas”.
2.1.
–
Descartes fundamenta la filosofía en el propio ser humano.
Maquiavelo, antes de él, ya había fundamentado antropológicamente la filosofía –en particular, la “ciencia política”-. Pero en su filosofía, junto al fundamento antropológico, aparece otro fundamento histórico: la Antigüedad clásica. Maquiavelo establece este segundo fundamento bajo la influencia del Humanismo renacentista. El Humanismo mira hacia el pasado clásico porque ve en él un ejemplo
-En la filosofía cartesiana, sin embargo, este fundamento histórico desaparece, porque Descartes, al contrario que Maquiavelo, no mira hacia el pasado; al revés, pretende hacer de él tabula rasa. ¿Por qué? Porque lo que ve en él no es un ejemplo, sino un error. Descartes ya no es un hombre del Renacimiento que siente veneración por la antigüedad, sino un hombre del Barroco que presencia desengañado el derrumbamiento de la física antigua bajo el efecto de los nuevos descubrimientos. Por esto, el fundamento histórico, dentro de su filosofía, desaparece, y se conserva sólo el fundamento antropológico-
Este fundamento es definido por Descartes de manera más precisa que por Maquiavelo. Según Descartes, ya no se trata de la naturaleza humana en general, como en Maquiavelo, sino de un aspecto restringido de ella: de la subjetividad, o sea, de la intimidad del yo. Descartes establece, por primera vez, el yo como fundamento de la filosofía.
-Por esto, su filosofía es, básicamente, una “egología”, una antropología centrada en el ego (=yo) del ser humano.
Descartes se apoya primero en el yo del hombre para ir, en un segundo momento, del mismo a Dios:
Por esto, su filosofía, además del carácter egológico, tiene, como segundo rasgo, la apertura a la teología.
-La filosofía, por estar abierta a la teología, puede y debe demostrar ciertas verdades religiosas. Para Descartes, estas verdades religiosas que “deben ser demostradas mediante razones de filosofía” son dos: la existencia de Dios y la inmortalidad del alma humana.
-Al considerar demostrables estas verdades, Descartes se aparta de la corriente fideísta que va de Ockham a Lutero. Se le puede ver, así, como un crítico de Ockham y como un defensor intelectual de catolicismo frente al espíritu de la Reforma.–
En relación con la existencia de Dios y con la espiritualidad e inmortalidad del alma, Ockham defendió un agnosticismo filosófico compensado por un fideísmo teológico. Es decir: él consideró que, aunque por medios filosóficos no se puede llegar a conocer estas cuestiones (=agnosticismo), el creyente debe aceptarlas por pura fe (=fideísmo). Pero Descartes rechaza ese agnosticismo y lo rechaza por dos motivos: primero, porque él tiene mucha más confianza que Ockham en la capacidad demostrativa de la razón; y el segundo, porque el agnosticismo filosófico conduce a basar la religión sólo en la fe, y Descartes no es partidario de ello. Mientras que Ockham criticó la validez de las demostraciones filosóficas de la existencia de Dios y destruyó la teología natural, Descartes plantea nuevas demostraciones filosóficas de la existencia divina y construye una metafísica capaz de sustituir a la teología natural medieval en la función de respaldar la religión.
-Descartes, en lo que respecta al problema de la relación entre filosofía y religión, está mucho más cerca de los pensadores cristianos anteriores a Ockham que de Ockham. Pero él defiende su postura basándose en planteamientos modernos, porque llega a Dios partiendo del yo, no de las Sagradas Escrituras.
-La apertura a la teología le sirve a Descartes para construir su metafísica. En efecto: como veremos, Descartes, aunque encuentra la certeza en el yo, necesita apoyarse en Dios, además de en el yo, para poder plantear una teoría metafísica sobre la realidad en conjunto. Es decir: sólo gracias a su apertura a la teología, la antropología egológica de Descartes termina desembocando en una metafísica.
Nuestra exposición de la filosofía de Descartes va a seguir cuatro pasos:
-primero explicaremos por qué esta filosofía se constituye egológicamente;
-luego explicaremos cómo la misma, una vez constituida egológicamente, se abre a la teología;-
después expondremos la metafísica que Descartes desarrolla a través de esta apertura;-
y por último, veremos la concepción del ser humano que Descartes plantea en el marco de su metafísica.
La filosofía de Descartes se constituye egológicamente como consecuencia de la dirección que éste toma para encontrar la certeza.-
Descartes busca la certeza como reacción al clima de incertidumbre generado por la crisis intelectual y religiosa de su tiempo. Él padeció en persona esta incertidumbre, como confiesa en el “Discurso del método”: “Me eduqué en las letras desde mi infancia y como me aseguraban que por medio de ellas se podía adquirir un conocimiento claro y seguro de todo cuanto es útil para la vida, tenía extremado deseo de aprenderlas. Pero tan pronto terminé el curso de los estudios, al cabo de los cuales se acostumbra a entrar en la categoría de los doctos, cambié por completo de opinión. Me embargaron, en efecto, tantas dudas y errores que, procurando instruirme, no había conseguido más provecho que el reconocer más y más mi ignorancia.”
3.1.
a) -Discrepancia entre Descartes y Ockham en relación con la certeza. Para éste, la certeza es una propiedad esencial de la intuición. La intuición es una aprehensión inmediata que consiste en percibir lo existente como existente. Según Ockham, la existencia es evidente, lo que significa que la misma se conoce como directamente con una percepción cierta. Esta percepción cierta que la existencia lleva consigo es la intuición. Según él, tanto la percepción sensible, con la que conocemos las cosas externas, como la percepción interna, con la que conocemos nuestros propios actos mentales, son intuitivas y nos dan, por tanto, un conocimiento cierto de sus objetos.
b) -Pero Descartes niega que la percepción sensible posea certeza, porque para él, un conocimiento sólo tiene certeza si es imposible dudar de él, y de los datos que nos suministra la percepción sensible podemos dudar perfectamente. Descartes justifica la posibilidad de dudar de los datos de los sentidos basándose en el hecho comprobado de que éstos, a veces, nos inducen a error. Además, hay que tener en cuenta que los descubrimientos físicos y astronómicos que se están produciendo en su época alimentan la desconfianza de los sentidos, porque demuestran de modo fehaciente que éstos nos engañan, por ejemplo, cuando nos hacen suponer que la Tierra es plana, o que la misma está quieta mientras que los otros planetas y el Sol se mueven a su alrededor.-
Como la misma no posee certeza, si sólo nos basamos en el testimonio de los sentidos, no podemos afirmar con seguridad que las cosas externas sean tal como las percibimos.-
Ni siquiera podemos afirmar con seguridad que estas cosas existan realmente, ya que el mundo entero, con todo lo que él contiene, podría ser sólo el escenario de una especie de sueño, en el que estamos inmersos sin ser conscientes de ello. No es que Descartes esté dudando personalmente de la existencia del mundo; él sólo quiere mostrar que, si nos ponemos a buscar un motivo para dudar de ella, lo podemos encontrar (aunque tengamos que fingir una hipótesis que parece disparatada). Y si podemos encontrar un motivo para dudar de la existencia del mundo, entonces es que esta existencia, en contra de lo que Ockham pensaba, no es evidente.
Pero la existencia del yo sí es evidente. Supongamos que uno de nosotros está percibiendo una habitación. Expresamos este hecho diciendo: “Yo percibo una habitación”. En esta proposición, la palabra “percibo” designa el acto mental; la palabra “yo”, el sujeto de este acto, y la expresión “una habitación”, el objeto del mismo. Si Ockham considerara el hecho, diría que se trata de un caso de conocimiento intuitivo; y que, dentro de él, tanto el acto mental, como el sujeto y el objeto del mismo, son realidades cuya existencia es evidente. Pero Descartes, por motivos expuestos, no estaría de acuerdo con Ockham: diría que la existencia del objeto percibido –la habitación- no es, ni mucho menos, evidente, y que la percepción del mismo no tiene certeza.
Ahora bien: una cosa es que esta percepción no tenga certeza, y otra distinta que no tenga realidad. Es un acto mental mío, y yo me doy cuenta de él: lo percibo internamente. Puedo expresar este hecho –mi percepción interna de mi propio acto mental- con esta frase: “Yo percibo que percibo una habitación”. En este caso, los objetos mencionados son dos: uno es la habitación, que percibo externamente por medio de los sentidos, y el otro, mi percepción de la habitación, que percibo internamente sin mediación de la sensibilidad. Pues bien: la existencia del primero no es evidente, porque yo puedo dudar de ella; pero la existencia del segundo sí lo es, porque resulta indubitable. Incluso aunque no existiera la habitación mi percepción de ella seguiría siendo real, y yo –que soy el sujeto de la misma- también. Podré dudar de que exista la habitación; pero no puedo dudar de que la estoy percibiendo, ni tampoco de que yo existo, ya que, si yo no existiera entonces ¿cómo iba a percibir la habitación?-
Descartes niega la certeza de la percepción sensible, pero afirma, en cambio, la certeza de la percepción interna. La existencia del mundo no es evidente porque el mundo se percibe con la percepción sensible y no con la interna; pero la del yo sí es evidente, porque el yo se percibe, por el contrario, con la percepción interna y no con la sensible.-De ahí que la filosofía de Descartes empiece siendo una egología.
Manuel García Morente (“Lecciones preliminares de Filosofía”) sostiene que la pregunta fundamental de la metafísica es la pregunta: ¿qué existe?, ¿quién existe?
Descartes a esta pregunta, en el primer momento (egológico) de su investigación, consiste en afirmar que existe el yo y existen los actor mentales que el yo percibe en sí mismo.-
No se puede afirmar, de momento, que existe el mundo, ni tampoco que existe nuestro cuerpo, porque el mundo puede existir; pero, de momento, no sabemos con seguridad que su existencia es un hecho. Y el cuerpo, como éste también se percibe con la percepción sensible, su existencia resulta tan cuestionable como la del mundo. La única existencia que no podemos cuestionar es la de nuestro propio yo, que es el sujeto de nuestra actividad mental, y la de los actos mentales que forman ésta.
Descartes emplea el término “idea” para designar los actos mentales del yo. Pero las ideas, para él, no son sólo los actos mentales, sino también los objetos de éstos. Cuando percibo una habitación, realizo un acto mental, y este acto mental –del que yo soy sujeto- tiene un objeto propio. El acto mental es la percepción; y el objeto del mismo, la habitación percibida ¿Puedo tomar este objeto, la habitación, por una cosa que existe más allá de mi mente, en el mundo? Ya hemos visto que no. Entonces, ¿por qué la debo tomar? Según Descartes, tan sólo por el contenido objetivo de una idea que existe en mi mente. Supongamos que la habitación no existiera, porque yo estuviera sufriendo, sin darme cuenta, algún tipo de alucinación. En el mundo no habría, entonces, una habitación real; pero, en mi pensamiento, la habitación seguiría estando presente como contenido de un acto mental mío –o sea, seguiría estando presente como idea-. Por eso, dice Descartes que debo distinguir entre la habitación como cosa y la habitación como idea: la primera, si existe, está más allá de mi mente; pero la segunda está en mi mente. O sea: la primera es trascendente a mi mente, pero la segunda es inmanente a ella.
-Como la idea es tanto mi acto mental como el objeto del mismo, resulta que los dos, acto y objeto, son inmanentes a mi mente. Los objetos que están presentes en mis actos mentales son inmanentes a mi mente, porque son ideas (no cosas).
1·
Soy un ser pensante2·
MI PERCEPCIÓN DE LA HABITACIÓN= Es un acto mío de pensamiento 3·
EN MI PERCEPCIÓN= Es el objeto de ese acto mío de pensamiento4·
LA HABITACIÓN COMO COSA REAL= Es una entidad que existe (suponiendo que tenga existencia) más allá de mi pensamientoEl cuarto de ellos, la cosa real (en este caso, una habitación) se encuentra ausente: lo que está presente en mi acto de percibir no es la cosa misma, sino una idea de ella.
Aquí se pone de manifiesto un rasgo revolucionario de la filosofía de Descartes: el idealismo. El idealismo consiste en afirmar que los objetos de nuestro pensamiento son las ideas, no las cosas.–
El idealismo, como señala García Morente, está “en oposición con las actitudes normales, naturales, del hombre”, porque la actitud natural del hombre consiste en creer que los objetos que le están presentes –y que él percibe, recuerda, desea, etc.- son las propias cosas reales. Pero es que estas actitudes, según Descartes, son ingenuas, y que dan por evidente algo que no lo es: la existencia del mundo.
3.6.
a) -Descartes distingue dos tipos de realidad: la “realidad objetiva” (realitas obiectiva), que poseen los objetos de nuestro pensamiento, y la “realidad formal” o “actual” (ralitas formalis o actualis), que poseerían las propias cosas reales, en caso de existir. La principal diferencia entre la realidad objetiva y la realidad formal consiste en que la primera es mental y depende del pensamiento (porque para que algo sea un objeto tiene que ser pensado), mientras que la segunda es extramental y no depende del pensamiento (porque las cosas son cosas aunque no haya pensamiento).
b
-A la realidad formal o actual también se le puede llamar “subjetiva” o “substancial”, porque los seres que la tienen son “sujetos” o “substancias”.-
Aquí reaparece la distinción aristotélica entre el subjectum y el objectum, o entre el “sujeto” y el “objeto”. Pero reaparece transformada, porque “ser sujeto” y “ser objeto” no significan lo mismo en la filosofía aristotélica y en la egología cartesiana. Ser objeto significa “estar presente en la mente”; y ser sujeto, “existir más allá de la mente”. O sea: el estar propio del objeto es ahora la presencia mental; y el estar propio del sujeto, la existencia extramental. La primera la tienen las ideas, y la segunda, las “cosas en sí”.
Mientras que, en Aristóteles, el sujeto y el objeto son una misma realidad, en Descartes son dos realidades distintas, separadas por la mente. Ésta contiene en su interior el objeto –la idea-, pero deja fuera de sí al sujeto –la cosa-, que en caso de existir, se encuentra en otro parte del Universo: en el mundo. La mente sólo contiene ideas; y los objetos, que, para Aristóteles, eran entidades físicas, para Descartes son simplemente eso: ideas. Si estas ideas corresponden o no a realidades físicas, eso es algo que está por ver.
La egología nos proporciona certeza en lo que respecta a la existencia de nuestro yo y de sus ideas, pero no en lo que respecta a la existencia del mundo físico y de las cosas que pueden formarlo (entre las que se incluye nuestro cuerpo)
-No sabemos, pues, si la existencia se limita a lo mental, o si abarca también lo extramental.
-Aún no tenemos, por tanto, la respuesta a la pregunta metafísica: ¿qué existe?, ¿quién existe?
4.1.
–
Descartes quiere probar que la existencia abarca también lo extramental; o sea, quiere certificar que, más allá de la mente, existe un mundo de “cosas en sí”, porque de esto depende, para él, la verdad, porque para él, la verdad consiste finalmente en la coincidencia entre los contenidos objetivos de la mente y las realidades substanciales del mundo. Según Descartes, yo tengo en mi mente las ideas, que son los objetos de mi pensamiento; pero, si estas ideas no expresan la realidad de las cosas que hay más allá de mi mente, entonces mi conocimiento no será verdadero.-
Descartes, para fundamentar la verdad, necesita sobrepasar el idealismo de su egología. Aunque los objetos de nuestro pensamiento son ideas, el conocimiento verdadero no puede ser un conocimiento de meras ideas: tiene que ser un conocimiento de cosas. Los objetos del pensamiento son las ideas (=idealismo); pero el conocimiento verdadero no puede ser un conocimiento de meras ideas: tiene que ser un conocimiento de cosas. Y para que el mismo sea un conocimiento de cosas, hace falta que las ideas coincidan con las cosas, de modo que, a través de las primeras, conozcamos las segundas.-
Hay que demostrar que, además de una realidad mental (objetiva), existe otra extramental (substancial), y que las dos coinciden.
Descartes está convencido de que esta demostración puede hacerse apoyándose en la idea de Dios, porque él, razonando en el marco del horizonte de la creación, considera que, si tanto una como otra son realidades, y Dios es el creador de toda la realidad, entonces las dos tienen que haber sido creadas por Él: y que, si las dos han sido creadas por Él, entonces Él puede haber hecho también que las dos coincidan.
1º)
que Dios existe;2º) y que Dios, al crear la mente y el mundo, ha hecho coincidir las realidades de una y del otro.
-Para probar el primer presupuesto, Descartes toma la idea de Dios –que, según él, es innata- y, utilizándola como premisa, construye varias demostraciones de la existencia de Dios.-
Y para probar el segundo, se apoya en un atributo moral de Dios: la veracidad. Después de haber planteado esas pruebas de la existencia de Dios, alega que, como Dios es bueno y no puede querer que nos engañemos, tiene que haber creado el mundo y la mente de manera que las ideas de la segunda expresen la realidad de las cosas del primero. O sea: se apoya en un atributo moral de Dios, la veracidad, para justificar que hay una coincidencia entre la realidad mental de mis ideas y la realidad extramental de las cosas.
a) –
Esquema que representa el razonamiento con el que Descartes demuestra, a la vez, que el mundo existe y que nuestro conocimiento es verdadero:
b) La coincidencia entre la realidad objetiva y la realidad substancial no tiene lugar en el caso de todas nuestras ideas, porque Descartes distingue, lo mismo que Galileo, entre las cualidades primarias y las secundarias. Las primarias son la figura, el tamaño y el movimiento; y las secundarias, por ejemplo, los colores, los sonidos, etc. Las primeras son matematizables, mientras que las segundas no. Como en el mundo sólo existe lo matematizable, las únicas cualidades que constituyen el mundo son las primarias. Las “cosas en sí” no tienen cualidades secundarias. Las cosas en sí son cuerpos que tienen figura y tamaño y se mueven en el espacio, pero que no tienen cualidades secundarias de ninguna clase.
-Como no todas nuestras ideas coinciden con la realidad extramental, tampoco todo nuestro conocimiento es verdadero. Tratándose del mundo, el único conocimiento verdadero es el conocimiento calculador, puesto que las únicas cualidades existentes en el mundo son las matematizables.
El yo es el primer fundamento de la filosofía para Descartes, pero no el único, porque, para él, la verdad, como acabamos de ver, no se funda en el yo sino en Dios.
-El fundamento de la filosofía cartesiana no sólo es antropológico sino también teológico.-
Pero, aunque Descartes se apoya en un fundamento teológico, lo primero en su filosofía no es la teología, porque Descartes (al contrario que Ockham, por referirnos a un autor que conocemos) no parte directamente de ese fundamento, sino que llega hasta él partiendo del otro, del antropológico. La filosofía de Descartes no es, propiamente hablando, teología, sino “antropología abierta a la teología” (Zubiri).
5.2.
–
La metafísica cartesiana no responde sólo a la pregunta: ¿qué existe?, sino también a la pregunta: ¿qué es lo existente?-
Para Descartes, Dios, el yo y el mundo son substancias. Por esto, el concepto de substancia constituye el concepto fundamental de su metafísica.
Descartes como “aquello que existe de tal modo que no necesita de otra cosa para existir”.-
El no necesitar de otra cosa para existir implica:1º)
existir en sí mismo y no en otro;2º)
y existir por sí mismo y no por otro.-
Lo primero –existir en sí mismo y no en otro- significa ser un sujeto de atributos, en vez de un mero atributo (porque los atributos no existen en sí mismos, ya que necesitan un sujeto en el que residir). Descartes piensa que cada substancia posee un atributo fundamental que la define (enseguida veremos cuál es el atributo fundamental que define a cada una): pero, para él, la substancia es el sujeto que tiene el atributo, y no simplemente el atributo.-
En cuanto a lo segundo –existir por sí mismo y no por otro-, Descartes admite que, si se toma esta expresión en sentido estricto, sólo resulta aplicable a Dios, ya que las otras substancias son substancias creadas y, como tales, le deben a Dios la existencia. Pero, en otro sentido, también se puede aplicar al yo y al mundo, porque ninguno de los dos necesita del otro para existir. O sea: el yo y el mundo, según Descartes, son co-dependientes de Dios, pero independientes entre sí; y el ser independientes entre sí permite que los consideremos también como substancias, a pesar de que no cumplen estrictamente la definición del concepto de substancia.-
Pero, en otro sentido, también se puede aplicar al yo y al mundo, porque ninguno de los dos necesita del otro para existir. O sea: el yo y el mundo, según Descartes, son co-dependientes de Dios, pero independientes entre sí; y el ser independientes entre sí permite que los consideremos también como substancias, a pesar de que no cumplen estrictamente la definición del concepto de substancia.
-Que el yo es independiente del mundo significa que no es parte de él (al contrario que nuestro cuerpo) y que puede existir sin estar en él. Esto último justifica la posibilidad de que nuestra conciencia personal perviva más allá de la mente.
Cada substancia tiene un atributo fundamental que la define.-
Los demás atributos de la substancia presuponen este atributo fundamental y constituyen simples variaciones del mismo. Descartes los llama “modos” (modi).
a) -El yo tiene como atributo fundamental el pensamiento, y se define, por ello, como substancia pensante (“res cogitans”). Esta substancia tiene dos modos generales, uno correspondiente al entendimiento y otro correspondiente a la voluntad: el primero es la percepción, y el segundo la determinación. Cada uno de estos dos modos generales incluye, a su vez, varios modos particulares: la percepción incluye el sentir, el imaginar, el concebir; y la determinación incluye el desear u odiar, y el juzgar.
b) -Los cuerpos que forman el mundo tiene como atributo fundamental la extensión, y el mundo se define, por ello, como el ámbito de la substancia extensa (“res extensa”).
c) -Por último, Dios tiene como atributo fundamental la infinitud, y se define, por ello, como la substancia pensante infinita (“res cogitans infinita”).
pero, para él, la substancia es el sujeto que tiene el atributo, y no simplemente el atributo.-
En cuanto a lo segundo –existir por sí mismo y no por otro-, Descartes admite que, si se toma esta expresión en sentido estricto, sólo resulta aplicable a Dios, ya que las otras substancias son substancias creadas y, como tales, le deben a Dios la existencia. Pero, en otro sentido, también se puede aplicar al yo y al mundo, porque ninguno de los dos necesita del otro para existir. O sea: el yo y el mundo, según Descartes, son co-dependientes de Dios, pero independientes entre sí; y el ser independientes entre sí permite que los consideremos también como substancias, a pesar de que no cumplen estrictamente la definición del concepto de substancia.-
Pero, en otro sentido, también se puede aplicar al yo y al mundo, porque ninguno de los dos necesita del otro para existir. O sea: el yo y el mundo, según Descartes, son co-dependientes de Dios, pero independientes entre sí; y el ser independientes entre sí permite que los consideremos también como substancias, a pesar de que no cumplen estrictamente la definición del concepto de substancia.
-Que el yo es independiente del mundo significa que no es parte de él (al contrario que nuestro cuerpo) y que puede existir sin estar en él. Esto último justifica la posibilidad de que nuestra conciencia personal perviva más allá de la mente.
Cada substancia tiene un atributo fundamental que la define.-
Los demás atributos de la substancia presuponen este atributo fundamental y constituyen simples variaciones del mismo. Descartes los llama “modos” (modi).
a) -El yo tiene como atributo fundamental el pensamiento, y se define, por ello, como substancia pensante (“res cogitans”). Esta substancia tiene dos modos generales, uno correspondiente al entendimiento y otro correspondiente a la voluntad: el primero es la percepción, y el segundo la determinación. Cada uno de estos dos modos generales incluye, a su vez, varios modos particulares: la percepción incluye el sentir, el imaginar, el concebir; y la determinación incluye el desear u odiar, y el juzgar.
b) -Los cuerpos que forman el mundo tiene como atributo fundamental la extensión, y el mundo se define, por ello, como el ámbito de la substancia extensa (“res extensa”).
c) -Por último, Dios tiene como atributo fundamental la infinitud, y se define, por ello, como la substancia pensante infinita (“res cogitans infinita”).