Portada » Español » Rasgos del Español de Andalucía: Fonología, Semántica y Normas
Ceceo: La pronunciación de la /s/ en Andalucía hace que su sonido se acerque al de la interdental /θ/. Por ello, cuando se produjeron los importantes cambios fonéticos de los siglos XVI y XVII, el castellano evolucionó hacia un sistema donde la oposición s/θ era clara, mientras que en muchos lugares de Andalucía esa evolución condujo a la unión de ambos sonidos. Cuando el sonido resultante es /s/ tenemos el fenómeno conocido como seseo: sapato; cuando resulta /θ/, tenemos el ceceo: cecenta.
Confusión entre -l y -r implosivas: Especialmente en el habla descuidada, las consonantes -l y -r al final de la sílaba suelen neutralizarse. Predomina la pronunciación -r: mi arma (mi alma), arcarde (alcalde); o la pronunciación -l: abirl (abrir). También, pueden producirse aspiraciones y asimilaciones como canne, pienna, buhla.
Yeísmo: El yeísmo es la igualación de los sonidos representados por las letras «ll» e «y», pronunciándose las dos como /y/: /káye/, /séyo/ (calle, sello). Hoy día está extendido no solo en Andalucía, sino tanto en España como en América. No está muy claro si el yeísmo se originó en Andalucía, aunque desde el siglo XVIII se venía considerando un rasgo distintivo de la pronunciación andaluza.
Pronunciación fricativa de la «ch»: La ch representa un sonido africado, es decir que empieza pronunciándose con un golpe de aire, como las oclusivas, pero luego ese aire se desliza con suavidad, como las fricativas. En algunos hablantes andaluces, la ch pierde su elemento oclusivo y se pronuncia de una manera fricativa, como la ch francesa o la sh inglesa: mushasho, noshe (muchacho, noche).
La -s implosiva: En las hablas andaluzas la -s que aparece a final de sílaba puede presentar las siguientes variaciones:
Pronunciaciones aspiradas: Aparte de la aspiración de la -s, en Andalucía se producen también pronunciaciones aspiradas en otros casos:
Relaciones semánticas: Las palabras precisan sus significados por la relación que mantienen con las demás palabras de la misma lengua. Se llama campo léxico o semántico al grupo de palabras de la misma categoría gramatical que tienen un significado común. Por ejemplo: “Medios de transporte”: coche, automóvil, furgoneta, camión, autobús… Las relaciones de significado que se dan entre las palabras de los campos semánticos son diversas:
Monosemia, polisemia y homonimia:
Denotación y connotación: Cuando oímos una palabra se activa en nuestra mente la representación de su significado, que no es el mismo para todos los hablantes.
La norma (definición general): conjunto de usos lingüísticos consensuados por una comunidad de hablantes como correctos y aceptables. La norma tiene la cualidad de ser guía impositiva o prescriptiva para sus hablantes. La fijan textos especializados (gramáticas, manuales de estilo, ortografía…), entidades (Academias de la Lengua, Comisión del Español Urgente…), personalidades (literatos, filósofos, políticos, periodistas, científicos…), medios (de difusión, administración, escuela…) Las normas reflejan el poder político y cultural de un grupo de hablantes. Desde una concepción dinámica de la norma lingüística también los usos no correctos pueden, por “derecho consuetudinario”, hacerse generales en niveles medio-altos e imponerse en la norma hasta llegar a alcanzar la etiqueta de “correcto”. Por ejemplo: anduve (norma); andé (uso incorrecto). La norma es impositiva o prescriptiva, puesto que, dentro de las amplias posibilidades combinatorias que ofrece el sistema, obliga a usar unas realizaciones lingüísticas concretas, consideradas como la única opción correcta. Los criterios de corrección lingüística venían dictados por la tradición y por la norma escrita. Actualmente estos criterios de corrección se instauran como norma porque un sector de la sociedad tiene el suficiente prestigio para imponerlos con su criterio de autoridad. Estos sectores de prestigio se van modificando por los años, por ejemplo, antes eran las Academias las que dictaban la norma, ahora podríamos decir que son los medios de comunicación. Las Gramáticas normativas establecen los usos incorrectos frente a las formas correctas y establece el canon lingüístico del habla en una época y en una zona determinada.
Hablar una lengua no consiste en dominar un código lingüístico, sino un conjunto de códigos: variedad lingüística. La evolución del concepto de norma transita desde las posiciones más restrictivas y puristas hasta aquellas que aceptan que no existe una norma sino diversas normas: normas dialectales. La norma lingüística de una misma lengua varía de una zona a otra. Así, en el habla de un hablante podemos distinguir, además de los rasgos de la norma general, los rasgos de la norma dialectal, e incluso de una norma local. La norma dialectal se define como conjunto de usos lingüísticos consensuados por una comunidad de hablantes como correctos y aceptables. Los usos considerados como correctos son aquellos que han generalizado los sectores prestigiosos de la comunidad. Ejemplo: el seseo es admitido en Andalucía, pero no es considerado correcto o normativo en el habla de Madrid.
De manera independiente a la norma gramatical y a la vinculada a la localización geográfica del hablante, existe una norma sociolingüística. Esta norma establece un ideal de corrección comunicativa que sirve de pauta para seleccionar, entre todos los actos de habla posibles, el que mejor se adecua al modelo sociolingüístico y a la situación comunicativa ante la que nos encontramos. El mayor o menor respeto a la norma sociocultural se pone de manifiesto, en la elección de los registros adecuados a la situación comunicativa: vulgar, familiar o coloquial, culto y literario. Estos usos se diferencian no sólo por el vocabulario, sino también por la estructuración y por la pronunciación. Ejemplo: Pásame la sal, ¿Me pasas la sal?, ¿Podría pasarme la sal, por favor?