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Estrenada en 1945 en Buenos Aires, se subtitula “Drama de mujeres en los pueblos de España”. Es un drama porque para su autor la tragedia llevaba elementos míticos que no aparecen en esta obra. Además, intervenciones como las de la Poncia, de carácter tan popular, son rasgos más propios del drama. Sin embargo, la atmósfera irrespirable, la necesidad de ver a un personaje ir hacia una catástrofe que es inevitable, la frustración la encuadrarían mejor entre las tragedias.
El luto que Bernarda impone a sus hijas es una claraexageración de una costumbre social, pero este exceso sitúa a la obra en el terreno de lo simbólico, del mito. En esta situación extrema los conflictos y las pasiones se agrandarán hasta lo intolerable. Y el espectador entra en el juego y lo acepta enseguida.
Pepe el Romano es el catalizador de todas las fuerzas encerradas, el mecanismo que las pone en funcionamiento y las impulsa, pretendiente de Angustias, y amado por Adela y Martirio.
Esta situación inicial pone de relieve la temática más personal y profunda de la obra lorquiana.
Ha habido varias interpretaciones sobre cuál es el tema central de la obra: el enfrentamiento entre la autoridad y la libertad (la rebeldía contra la represión), el conflicto entre la realidad y el deseo.
Ante todo, Bernarda representa la autoridad irracional y la represión, y sus hijas son una gama variada de grados desde la sumisión pasiva hasta la rebeldía total.
Pero si la sumisión es frustrante, la rebelión está abocada a la muerte.
En resumen, una frustración irreparable. De ahí que antes subrayásemos el carácter de tragedia inevitable.
Otros temas conexos pueden ser: la moral tradicional que presiona a los individuos; las diferencias sociales y el orgullo de casta; o la condición de la mujer en la sociedad española de la época.
La acción se produce en un espacio cerrado muy propicio para las situaciones límite, presidido por el silencio y el calor.
A él se alude en la obra como “presidio”, “convento” o “infierno”.
El alcance simbólico de la casa es claro
Frente a la casa, el mundo exterior se presenta como “ecos” que penetran en la casa con alusiones a pasiones desatadas y eróticas: la historia de Paca la Roseta, la hija de la Librada, la mujer vestida de lentejuelas…, en todo opuestas a las hijas de Bernarda.
Además, representa el qué dirán, la murmuración en una moral estricta y controladora.
Y es en ese mundo exterior donde aparece el símbolo del pozo, que simboliza la muerte.
Dice Bernarda que es un pueblo de pozos donde se bebe el agua pensando que pueda ser envenenada.
Frente al pozo, el río, símbolo que en la obra lorquian
Su nombre significa “con fuerza de oso”.
Es la encarnación hiperbólica de las fuerzas represivas:
▪ Ante todo, representa las convenciones morales y sociales más viejas.
Pendiente del “qué dirán”, su preocupación por las apariencias, por la buena fachada es obsesiva.
En el centro de este pensamiento está lo sexual, que opone la decencia a los impulsos eróticos.
Estas ideas corresponden a la concepción tradicional del papel de la mujer, frente al hombre. Una de las hijas dice que a los hombres se les perdona todo, y la madre recuerda:
Bernarda tiene conciencia de pertenecer a una capa social superior.
Por eso impide que Martirio se vea con un pretendiente.
Como le dice a la Poncia, hablando de sus hijas: “No hay a cien leguas a la redonda quien se pueda acercar a ellas. Los hombres de aquí no son de su clase.”
Bernarda encarna la autoridad, el poder en estado puro.
Esto se simboliza con el bastón que siempre lleva en escena. Su lenguaje es casi siempre prescriptivo (órdenes, prohibiciones, el mandato de “silencio”)
. Las criadas, en la caracterización indirecta (en Teatro, la caracterización que algún personaje 5 hace sobre otro)
la llaman “tirana”, “dominanta” o “mandona”.
En un momento se la compara con un varón:
“Siempre bregando como un hombre”.
Además es una autoridad irracional:
“Yo no pienso (…) yo ordeno»
Con todos estos rasgos, Lorca ha construido una figura universal pero fuertemente individualizada, inconfundible. En su exagerada deformidad, Bernarda alcanza una grandeza que la sitúa entre los grandes personajes del teatro de todos los tiempos.
Todas viven la reclusión impuesta y el querer salir. Todas están más o menos obsesionadas con lo erótico.
A ello alude Adela cuando se refiere a “lo que nos muerde”.
Los anhelos eróticos o el amor podrán ir unidos o no a la necesidad del matrimonio, única posibilidad de salir del encierro.
Las hijas encarnan un abanico de actitudes que van de la sumisión a la resignación o a la abierta rebeldía, con diversos grados.
, la única rica, es pretendida por el Romano por su fortuna.
Para ella el matrimonio supone “salir de este infierno”. Pero no tiene ilusión ni pasión
por una parte es sumisa (“Cada una tiene que hacer lo suyo”), pero puede sorprendernos con amargas protestas sobre la situación de la mujer.
Es el personaje más desdibujado (quizá su nombre proceda del griego “sin miel”), se muestra resignada, miedosa y tímida.
es un personaje más complejo.
Esto puede explicar su resentimiento (no hacia su madre, sino hacia los hombres, en general).
Enamoradiza, la veremos arder con tanta pasión por el Romano que cometerá al final una terrible vileza.
es la encarnación de la rebeldía más abierta.
Su nombre significa “de naturaleza noble”.
Es la más joven, hermosa y apasionada.
Su vitalismo se simboliza en el vestido verde que no va a poder estrenar. Por su fuerza y su pasión se la denomina “mulilla sin desbravar”.
María Josefa es un hallazgo genial de Lorca. Como ciertos personajes de Shakespeare, sus palabras mezclan locura y verdad.
Y poesía. Es la única que puede decirle a Bernarda lo que quiere, y su grito “¡Déjame salir!” representa el deseo común de todas las mujeres. En sus dos intervenciones agranda líricamente los problemas centrales de la obra: la frustración de las mujeres, el anhelo de maternidad, el ansia de libertad y de espacios abiertos…
La Poncia es otro personaje fundamental. Sus relaciones con Bernarda son curiosas.
Llevan tantos años juntas que podría ser de la familia, e interviene en las conversaciones, en los conflictos, hace advertencias, aconseja e incluso tutea a Bernarda. Pero ésta no deja de recordarle la distancia que las separa:
Ella asume esta condición de criada pero no puede dejar de manifestar ese rencor contenido, ese odio larvado hacia su protectora. En sus conversaciones con las hijas siempre introduce el elemento erótico y sexual.
Pero destaca sobre todo por su sabiduría rústica y por la riqueza de su habla popular.
Es la encarnación del hombre como ese “oscuro objeto del deseo”.
Destaca su doblez al casarse con Angustias y seducir a Adela. Pero gracias a él se desarrolla la acción. Y las fuerzas latentes de las pasiones. De ahí que se lo pondere hiperbólicamente como un “león” o un “gigante”