Portada » Lengua y literatura » Qué piensa Don Quijote al ver a los galeotes Encadenados y Sancho
En el Quijote, el protagonista realiza tres salidas. Sale tres veces y regresa tres veces a su casa, siempre en lamentables condiciones.
La primera salida dura tres días. Se inicia al amanecer de un mes de Julio.
Don Quijote se mueve por la Mancha, cerca de su casa. Vuelve a su casa molido a palos. En esta primera salida aun no le acompaña Sancho Panza a quien conocerá más tarde.
Capítulo 1. Primera parte
Que trata de la condición y ejercicio del famoso y valiente hidalgo don
Quijote de la ManchaCapítulo 5. Primera parte
Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero
La segunda salida dura dos meses. Sale acompañado de Sancho Pancha. Transcurre por los campos de Montiel. Después de la aventura de los galeotes sale huyendo hacia Sierra Morena para no ser apresado por la Santa Hermandad. Después Don Quijote regresa a casa, metido en una jaula. En esta segunda salida tienen gran importancia las ventas que Don Quijote toma por castillos encantados y donde transcurren momentos importantes de la acción.
Capítulo 8. Primera parte
Del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación
Capítulo 21. Primera parte
Que trata de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, con otras cosas sucedidas a nuestro invencible caballero
La tercera salida dura cuatro meses en el verano de 1614. Corresponde a la segunda parte del Quijote. La intención de Don Quijote es dirigirse a Zaragoza donde se van a celebrar unas justas. En el tercer viaje Don Quijote y Sancho Panza recorren diferentes lugares: La Mancha Oriental, entre Albacete y Cuenca, las lagunas de Ruidera (donde está la famosa cueva de Montesinos) y Barcelona. Una vez derrotado por el Caballero de la Blanca Luna (en realidad Sansón Carrasco) regresa a casa para morir en paz. En esta tercera salida no son las ventas las que cobijan los diálogos y reflexiones de los personajes sino que gran parte de la acción transcurre en el castillo de los Duques. De allí, Don Quijote y Sancho Panza no saldrán maltratados físicamente pero si psicológicamente.
Capítulo 3. Segunda parte
Del ridículo razonamiento que pasó entre Don Quijote, Sancho Panza y el bachiller Sansón Carrasco
Capítulo 23. Segunda parte
De las admirables cosas que el estremado Don Quijote contó que había visto en la profunda cueva de Montesinos,cuya imposibilidad y grandeza hace que se tenga esta aventura por apócrifa
las bodas de Camacho
Van Don Quijote y Sancho hacia el lugar donde se está preparando el banquete de la boda: “Lo primero que se le ofrecíó a la vista de Sancho fue, espetado en un asador de un olmo entero, un entero novillo, y en el fuego donde se había de asar ardía un mediano monte de leña y seis ollas que alrededor de la hoguera estaban no se habían hecho en la común turquesa de las demás ollas, porque eran seis medias tinajas, que en cada una cabía un rastro de carne: sí embebían y encerraban en sí carneros enteros, sin echarse de ver, como si fueran palominos; las liebres ya sin pellejo y las gallinas sin pluma que estaban colgadas por los árboles para sepultarlas en las ollas no tenían número; los pájaros y caza de diversos géneros eran infinitos, colgados de los árboles para que el aire los enfriase. Contó Sancho más de sesenta zaques de más de a dos arrobas cada uno, y todos llenos, según después parecíó, de generosos vinos, así había rimeros de pan blanquísimo como los suele haber de montones de trigo en las eras; los quesos puestos como ladrillos (enrelejados) formaban una muralla, y dos calderas de aceite mayores que las de un tinte servían de freír cosas de masa que con dos valientes palas las sacaban fritas y las zambullían en otra caldera de preparada miel que allí junto estaba. Los cocineros y cocineras pasaban de cincuenta, todos limpios, todos diligentes y todos contentos. En el dilatado vientre del novillo estaban doce tiernos y pequeños lechones que, cosidos por encima, servían de darle sabor y enternecerle. Las especias de diversas suertes no parecía haberlas comprado por libras, sino por arrobas, y todas estaban de manifiesto en una grande arca. Finalmente el aparato de la boda era rústico, pero tan abundante que podía sustentar a un ejército. Todo lo miraba Sancho Panza, y todo lo contemplaba, y de todo se aficionaba. Primero le cautivaron y rindieron el deseo las ollas, de quien el tomara de bonísima gana un mediano puchero; luego le aficionaron la voluntad los zaques, y últimamente las frutas de sartén, si es que podían llamar sartenes las tan orondas calderas; y así, sin poderlo sufrir ni ser en su mano hacer otra cosa, se llegó a uno de los solícitos cocineros, y con corteses y hambrientas razones le rogó le dejase mojar un mendrugo de pan en una de aquellas ollas”.
cuando Sancho llegó a su ínsula, Barataria, le recibieron con mucho afecto y cariño. Al verle le llevaron a la iglesiay allí le dieron las llaves de la ciudad y le admitieron como gobernador perpetuo.
Al momento le llevaron al juzgado donde comenzó a ejercer como gobernador en unos juicios que le presentaron los habitantes de la ínsula.
En el primer juicio le sucedíó lo siguiente: era un señor que le fue a pedir a un sastre que le hiciera una caperuza con un tipo de tela que él le llevaba, pero como era tan desconfiado y temía que el sastre se quedara con un trozo de tela le dijo que le hiciera las máximas posibles, al final el sastre le dijo que le podía hacer cinco caperuzas. El problema estaba en que el sastre había hecho unas caperuzas diminutas haciendo caso a que el hombre quería cinco. Entonces el sastre le exigía al hombre el dinero que se había ganado haciendo esas caperuzas, mientras que el hombre le exigía al sastre el trozo de tela que le había dado. Sancho al ver esto decidíó que ninguno de los dos tuviera lo que pedía ya que ambos habían sido muy desconfiados con el otro.
La segunda historia contaba lo siguiente: un hombre había recibido prestados diez ducados y no se los quería devolver a su dueño original porque decía que ya se los había devuelto. El primer hombre le dio al segundo una caña que tenia en la mano y juro ante todos que ya se los había devuelto y entonces se fue recuperando su caña antes. Sancho al darse cuenta de esto le mando que le diese la caña al hombre que le había dejado los diez escudos y le dijo que con la caña ya estaba pagado. La sorpresa vino cuando el hombre rompíó la caña y vio que dentro de ella estaban los diez escudos.
En el tercer caso se contaba lo siguiente: una mujer llegó ante Sancho diciendo que un hombre la había forzado en mitad de un camino y no la quería indemnizar. El hombre decía que la mujer se le había ofrecido y que ya le había pagado lo justo por esos trabajos. Sancho le dijo al hombre que le diese una bolsa que tenia llena de dinero, y cuando se fue la mujer le mando salir detrás de ella para recuperar la bolsa. Al cabo de un rato regresaron el hombre y la mujer solo que ambos unidos a la bolsa ya que la mujer no la quería soltar por nada del mundo. Sancho al ver esto le dijo a la mujer que se hubiera puesto tanto empeño en defenderse como lo esta poniendo ahora en agarrar la bolsa nadie la habría forzado en el campo. Les mando ir y le devolvíó la bolsa de dinero al hombre.