Portada » Psicología y Sociología » Psicología y Sociología de la Pérdida y el Duelo
Acción y efecto de perder. Ocasionar daño, ruina o destrucción espiritual o corporal.
Aflicción causada por la muerte de una persona amada o, en general, por una gran desgracia. Conjunto de reacciones emocionales que acompañan a una pérdida. Señal exterior de la aflicción. Es la respuesta universal a una pérdida (Lindemann, 1944). El duelo es una respuesta humana global a la pérdida de una relación significativa (Benoliel).
El duelo es un proceso dinámico omnipresente, favorablemente individualizado, con un componente normativo fuerte.
Las personas reaccionan a las pérdidas según su nivel de desarrollo, las experiencias pasadas y su sistema de apoyo. Es fundamental comprender las reacciones a las pérdidas que presentan las personas durante las diferentes etapas del desarrollo. El impacto de la muerte depende de la comprensión que se tenga de ella.
El bebé y el lactante muestran una escasa reacción emocional a la pérdida de sus cuidadores si sus necesidades básicas están cubiertas. Los preescolares no pueden comprender las pérdidas permanentes, como la muerte. Piensan que sus propios pensamientos pueden controlar los acontecimientos, pueden sentir culpa o vergüenza por la pérdida. Reaccionan de forma más intensa que los adultos, porque no tienen mecanismos de adaptación o respuesta. El niño en la edad escolar asocia sus malos pensamientos o fechorías con las pérdidas. Para el niño de 6 o 7 años, los demonios o los dioses son responsables de las pérdidas. Los niños de 9 o 10 años tienen conceptos parecidos a los de los adultos de pérdida y muerte, pero todavía no pueden imaginarse que ellos o alguien que conozcan pueda morir. A los 12 años saben que la muerte es irreversible. Los adolescentes reaccionan a la pérdida con el pensamiento abstracto del adulto y con emociones infantiles. Aceptan muy mal las pérdidas, reaccionan con intensidad. Los adolescentes no se refieren a la muerte a menos que se sientan obligados a hacerlo. Los adultos que hacen frente a una pérdida perciben los acontecimientos de una forma abstracta, y la mayoría la acepta y aprende de la experiencia.
Esta profesión implica contacto con la alegría del nacimiento, el dolor de la muerte y todas las etapas de la vida. El centro de atención es el paciente. La enfermera actúa terapéuticamente, pero el vínculo entre ellos crece con la relación. Cuando se pierde esta relación, el personal siente aflicción, un sentimiento necesario para nuestra salud. El personal de enfermería debe compartir la experiencia del duelo con los seres cercanos del difunto, sin olvidar que su objetivo es el de apoyar a los que atraviesan el duelo. Debe ser consciente de su relación con las personas significativas para el paciente y de cómo su propio duelo puede afectarle. Debe saber valorar las experiencias de los pacientes moribundos y de sus familiares, las diferentes etapas del proceso de duelo y la manera de afrontar sus propias pérdidas. Cuando conozca y acepte las propias actitudes y sentimientos sobre las pérdidas y el duelo, podrá realizar las intervenciones terapéuticas que los otros necesitan.
La experiencia de superar una pérdida significativa se denomina proceso de duelo. Es un método para solucionar las pérdidas y una forma de recuperación. Es una reacción normal a la pérdida.
Pretende la liberación de la vinculación con el difunto, la reorientación a un entorno en que el difunto ya no estará presente. El trabajo de duelo consumado con éxito tiene como resultados: el establecimiento de una nueva realidad y el desarrollo de una nueva identidad. La persona que ha sufrido una pérdida reacciona en función de los siguientes factores:
Reacciones de duelo patológicas o no eficaces, en las que la persona es incapaz de apartar su atención de la pérdida y de centrarla en las realidades cotidianas, quedando tan preocupado por la pérdida que no funciona de una forma eficaz.
Los clientes enfermos o agonizantes se encuentran en una situación de dependencia extrema. Se debe mantener un equilibrio entre la autonomía y la dependencia. Una buena medida es posibilitar la toma de decisiones, ya que esto permite un cierto grado de autoridad y control personal.
La evaluación de la eficacia de las intervenciones se hará de forma continua a lo largo de cada una de las fases del proceso de duelo. La participación en los cuidados básicos y emocionales de la familia causa una respuesta de duelo en la enfermera similar a la de los individuos que pierden un ser querido. Tratar con el duelo y la pérdida es un trabajo agotador para los profesionales de la salud. Para evitar quemarse emocionalmente, los miembros del equipo necesitan ciertas estrategias, como sesiones de grupo para recibir información y apoyo emocional.