Portada » Historia » Proceso de desamortización y cambios agrarios
La desamortización o el proceso de venta en pública subasta de lastierras públicas (ayuntamientos y Estado) y de la Iglesia se desarrolló en España en diferentes etapas, _centradas en las tímidas tentativas de Godoy, las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal y las dos grandes desamortizaciones: la eclesiástica de MendizábaL y la civil de Madoz ./SITUAICION CAMPO ESPAÑOL:
A comienzos del s. XIX la situación del campo español se caracterizaba por una explotación de carácter rentista, por el que los propietarios se aseguraban determinados ingresos, lo que generalmente impedía su innovación; una distribución y una estructura de la propiedad concentra a en la Nobleza, la Iglesia y los municipios, asegurada respectivamente a través de la vinculación (mayorazgo y manos muertas), de ahí que no sólo muchas tierras permanecieran incultas sino que además se impedía la existencia de un mercado donde poder acceder a su compraventa; unos cultivos de subsistencia escasamente diversificados, centrados en la tradicional trilogía mediterránea (trigo, vid y olivo). Y una pertinaz escasez de innovaciones técnicas (abonos artificiales, maquinaria, etc.), lo que se reflejaba en un modelo de baja productividad, basándose tradicionalmente el aumento de la producción en el incremento de nuevas roturaciones./OBJETIVOS:
En consecuencia, al emprender la desamortización, los liberales perseguían una reforma agraria que conllevara la renovación total del campo (régimen de explotación, distribución, estructura, innovación técnica, etc); contar con los recursos económicos suficientes para asegurar el triunfo del liberalismo en el poder, evitando la vuelta al absolutismo (carlismo); la creación de una base social que apoyara la monarquía liberal al crear una mayoritaria clase media propietaria; y el saneamiento de la Hacienda Pública y la liquidez necesaria para emprender la modernización de España.
Como precedentes de la desamortización se puede señalar la iniciada durante el reinado de Carlos IV. La !Denominada Desamortización de Godoy (1798-1808) únicamente! Tuvo como objetivo superar el endémico déficit de la Hacienda, sin plantearse cambios sociales o de estructura económica, afectando a los bienes de las cofradías, hospitales, hospicios, pías fundaciones, etc. Durante las Cortes de Cádiz (1811-13) se intentó la desamortización de las tierras comunales de los municipios, órdenes militares y jesuitas, reiniciándose el proceso durante el Trienio Liberal (1820-23), si bien la política absolutista de Fernando VII paralizó su desarrollo. //Mendizábal:
Al margen de los objetivos socio-económicos de los liberales españoles, la primera gran desamortización obedecíó a la necesidad de financiar deuda pública y, sobre todo, la Primera Guerra Carlista (1833-40). Así pues, durante la Regencia de
María Cristina se sanciónó la Ley de Desamortización, obra de Juan Álvarez y Méndez, «Mendizábal» (decretos del 16 y 19 de Febrero, y 8 de Marzo de 1836), por la que se declaraban extinguidos los conventos, colegios y congregaciones del clero regular, pasando a manos del Estado y sacándose a pública’ almoneda sus bienes. /Asimismo, se tomaron otras medidas que contribuyeron al cambio de las estructuras agrarias, como la supresión de la Mesta (1836) y la aboIiCion del oS»señoríos y los diezmos.//
Frente a Mendizábal, la rechazada propuesta de Flores Estrada se basaba en el arrendamiento a colonos durante cincuenta años, cuya renta sufragaría la deuda pública. Con ello, el Estado sería el titular de los bienes desvinculados y además facilitaría a los campesinos el acceso indirecto a la tierra o dominio útil. Por último, durante la Regencia de Espartero (1840-43), la desamortización eclesiástica se consumó (1841), afectando finalmente a los bienes del clero secular, con excepción de los edificios de culto. La política desamortizadora se vería paralizada con la subida al trono de Isabel 11, opuesta personalmente a toda desvinculación, así como por el control político de los moderados, proclives a un acercamiento a la Iglesia (Concordato de 1851). Durante el Bienio Progresista (1854-56) se emprendíó la ( segunda desamortización decimonónica, obra de Pascual Madoz, afectando a los bienes municipales, estatales y órdenes militares Santiago, Calatrava, Alcántara, Montesa, etc). En esta ocasión, el sistema de almoneda se mantuvo, modificándose su pago en dos modalidades: en efectivo, dando en un primer plazo la quinta parte del valor subastado y el resto en quince años; o bien una parte en títulos de deuda pública y el resto en plazos durante ocho años. /La Ley de Madoz o «general desamortizadora» produjo al Estado rendimientos económicos muy superiores a los de la de Mendizábal, invirtiéndose en el fomento de obras públicas, en especial la construcción del ferrocarril (Ley del Ferrocarril, 1855). /Finalmente, los gobiernos que siguieron a la Revolución de Septiembre de 1868 dieron un último impulso desamortizador al restablecer la Ley de 1855, de forma que a la llegada de la Restauración (1874) el proceso ya había concluido, dándose por finalizado con el Estatuto Municipal de Calvo Sotelo de 1924. /Económicamente, las consecuencias de la desamortización se constatan en la venta de unas 200.000 fincas rústicas y casi 28.000 ‘urbanas, obteniéndose de su subasta unos catorce millones de reales y, por tanto, el saneamiento de la Hacienda Pública. /Un 40% de la propiedad cambió de manos y tres quintas partes de las propiedades eclesiásticas fueron vendidas. Sin embargo, sus compradores fueron aristócratas terratenientes, clérigos seculares y burgueses (comerciantes e industriales), algunos de los cuales combinaron o abandonaron su actividad productiva por la rentista al asimilar la posesión de la tierra con el prestigio social. Por tanto, de forma indirecta persistíó el modelo rentista a través de nuevos y más exigentes arrendamientos, ahora transformados en grandes latifundios. En este sentido, si éstos se reforzaron en el sur, en el norte peninsular permanecíó el minifundio. /Paralelamente, persistíó la escasa inversión y la baja productividad, aunque a largo plazo aumentara la producción al incrementarse la superficie cultivada, en especial en la zona mediterránea. Asimismo, a finales de siglo se observarán cambios en el paisaje agrario, pasándose de la trilogía mediterránea a un aumento de cultivos alimenticios (patata, trigo), al incremento de los cultivos de regadío y a la progresiva orientación hacia la comercialización tanto interna como especialmente para la exportación (producción hortofrutícola y vinos). /Desde el punto de vista social, los teóricos beneficiarios (la clase media y los campesinos), apenas pudieron acceder a la tierra