Portada » Educación Artística » Principales Vanguardias Artísticas del Siglo XX: Características y Obras Representativas
El Fauvismo fue el primer movimiento vanguardista del siglo XX. Se caracteriza por la aplicación violenta de los colores, donde la pintura deja de basarse en la realidad y aparece la subjetividad. Se prioriza la autonomía del color sobre las figuras.
El Cubismo se distingue por la fragmentación geométrica, los planos interrelacionados y las diferentes perspectivas de un mismo objeto. Además de retratos, se representan objetos cotidianos. Se divide en dos fases:
El Surrealismo recoge imágenes de ensueño y se basa en la expresión libre. Se distinguen dos corrientes:
La representación de las figuras corresponde al más puro estilo del Cubismo Analítico, donde se trata de mostrar múltiples puntos de vista. La composición es compleja, sin un único punto de vista, multiplicando las facetas del dolor de la guerra. Aparecen varias figuras: un ave, un caballo y un toro, además de cuatro mujeres y un niño. Todas representan símbolos de una naturaleza dolorida, acentuada con deformaciones (gigantismo de órganos corporales, sustitución de lenguas, orejas y senos por instrumentos punzantes y afilados) y se violenta el orden de las figuras en beneficio de un propósito claramente expresionista. La reducción del color a una gama de grises, blancos y negros otorga un carácter aún más dramático al conjunto.
En esta obra podemos identificar a cinco figuras femeninas que, por el título, podemos identificar como cinco prostitutas de un burdel situado en dicha calle de Barcelona. Se organizan en tres bandas verticales, siendo las dos figuras centrales las más clásicas, a pesar de que se observa la reducción de la anatomía femenina a su forma más esquemática y, aunque aparecen de pie, la posición de los brazos por detrás de la cabeza se asemeja a las de las «venus» representadas en otras etapas artísticas. Por lo tanto, aparecen representadas como si fueran vistas desde un punto de vista alto, aunque las otras tres figuras sean vistas desde una posición frontal. Los colores usados aparecen sin gradación, aplicados de forma plana y renunciando a los principios de iluminación, sombras y volumen tradicionales en la pintura.
Leonardo da Vinci pinta a la modelo sentada en escorzo lateral, con la cabeza levemente girada y el brazo izquierdo descansando sobre el brazo de la silla en sentido contrario a la cabeza. Se aprecia un gusto por los detalles: fino velo, encajes, estudio naturalista de los pliegues del vestido y de los finos dedos alargados de gran elegancia. La composición es clásica, triangular o piramidal, con el vértice en la cabeza, creando un efecto de equilibrio. En cuanto al volumen, los rasgos y el contorno de la figura están difuminados por el sfumato, una especie de neblina que se consigue a base de veladuras sucesivas de óleo, difuminando las líneas del dibujo y los colores.
Esta obra, realizada en óleo sobre lienzo, muestra el predominio del dibujo sobre el color, con colores tanto cálidos como fríos. La luminosidad se encuentra en las diferentes partes blancas del cuerpo del retratado. La perspectiva es múltiple, característica del cubismo. El punto de vista es alto y el género pictórico es el retrato. El Retrato de Ambroise Vollard de Picasso se inspira en el retrato real de este hombre realizado por Paul Cézanne, influyente pintor postimpresionista. Es increíble la manera en la que Picasso descompone la obra en millones de piezas y, a la vez, conforma la figura de un hombre mayor.
En la composición se observa el esquema horizontal de la playa y la rama del árbol, equilibrados con la vertical del tronco. Estas líneas estáticas se compensan con esquemas y líneas dinámicas, como las diagonales de la mesa y, sobre todo, las curvas de los relojes y de la cabeza. Se aprecia la importancia del dibujo, delimitando las formas y volúmenes con cierto detalle, pero las formas no son reales, como los relojes de grandes dimensiones y deformados, y la cabeza. La gama cromática juega con el contraste de colores fríos (azules, grises) y cálidos (marrones, amarillos, anaranjados). La luz divide el cuadro en dos partes: el primer plano tiene poca luz, una luz suave que procede de la derecha e incide en las figuras; la zona del fondo está fuertemente iluminada con una luz blanca e irreal que contribuye al efecto de profundidad. El efecto de profundidad clásico presenta una perspectiva geométrica, y los colores fríos del cielo y del mar también contribuyen a la creación de espacio.
La escultura muestra a un hombre de pie con la espalda cubierta de piel de cordero. Su expresión es de fuerza, incluso agresiva; está gritando, gesticula para que le escuchen y le sigan. Un brazo se eleva amenazante y con el otro sujeta el bastón o cayado del pastor. La obra se estructura a partir de un eje central que va desde la cabeza, la columna vertebral y su pierna izquierda, dotando a la figura de cierta solidez. El bastón y la pierna derecha forman diagonales que crean dinamismo. Las líneas y planos nos llevan hacia la cabeza y su boca abierta gritando, que es el centro expresivo tanto en las visiones laterales como en la frontal.
La idea es simple: se trata de aislar un objeto cotidiano, del día a día, de su contexto habitual para elevarlo a la categoría de arte.
Una abstracción que él basa en usar el vacío y las líneas geométricas. Juega con el vacío, las partes inacabadas y otras muy sintéticas, en ocasiones, casi hilillos de hierro. Todo realizado a partir de piezas diferentes que va uniendo para construir planos y volúmenes, y siempre incorporando el vacío con el propósito de unir espacio y materia. Unas obras en las que manifiesta su dominio manual del material, al tratarse de un consumado artesano, y sobre todo vuelca todo su espíritu imaginativo, siempre insatisfecho y muy constante en el trabajo. Aquí ya utiliza una técnica que le enseñó otro escultor español afincado en París, el aragonés Pablo Gargallo. Esta técnica era la soldadura autógena, un recurso sin el cual no hubiera conseguido realizar las personalísimas formas que aplicaba a sus esculturas férreas.
Su planta rectangular se hallaba dividida en cuatro espacios: dos zonas interiores (espacio de exposiciones y oficinas) y dos exteriores (el patio y la terraza). La permeabilidad de espacios y la continuidad espacial es precisamente la nota distintiva de este pabellón. La cubierta es adintelada y realizada en hormigón armado, sustentada por ocho pilares metálicos y cruciformes que se recubren con acero. El sistema de sujeción de los muros realizados en mármol es un novedoso entramado metálico que permanece oculto al espectador. La elegancia y refinamiento de la construcción está aún más logrado con la multitud de reflejos que ofrecen las distintas superficies pulidas y reflectantes. Además, en el exterior, Van der Rohe diseñó un pequeño estanque donde se refleja todo el edificio.
Características:
La casa es modelo de arquitectura organicista, cuyas características fueron definidas por Wright y que consistían en integrar edificio y naturaleza, integrar los nuevos materiales con los del lugar, tener en cuenta el gusto y la psicología del cliente, así como la función a la que se destina. La casa se construye sobre la cascada, pareciendo que el agua mana de ella, hecho que constituye un efecto visual, pero también existe el sonoro producido por el sonido del agua al precipitarse. La casa se estructura a partir de un núcleo central que es la chimenea vertical, y a partir de ahí se va expandiendo el espacio en sentido centrífugo mediante terrazas de hormigón en diferentes direcciones que, vistas desde lo alto, crean el efecto de espacio cruciforme. Estas plataformas de las terrazas le otorgan un aspecto plástico y escultórico.