Portada » Historia » Primo de Rivera: Dictadura, Economía y Fin de la Monarquía en España
Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, se sublevó el 13 de septiembre de 1923 en Barcelona contra el gobierno del liberal García Prieto. (El Manifiesto de Primo de Rivera publicado en el periódico ABC el 14 de septiembre de 1923 explica sus objetivos políticos). El golpe de estado se produjo poco antes de que el Expediente Picasso se presentara en el Congreso. El documento denunciaba las responsabilidades militares y políticas del Desastre de Annual. El golpe de Primo de Rivera contó con el apoyo del rey, de la burguesía catalana y del ejército, pero además con el de la opinión pública, incluso de sectores de la izquierda como los socialistas. Primo de Rivera fue nombrado jefe de un gobierno militar denominado «Directorio Militar». Alfonso XIII continuó en el trono de España, pero puso fin al sistema de la Restauración.
Diversos factores explican que la dictadura militar empezara a contemplarse como una solución a la crisis del país entre la alta burguesía, gran parte de las clases medias y el Ejército:
Los sublevados declararon el estado de guerra, la suspensión de las garantías constitucionales, se prohibieron los partidos políticos y los sindicatos; las Cortes se disolvieron y se suspendió la Constitución de 1876. El régimen de la Restauración fue sustituido por una dictadura militar. La dictadura de Primo de Rivera se divide en dos períodos:
Tras el golpe, el dictador Miguel Primo de Rivera se constituyó en ministro único, pasando a ser asesorado por un Directorio Militar formado por ministros procedentes del ejército. El Directorio Militar tomó rápidamente medidas:
En diciembre de 1925, un gobierno civil, presidido por Primo de Rivera, sustituyó al Directorio Militar. Se trataba de institucionalizar la Dictadura. Se constituyó una Asamblea Nacional Consultiva, formada en su mayoría por miembros de Unión Patriótica elegidos por sufragio restringido. Esta Asamblea redactó un Proyecto de Constitución que no reconocía la soberanía nacional ni la separación de poderes.
También se imitó el modelo social del fascismo italiano, estableciéndose la Organización Corporativa del Trabajo, especie de sindicato que trataba de mediar entre patrones y obreros.
La recuperación económica de los «felices años 20” permitió el desarrollo económico español con una política económica intervencionista en la agricultura, la industria y el comercio. Realizó grandes inversiones en obras y servicios públicos con el apoyo del PSOE y UGT. Se introdujeron novedades: se crearon las Cuencas Hidrográficas, se invirtió en infraestructuras. Se estableció el monopolio del petróleo (CAMPSA) y la Compañía Telefónica.
La política de aumento de gasto público destinado a infraestructuras provocó la vuelta al endeudamiento del estado y la devaluación de la peseta. Tras el crack de la bolsa de Nueva York en 1929 los problemas económicos aumentaron en todo el mundo, aunque en España tuvo menor repercusión. El sector más afectado por la Gran Depresión fue el comercio exterior que descendió el 30%. Estos problemas repercutieron en la financiación de las reformas republicanas.
La oposición a la Dictadura fue aumentando desde 1928 entre liberales y conservadores; republicanos, socialistas, anarquistas, intelectuales, movimiento estudiantil, incluso dentro del ejército. Ante la persecución del régimen a sus organizaciones el movimiento obrero: socialistas, anarquistas y comunistas pasarán a defender la solución republicana. En 1927 se fundó la FAI (Federación Anarquista Ibérica) y se radicalizó el anarcosindicalismo.
El 30 de enero 1930 Alfonso XIII aceptó la dimisión de Primo de Rivera. Dos meses después, el dictador fallecía en el exilio en París.
Tras la dimisión de Primo de Rivera, Alfonso XIII nombró presidente del Gobierno al general Dámaso Berenguer. Se inició un período conocido humorísticamente como la «Dictablanda», en el que se intentó volver a la situación previa a 1923. En agosto de 1930 republicanos, socialistas y otros grupos de oposición firmaron el denominado Pacto de San Sebastián, por el que se comprometían a derrocar la monarquía e instaurar un régimen democrático. Para coordinar la labor de oposición crearon un Comité Revolucionario presidido por Niceto Alcalá Zamora, republicano conservador. El 15 de noviembre de 1930 el filósofo José Ortega y Gasset publicó un artículo en el periódico El Sol titulado “El Error Berenguer” en el que critica el apoyo del rey a la Dictadura de Primo de Rivera y termina condenando la monarquía: «Delenda est Monarchia» (la monarquía debe ser derrotada). En diciembre de 1930 se produce una sublevación militar republicana en Jaca. Sus líderes fueron juzgados y ejecutados. La mayor parte del Comité Revolucionario fue detenido, en medio de un creciente descontento antimonárquico. El general Berenguer dimitió el 14 de febrero de 1931 dando paso a un nuevo gobierno presidido por el almirante Aznar. El nuevo gobierno convocó elecciones municipales para volver a la legalidad constitucional. Las elecciones municipales se convirtieron en un plebiscito sobre la monarquía. El triunfo en las zonas urbanas de las candidaturas republicanas y socialistas provocó la renuncia de Alfonso XIII a sus prerrogativas regias en un manifiesto de despedida escrito en el Palacio Real de Madrid. El rey abandonó el país y se exilió en Francia. El 14 de abril de 1931 se proclamó la II República española.