Portada » Historia » Prehistoria en la Península Ibérica: Desde el Paleolítico hasta los Visigodos
La Prehistoria es el espacio de tiempo que comprende desde la aparición de los primeros hombres hasta la invención de la escritura.
En esta época la economía se basaba en la caza, la pesca y la recolección. La sociedad se organizaba en tribus con orígenes familiares, se refugiaban en cuevas y fabricaban los primeros utensilios.
Los tipos humanos eran el Homo antecessor y el Homo erectus. Ellos empezaron a tallar piedras, llamadas hachas de mano, que podían estar trabajadas por una sola cara o por las dos. Si estaban trabajadas por las dos se llamaban bifaces. Destacaron los yacimientos y las terrazas en el río Manzanares en Madrid.
El tipo humano era el hombre de Neanderthal. Al final de la época apareció el Homo sapiens. Los utensilios de piedra que utilizaban eran muy variados, como puntas de flecha, cuchillos, raspadores, etc. Utilizaban el fuego habitualmente. Aparecen los primeros enterramientos y las primeras creencias en el más allá. Los principales yacimientos son la cueva de Morín (Cantabria) y la de Bañolas (Gerona).
El tipo humano era solo el Homo sapiens. Siguieron usando utensilios de piedra más largos y delgados. Empezaron a usar el hueso, haciendo agujas, arpones, bastones decorados, etc. En esta época apareció la pintura de la zona cantábrica. Se hacía en el interior de las cuevas, eran muy realistas, estaban policromadas, se representaban animales como bisontes o ciervos y tenían un carácter mágico para favorecer la caza. Los principales ejemplos son las cuevas de Altamira, El Castillo de Cantabria y Tito Bustillo y Pindal (Asturias).
En esta época cambia el clima y desaparecen los glaciares. Ahora el clima y la fauna son como los actuales. El hombre empieza a ser sedentario, se domestica el perro y los utensilios de piedra cada vez son de menor tamaño y mejor trabajados, a esto se le llama microlitos. En esta época destaca el arte levantino, que es mucho más esquemático que el cantábrico. Ya aparecen figuras humanas y las figuras forman escenas de recolección y caza. Los principales ejemplos son las cuevas de Cogull (Lérida), La Araña (Valencia) y Valltorta (Castellón).
El Neolítico fue una gran renovación. El hombre empieza a producir alimentos, aparece la agricultura, la domesticación, la cerámica, los tejidos, la cestería, etc. Neolítico significa piedra nueva, que es la piedra pulimentada. Apareció el comercio, lo que indica que el trabajo se empezó a dividir por oficios y se empezó a organizar la sociedad. También apareció la arquitectura, aparecieron los primeros poblados y las primeras religiones que daban culto a las fuerzas de la naturaleza y a los muertos. Todos estos cambios llegaron a la Península desde el Próximo Oriente, llamado el Creciente Fértil, y llegaron por el Mediterráneo. Por eso los principales yacimientos están en las costas del Mediterráneo. Destacaron las culturas de los sepulcros de fosa en Cataluña, la cultura almeriense en Almería y la de cerámica cardial en Valencia. Al final del Neolítico, hacia el 3.000 a.C., empezaron a construir los monumentos megalíticos, hechos con grandes piedras y que tienen una función funeraria colectiva. Los principales tipos eran los menhires, que eran grandes piedras clavadas en la tierra verticalmente; los dólmenes, formados por varias piedras verticales que sostenían otras horizontales que servían de techo; y otra forma son las cuevas dolménicas, que tenían una cámara, un corredor de la cámara a la entrada y todo cubierto por un cúmulo de tierra.
En el primer milenio a.C., en la Península se distinguían dos zonas: el sur y el Mediterráneo, donde había un pueblo indígena que eran los iberos y a donde llegan los colonizadores, como los fenicios y los griegos. Era la zona más desarrollada. La otra zona, el centro y el norte, estaban pobladas por pueblos de origen europeo, que eran los celtas, que estaban mucho más atrasados.
Era un conjunto de tribus hacia el siglo V a.C. Vivían en la zona mediterránea y el valle del Ebro. Estas tribus nunca estuvieron unidas, aunque tenían una cultura en común, con el alfabeto ibérico. Cada tribu formaba distintos poblados que se construían en zonas elevadas, con casas hechas de piedra y adobe. Incluso tenían pequeñas ciudades amuralladas como Ullastret (Gerona), Azaila (Teruel) y Balazote (Albacete). Su economía se basaba en la agricultura y en la ganadería. Tenían industria textil, de cerámica y de armas de hierro, destacando unas espadas cortas llamadas falcatas. Comerciaban con los colonizadores por todo el Mediterráneo y tenían moneda propia. Su sociedad estaba dividida en clases, tenía unos reyes llamados régulos, también había una aristocracia muy rica y muchos hombres libres guerreros. Estos guerreros juraban fidelidad hasta la muerte a sus jefes y esto se llamaba devotio ibérica. El arte ibérico era muy rico y tenía influencia griega y fenicia. Destacan grandes esculturas femeninas hechas de piedra, como la Dama de Elche, la Dama de Baza y la Dama del Cerro de los Santos. También tenían animales fantásticos como la Bicha de Balazote, y también pinturas, cerámica y armas decoradas.
Los celtas tenían un origen centroeuropeo. Al igual que los iberos, tenían una cultura en común, nunca formaron una unidad política. Los principales pueblos indoeuropeos son: los galaicos (Galicia), astures (Asturias y León), cántabros, los vacceos (Tierra de Campos), los vetones (Salamanca), los lusitanos (Portugal y Extremadura), los arévacos (Soria y Segovia), etc. Al principio, los celtas entraron por la Península por Cataluña, donde crearon la cultura de los campos de urnas y desde allí marcharon hacia el norte, el oeste y el centro de la Península. Los celtas construyeron poblados en las zonas elevadas, podían tener doble o triple muralla. Las casas eran circulares con techos de paja. Estos poblados se llamaban castros y los más importantes son: los de Santa Tecla (Pontevedra), Viladonga (Lugo), Coaña (Asturias). La economía se basaba en la ganadería, excepto los vacceos, que eran más agricultores. Dominaban la metalurgia, fabricando armas de hierro. Algunos vivían de saquear a otros pueblos. La sociedad se dividía en tribus y estas en clases, que eran grupos amplios de familias. Estaban gobernados por una nobleza guerrera y tenían asambleas a las que acudían los jefes de las familias para tratar los temas importantes. Tenían una religión naturalista, con dioses asociados a los astros y a los fenómenos naturales. Les daban culto al aire libre en los bosques sagrados y les hacían pequeñas ofrendas llamadas exvotos. Su arte era bastante pobre, destacan unas esculturas de piedra de gran tamaño, como los Toros de Guisando (Ávila), y también tenían joyas y armas decoradas.
Era un reino del que se conocen muy pocas cosas con certeza. Los documentos escritos que existen están llenos de leyendas y eran de los griegos. Quedan muy pocos yacimientos. Su época de mayor esplendor fueron los siglos IX-VI a.C. Su territorio abarcaba las provincias de Huelva y Sevilla, parte de Cádiz y el sur de Portugal y Badajoz. Era un territorio muy desarrollado, con una minería muy rica y mucho comercio con los colonizadores griegos y fenicios. Aunque no se ha encontrado el yacimiento de Tartessos, sí hay otros como el del Carambolo (Sevilla) y el de La Joya (Huelva), con unos tesoros muy ricos. En el siglo V a.C., los cartagineses conquistan Tartessos y este reino desapareció de la historia.
Los griegos venían de la isla de Rodas y de la ciudad de Focea. Se establecieron en la costa catalana, aunque influyeron en toda la zona mediterránea. Sus principales ciudades fueron: Rhode (Rosas), Emporion (Ampurias), Hemeroskopeion (Alicante). Los griegos buscaban sobre todo los materiales de la Península y a cambio trajeron muchas novedades, como el cultivo de la vid y el olivo, el uso del arado, la moneda, el alfabeto griego y toda la política, sociedad, religión y arte de Grecia.
Llegaron en el siglo IX a.C. No venían a colonizar, sino a instalar factorías comerciales. Traían tejidos y joyas a cambio de los minerales de la Península. Algunas de estas factorías llegaron a convertirse en ciudades, destacan Gadir, Malaka y Sexi. Los fenicios introdujeron el hierro, la cerámica hecha al horno, las salazones para conservar los alimentos y su alfabeto, que fue el primero que se usó en la Península. En el siglo VI a.C., Fenicia fue conquistada por los asirios, y en Occidente la principal de las factorías, que era Cartago en Túnez, se hizo cargo de las demás. Los cartagineses fundaron nuevas factorías como Ebusus y Carthago Nova. Posteriormente, Cartago empezó a conquistar la zona mediterránea para crear un imperio y luchar contra Roma en las Guerras Púnicas.
Es el proceso por el que los distintos pueblos de la Península fueron asumiendo la política y la sociedad de Roma, sus costumbres, su cultura y su idioma. Este proceso no fue uniforme, en la zona mediterránea la romanización fue muy intensa, mientras que en el interior y el norte supervivieron las culturas indígenas (galaicos y vascos).
Inicialmente (siglos II-I a.C.), Hispania fue dividida en dos provincias: Citerior y Ulterior. La Citerior era la costa mediterránea y el valle del Ebro, y la Ulterior el resto. En el Alto Imperio (siglos I-II d.C.) se crearon tres provincias: Tarraconense, Lusitania y Bética. La Bética coincidía con Andalucía, la Lusitania con Portugal y Extremadura, y la Tarraconense el resto. En el Bajo Imperio (siglos IV-V d.C.), la Tarraconense se dividió y se crearon dos provincias más: Gallaecia y Cartaginense. La Gallaecia en el oeste, y la Cartaginense, desde Cartagena hasta Palencia. Cada provincia estaba gobernada por un pretor y la hacienda estaba controlada por un cuestor. Las provincias, a su vez, se dividían en conventos jurídicos para asuntos judiciales. Hispania aportó varios emperadores al Imperio Romano: Trajano, que fue un gran militar y llevó al Imperio a su máxima extensión; Adriano, que era mejor gobernador que militar; y Teodosio, que impuso el cristianismo como religión oficial del Imperio.
Las ciudades romanas estaban bien estructuradas y tenían miles de habitantes. La estructura era de tipo militar, con un plano cuadriculado, una muralla rodeando la ciudad y dos calles principales: el cardo, que iba de norte a sur, y el decumano, que iba de este a oeste. Donde se cruzaban había una plaza llamada foro, donde estaban los principales edificios, como la basílica, las termas, el teatro, el anfiteatro, los circos y los acueductos. Había distintos tipos de ciudades, unas eran poblaciones indígenas que habían sido conquistadas por la fuerza, tenían que pagar impuestos a Roma, estas se llamaban ciudades estipendiarias. En cambio, otras habían ayudado a Roma y no tenían que pagar impuestos, y a estas se las llamaba ciudades inmunes. Por su parte, Roma fundó otras ciudades nuevas, como Caesaraugusta (Zaragoza), Tarraco (Tarragona), Hispalis (Sevilla), Barcino (Barcelona), Emerita Augusta (Mérida), Asturica Augusta (Astorga) y Legio VII Gemina (León).
Para controlar el territorio se necesitaban unas redes de comunicaciones bien estructuradas, y estas eran las calzadas romanas. Había tres vías principales: la primera, Vía Augusta, que iba por toda la costa mediterránea, desde Hispalis hasta la Galia; la segunda, Vía de la Plata, que comunicaba Hispalis con Asturica Augusta; y la tercera, Vía Transversal, que unía Emerita Augusta con Caesaraugusta y Tarraco.
La economía era de tipo colonial. Hispania era una colonia romana y, por lo tanto, tenía que suministrar materias primas a Roma y tenía que comprar los productos elaborados por ellos. Por otra parte, la economía era urbana, porque la ciudad era el centro económico.
La agricultura era bastante avanzada para su época. Se cultivaron nuevos terrenos para aumentar la producción de alimentos. Los cultivos principales eran de cereales, la vid y el olivo, y también plantas textiles como el lino. Los romanos introdujeron nuevas técnicas, como el arado romano, hoces o guadañas, y los cereales de regadío. La propiedad de la tierra estaba repartida entre los pequeños agricultores, el emperador y los grandes latifundistas, que fueron aumentando cada vez más sus propiedades.
Las minas eran propiedad del Estado, aunque este se las arrebataba a los particulares. El trabajo era de los esclavos. Destacaron las minas de mercurio (Almadén), las de cobre, hierro, plata y oro (Médulas, en El Bierzo).
La industria era muy escasa, la mayoría de los productos llegaban de Roma. Destacaban la metalurgia y la producción de vino y aceite.
El comercio se hacía sobre todo con Roma. Se enviaban a Roma cereales, vino, aceite, minerales y esclavos, y llegaban desde Roma herramientas, armas, tejidos, perfumes, etc. Todo el Imperio Romano tenía la misma moneda, que era el denario de plata y el áureo de oro, y las vías romanas facilitaban mucho el comercio.
La sociedad romana se basaba en dos grupos: los hombres libres y los esclavos.
Los hombres libres: Estaban divididos en diversas categorías. La primera, el orden senatorial, eran los altos cargos políticos y grandes propietarios de tierras. El segundo, el orden ecuestre, eran los cargos intermedios en la administración y tenían bastante riqueza. El tercer grupo, decuriones, eran ciudadanos con un nivel económico alto. Y el cuarto grupo, la plebe, eran los artesanos y campesinos, y una parte de esos campesinos trabajaban como colonos en los latifundios de las clases altas. Al principio, la plebe no tenía derechos políticos, no podía votar, pero en el siglo I d.C. el emperador Vespasiano entregó el derecho latino, que les daba algunos derechos, y en el siglo III d.C. el emperador Caracalla entregó el derecho romano a todos los hombres libres del Imperio, todos eran ciudadanos romanos con todos sus derechos.
Los esclavos: Eran la fuerza del trabajo, trabajaban en el campo, en las minas, en el servicio doméstico, etc. Procedían de las campañas militares, se les trataba como si fuesen objetos, aunque también podían ser liberados. Protagonizaron importantes levantamientos en las zonas rurales, por lo que al final acabaron siendo sustituidos por los colonos.
Religión: Los romanos tenían dioses derivados de los griegos, por ejemplo, Zeus era Júpiter, Hera era Juno, Ares era Marte, etc. También tenían dioses protectores del hogar y del espíritu de los antepasados. Daban culto al emperador y a Roma. También había dioses indígenas, los de los celtas e iberos, y dioses orientales de Egipto y Mesopotamia. En el siglo I d.C. apareció el cristianismo. La difusión de este por la Península está llena de leyendas, como la del apóstol Santiago. Los primeros cristianos aparecieron en el siglo II en la costa mediterránea. En el siglo III sufrieron la persecución del emperador Diocleciano, y en el siglo IV, en el año 313, se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano con el Edicto de Milán.
Cultura: La cultura latina desplazó a la mayoría de las lenguas indígenas. Hubo importantes filósofos hispanos, como Séneca, poetas como Marcial e historiadores como Lucano, que escribieron en latín.
El arte: El arte romano tenía influencias de Grecia, de los etruscos y de los pueblos conquistados. El arte estaba al servicio del Estado, por lo que sus monumentos eran grandiosos, y era un arte muy utilitario. Destaca la arquitectura, se construyeron teatros como el de Mérida, anfiteatros como el de Itálica, murallas como las de Lugo, templos como el de Córdoba, termas como las de León, acueductos como el de Segovia, puentes como el de Alcántara, y arcos del triunfo como los de Medinaceli y el de Bará. En escultura destacan los retratos de los emperadores y los sarcófagos, y los mosaicos que decoraban los suelos de las villas romanas, como la villa de La Olmeda (Palencia).
Desde el siglo III d.C., los pueblos germánicos, llamados bárbaros por los romanos, fueron entrando en el Imperio Romano, que era cada vez más débil. En el año 409 entraron en la Península los pueblos suevos, vándalos y alanos, saqueando y asentándose después en la Península. Los suevos se asentaron en Gallaecia, los alanos en Lusitania (Portugal) y los vándalos en la Bética. Los romanos fueron incapaces de expulsarlos, llamaron a su ayuda a los visigodos. En el año 411 llegaron los visigodos y expulsaron a los vándalos y alanos al norte de África. Cuando los visigodos ya estaban en España, en el año 476 cayó el Imperio Romano. Tras esto, los visigodos crearon un reino con parte de España y parte de Galia, con la capital en Toulouse. Pero posteriormente los visigodos fueron derrotados por los francos en la batalla de Vouillé, que fueron expulsados de la Galia, por lo que se asentaron definitivamente en España y pusieron la capital en Toledo. Posteriormente expulsaron a los suevos de la Gallaecia y a los bizantinos, que se habían establecido en el sur de la Península, unificando definitivamente Hispania.
En este reino había dos pueblos distintos: los visigodos, que eran germánicos, se gobernaban según sus costumbres y eran de religión arriana; y los hispanorromanos, que eran latinos, de religión católica y se gobernaban por el derecho romano. Los reyes buscaron unirlos para crear un solo pueblo. El rey Leovigildo permitió los matrimonios entre las dos comunidades. El rey Recaredo obligó a los visigodos a hacerse católicos como los hispanorromanos, y esto dio mucho poder a la Iglesia católica. Y el rey Recesvinto dio un único código de ley para todo el reino, que era el Fuero Juzgo.
Al principio había un rey con muchos poderes, pero los reyes no se sucedían de padres a hijos, sino que la nobleza lo elegía. Era una monarquía electiva. Esto creó muchas conspiraciones y reinados muy cortos. Además, el rey tenía que gobernar con el apoyo de la nobleza, que se reunía en una asamblea llamada la Curia Regia, y con el apoyo del clero, que se reunían en los Concilios de Toledo para tratar asuntos religiosos y políticos, por lo que el verdadero poder en el reino lo tenían la nobleza y el clero.
La economía era rural y se basaba en la agricultura. Las ciudades se arruinaron con la crisis del siglo III y más aún con las invasiones bárbaras. La nobleza tenía enormes latifundios trabajados por los colonos, por lo que el pueblo dependía de la nobleza, como en el feudalismo.
En literatura destacó San Isidoro de Sevilla, que escribió el libro Las Etimologías, en el que recoge todo el saber de su época. El arte era mucho más pobre que el de los romanos. Solo destacan unas pequeñas iglesias en el campo, como San Juan de Baños (Palencia), San Pedro de la Nave (Zamora) y Santa María de Quintanilla de las Viñas (Burgos), en las que se utilizaron el arco de herradura en vez del arco de medio punto de los romanos. También destaca la joyería, con cruces y coronas de oro y plata, como el tesoro de Torredonjimeno.
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