Portada » Geografía » Porque predomina la agricultura en el interior peninsular
Tema: «La agricultura española en la actualidad’
– Tipos y caracteres de la agricultura española.
– Las regiones agrícolas españolas.
– Transformaciones recientes de la agricultura española.
En la agricultura española de la actualidad se han producido dos fenómenos que han afectado de
forma clave al paisaje agrario: el abandono de las zonas rurales y la modernización de las
técnicas de producción.
La actividad agraria requiere una serie de condiciones naturales, aunque en algunos casos por la
modernización de las técnicas el medio natural tiene menor influencia (cultivos de invernadero o
hidropónicos), pero en general el medio físico es un factor explicativo que se encuentra en
interacción con otros condicionantes políticos y socioeconómicos. De este modo, el espacio
agrario se conforma como un espacio cambiante que refleja el tipo de economía en la que se
enmarca. En España el espacio agrario ocupa en torno al 40% del territorio, pero actualmente está
en un proceso decreciente tanto en relación a la población activa ocupada en el sector, como en
su participación en el PIB.
Las características de la agricultura española hay que entenderlas desde los factores que la
condicionan. Entre ellos destacan los físicos o naturales que determinan las actividades agrarias,
son la altitud, la disposición del relieve, el suelo y el clima. Las tierras de baja altitud son las más
aptas para la agricultura y en España sólo el 11% del territorio se encuentra por debajo de los 200
m de altura; además, en algunos casos estas regiones tienen una disposición montañosa periférica
con lo cual se acentúa la continentalidad. En el tipo de suelos existe una gran variedad, por un
lado, en las zonas comprendidas en la Iberia silícea (región gallega, parte occidental de la Meseta
norte y gran parte de la Meseta sur, Sistema Central y Montes de Toledo, además de manchones
discontinuos), los suelos no son aptos para el cultivo ya que son pobres, ácidos, con poco humus,
es el caso de las tierras pardas y xeroranker; el aprovechamiento es forestal y en algunos casos
existen montes adehesados. Sobre sustrato calizo se desarrollan los suelos rojos mediterráneos
(Badajoz y C. Real), suelos grises (depresión del Ebro), suelos pardo calizos (N. de Castilla León,
Baleares…) rendsinas y xerorendsinas (Castilla La Mancha, Comunidad Valenciana), todos ellos
son poco evolucionados y básicos. En el valle del Guadalquivir, también sobre sustrato calizo,
aparecen las llamadas tierras negras, con un alto contenido en humus, muy aptas para el cultivo.
En la Iberia húmeda, los suelos tienen un sustrato silíceo o calizo pero son el clima y la cobertura
vegetal los que determinan unos suelos más evolucionados como las tierras pardas de Santander.
A estos grandes tipos de suelos hay que añadir los suelos aluviales, transformados por un regadío
tradicional (Valencia, Murcia), y los suelos volcánicos (Canarias). Un problema grave de los
suelos en España es el de la erosión que afecta a un área mayor que la cultivada. En relación con
el clima se pueden distinguir tres paisajes agrarios: el atlántico, el mediterráneo y el mediterráneo
de transición al continental. En el primero el aprovechamiento es fundamentalmente ganadero, la
superficie cultivada (patata, cereales, cultivos forrajeros…) es poco extensa; en el segundo el
aprovechamiento es el típico de huertas, frutales y flores; y en el tercero predomina la trilogía
mediterránea: vid, olivo y cereal.
Otro de los factores que condiciona las características de la agricultura española es la estructura
agraria, tanto la de la propiedad como la de la explotación. La estructura de la propiedad de la
tierra apenas se ha modificado, en ella llaman la atención los grandes contrastes entre la gran
propiedad de la zona sur y la pequeña de la zona norte, y la mala distribución: los propietarios
con más de 100 Ha (sólo un 0,8%) reúnen más del 50% de la superficie catastrada, mientras que
los dueños de propiedades inferiores a las 5 Ha (son más del 52%) sólo tienen el 10,5% de la
tierra. En el norte además del problema del minifundio la explotación agraria se dificulta por la
diseminación de las propiedades en distintas parcelas, lo que explica la crisis de la agricultura y
su carácter tradicional. El latifundio no sólo es característico de Andalucía, también aparece en
Aragón, Extremadura, Salamanca y gran parte de la submeseta sur. Tanto la gran propiedad como
la pequeña son de explotación directa (el arrendamiento y la aparecería no tienen apenas
importancia en España); la política de concentración parcelaria y el éxodo rural han sido, entre
otros factores económicos, responsables de la desaparición progresiva de muchas explotaciones
marginales (sobre todo las menores de 5 Ha) y del aumento de las de tamaño medio, con lo cual
se ha reducido el número de parcelas por explotación.
Como consecuencia de esta evolución, la población activa agraria tiene actualmente valores
similares a la media comunitaria, el 8,9% del conjunto de la población activa. El movimiento de
este sector fue de ascenso en la posguerra, a partir de los años 60 desciende por las migraciones a
la industria y la ciudad, pero a partir de los 80 el descenso se ralentiza por la crisis industrial. Las
consecuencias de estos movimientos migratorios de las áreas rurales a las industriales son la
despoblación y el envejecimiento del interior y, por ello, la dificultad para la modernización del
sector.
Por último, entre los factores que han configurado la agricultura española en la actualidad hay
que destacar no sólo los avances técnicos, sino también la política agraria como la ampliación del
regadío, la política de colonización, la concentración parcelaria y la política de precios. En
general, los resultados obtenidos por la política agraria han sido bastante negativos pues han
beneficiado a las grandes explotaciones y han potenciado el trasvase de población primero hacia
el sector secundario y, después hacia el terciario; de hecho, la pretendida reforma agraria para
muchos estudiosos del tema no fue sino la llamada vía prusiana, es decir el desalojo de miles
de campesinos hacia las grandes ciudades para abastecer de mano de obra barata el desarrollismo.
La diversidad de los paisajes agrarios está explicada fundamentalmente por los factores
naturales que opone la España atlántica a la mediterránea, dentro de ésta se distinguen el interior
y la costa; además hay que añadir el paisaje agrario de las Islas Canarias.