Portada » Lengua y literatura » Porque martirio esconde el retrato de pepe
Federico García Lorca nació en Fuente Vaqueros (Granada) en 1898, la misma ciudad en la que, un mes después de comenzada la Guerra Civil Española, moriría asesinado. En esta ciudad andaluza se impregnó García Lorca del sentido y el ritmo de la poesía tradicional, canciones y romances, las leyendas y sucesos populares, formas poéticas del pueblo, esencialmente orales que, posteriormente, sabría adaptar de modo admirable a su obra personal de autor. Federico García Lorca, poeta y dramaturgo, es uno de los autores más conocidos del siglo XX. Difundidas sus obras por todo el mundo, es conocido —y reconocido— casi universalmente.
Como dramaturgo, la evolución de la obra del poeta granadino muestra un proceso de depuración formal y de contenidos que le lleva a un concepto renovador del arte escénico. Desde Mariana Pineda o Don Perlimplín hasta La casa de Bernarda Alba, Federico García Lorca experimentó diversos modos de escritura dramática: vanguardista en Así que pasen cinco años o El público, trágica en Bodas de sangre o Yerma y esencialmente dramática en La casa de Bernarda Alba.
Nos hallamos ante el fragmento final del tercer y último acto de La casa de Bernarda Alba (1936). Como es habitual en una obra teatral, es el momento en el que la tensión dramática alcanza su punto más elevado. El conflicto creado hasta el momento se precipita de forma rápida. Pese a su brevedad, los temas fundamentales planteados hasta el momento acaban confluyendo.
Si recordamos, este «drama de mujeres» nos representa la situación que se genera en la casa de Bernarda Alba tras el fallecimiento de su marido. El largo luto impuesto a sus cinco hijas genera sensaciones de asfixia y angustia ya que supone perder su libertad. Angustias, la hija mayor, nacida de otro matrimonio, ha acordado su boda con Pepe el Romano, pese a que este tiene relaciones ocultas con Adela, la más joven. Igualmente Martirio se siente enamorada de él. El conflicto surge cuando Martirio y Adela se encuentran en el patio después de que esta última haya permanecido con Pepe el Romano. Acto seguido discuten por él y llegan incluso a luchar. La tragedia se desencadena con la irrupción de Bernarda, que ya no puede negar la evidencia. Adela confirma su amor por Pepe ante todas y se rebela ante su madre. Esta, en un arrebato de locura, dispara contra Pepe el Romano, que se halla fuera de la casa. Adela, que lo cree muerto, se suicida.
Como podemos comprobar, en este texto aparecen las fuerzas contrarias del teatro lorquiano conocidas como el conflicto entre el principio de autoridad y principio de libertad. Dicho de otro modo, el choque entre el deseo de libertad y el autoritarismo, la rebeldía frente a la represión. La realidad se acabará imponiendo al deseo, lo social sobre lo individual. La tradición y la honra social, donde lo único importante es mantener las apariencias, prevalecerán sobre los sentimientos (no importa, al final, sino que Adela ha muerto virgen). El mundo conflictivo lorquino se desarrolla sobre la base del tema recurrente del amor. Se trata, pues, de un amor imposible, frustrado.
Además del tema principal anteriormente reseñado, en la obra aparecen otros motivos temáticos: la moral tradicional y la presión social que ésta ejerce sobre los individuos; las diferencias sociales (orgullo de casta) y la condición de la mujer en la sociedad española de la época.
La mujer es la protagonista principal del teatro lorquiano. Una mujer que representa el ansia de libertad en una sociedad patriarcal y machista; una mujer marcada siempre por un destino trágico, por pasiones que se verán condenadas al olvido o al rechazo. Pero no por ello, podemos afirmar que el teatro de Lorca es feminista: sus obras representan la tragedia de toda persona condenada a la frustración en sus deseos más íntimos y a la marginación.
En estas escenas finales Adela, Martirio y Bernarda adquieren un especial protagonismo. Adela, la más pequeña de la casa, tras mantener relaciones amorosas en secreto con Pepe el Romano, se encuentra con Martirio, que también lo ama, aunque de modo oculto. En ese momento se establece un violento diálogo entre ambas. Martirio, cegada por su amor imposible, intenta impedir el amor de Adela con la excusa de que le estaba robando el prometido de su hermana mayor. Se trata de pasiones ocultas pero latentes, una libre y otra reprimida por el autoritarismo de Bernarda. Adela, sabedora del futuro frustrado que le espera, muestra sus sentimientos naturales sin ataduras. Reconoce, por ejemplo, que Pepe el Romano solo busca en el matrimonio de Angustias el interés del dinero (Vino por el dinero pero sus ojos los puso siempre en mí) e incluso obliga a Martirio a confesar su amor por Pepe el Romano. Gracias a sus ideales, se enfrenta directamente a su madre, ante quien expresa la renuncia a su autoridad materna. Finalmente, en un acto de evasión de quien se resiste a perder el amor y la libertad, se suicida.
Martirio, enferma de amor, termina reconociendo sus sentimientos, si bien contempla a Adela no como una hermana, sino como una mujer rival, que le ha arrebatado a la persona que ama {no te miro ya más como mujer). Pese a su capacidad de sufrir, está frustrada por la imposibilidad de que Pepe el Romano la ame.
Bernarda es la madre autoritaria, que desea controlar la vida de los demás. Se muestra soberbia, orgullosa, altiva ante el conflicto sentimental. Fiel a su ideal conservador, asume que la mujer ha de estar sometida al hombre. Representa la intransigencia más absoluta. Ante la actitud rebelde de Adela, impone su visión del mundo con la violencia de una escopeta. Su pose fría y autoritaria intimida al resto de los personajes en la escena final. Su excesiva preocupación por la honra familiar le impide mostrar públicamente sus sentimientos: Las lágrimas cuando estés sola.
Angustias es la hija mayor, fea, prometida con Pepe el Romano, que la quiere solo por su dinero, ya que en realidad está enamorado de Adela, la pequeña y la más hermosa.
Los demás personajes, La Poncia (la criada más antigua de la casa), Magdalena (hermana de Adela), apenas tienen peso en este fragmento y se nos muestran escasamente matizados.
Por otra parte, Pepe el Romano es otra de las piezas significativas en la obra. Pese no aparecer nunca en escena, está implícitamente presente. Mantiene una relación interesada con Angustias, pues esconde hipócritamente el interés por el dinero. Sin duda, es un elemento generador del conflicto. Es concebido por rodas las hijas como elemento liberador del mundo cerrado de Bernarda.
3. Justificación del carácter literario, tendencia, movimiento o grupo literario
La obra dramática lorquiana se caracteriza tanto por su carácter experimental como por un constante proceso de búsqueda de la palabra poética. Para ello, evita los acontecimientos secundarios que desvíen la atención sobre los temas fundamentales que desea dramatizar. Por este motivo, compone un argumento diáfano y claro con una escena austera, pero rotunda.
A diferencia de otras obras dramáticas como Yerma o Bodas de sangre, utiliza un lenguaje aquí más realista. Con la intención de dotar al texto de una mayor sencillez, elimina los elementos no literarios (el canto y la música), característicos en obras anteriores (Yerma o Bodas de sangré). García Lorca pretende mostrarnos un conflicto apasionado entre la autoridad y la libertad en una ambicntación rural desde una perspectiva realista y, por ello, pretende reducir a su esencia los elementos escénicos y dramáticos. En consecuencia, el lenguaje poético como rasgo estilístico propio de obras anteriores desaparece, aunque no del todo. Su estilo sencillo y realista, desnudo en ocasiones, conlleva el uso de frases cortas y tajantes, que en ocasiones producen una sensación de brusquedad.
Pero a la sencillez formal, Lorca incorpora con naturalidad un lenguaje poético, rico en recursos retóricos? que el pecho se me rompa como una granada de amargura (símil), Tengo el corazón lleno de una fuerza tan mala, que sin quererlo yo, a mí misma me ahoga (hipérbole), La muerte hay que mirarla cara a cara (personificación), ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto! (metáfora).
A ello hemos de sumarle la selección de palabras con un elevado valor connotativo y simbólico:
¡Mira esas enaguas llenas de paja de trigo!; Pepe, irás corriendo vivo por lo oscuro de las alamedas, pero otro día caerás; El me lleva a los juncos de la orilla.
Así, por ejemplo, el fuego y el calor simbolizan el poder del deseo sexual: quemándome con sus dedos de lumbre dice Adela. Martirio todavía siente ese calor (de hecho, roba el retrato de Pepe el Romano). Las otras hermanas (Amelia, Magdalena) ya lo han perdido. También puede simbolizar el infierno en el que se encuentran las hijas, como sucede en la intervención final de Bernarda.
Por otra parte, el mar, supremo símbolo de la libertad en esta obra, se muestra de modo incompatible con Bernarda, que encarna la dominación: ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto!
Del mismo modo, el granadino explora con maestría la expresividad de las formas orales a través de oraciones de modalidad exhortativa y exclamativa: ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio! En este sentido, conocido el carácter autoritario de Bernarda, el empleo de los imperativos finales cobra una especial importancia, ya que tienen la función de restituir el orden perdido:
¡Descolgarla! ¡Mi hija ha muerto virgen! Llevadla a su cuarto y vestirla como si fuera doncella…
Las acotaciones transmiten una información escénica muy precisa en las que predominan los indicaciones sobre movimientos de personajes (Sujetándola, con la cabeza sobre la pared.tonos de voz requeridos {En voz baja) y sonidos {Suena un disparo, Se oye como un golpe…).
La nocturnidad de la escena (en relación con las pasiones ocultas e ilícitas), el enfrentamiento «silencioso» entre Adela y Martirio y la austeridad espacial acrecientan el carácter dramático de este conflicto humano.
En conjunto, la obra de Lorca supone un intento constante de depuración y, podríamos decir, de vuelta al origen, de búsqueda del restablecimiento de la pureza original de la palabra evocadora, con- notativa, alejada del servicio utilitario pero sin olvidar su función comunicativa. Como dramaturgo, su evolución teatral muestra un proceso paralelo de depuración formal y de contenidos, un concepto renovador del arte escénico que ha convertido a Lorca en el dramaturgo español más conocido de todos los tiempos, un clásico cuyas obras aún continúan en los repertorios de las más conocidas compañías teatrales de todo el mundo.
El teatro de Lorca, como el de otros miembros de la Generación del 27 se caracteriza por depurar el teatro poético, incorporar las tendencias vanguardistas, y por el deseo de acercar el teatro al pueblo.
4. Relación entre las ideas del autor (o personaje) en el texto seleccionado y el tema solicitado
Tanto Adela como Bernarda aceptan con cierta sumisión el papel asignado al hombre como dominador. Ambas aceptan esta función, si bien en la obra existen otros factores que alteran este orden.
El carácter autoritario de la madre, debido a las convenciones sociales de la época, impone un luto a sus hijas que entorpece el destino natural y sexual de sus hijas, a excepción de Angustias, la hija mayor. Lorca no pretende equiparar la posición del hombre y la mujer ni en la sociedad ni en el seno de la familia, sino que defiende que una mujer pueda ejercer con libertad y sin la tiranía de la moral pública sus deseos «naturales».
La casa de Bernarda Alba es, pues, una tragedia rural donde hallamos una concepción clásica de la moral. Quienes luchan por su amor y por sus derechos acaban trágicamente, pues las imposiciones sociales de las España rural de 1936 son muy fuertes.