Portada » Lengua y literatura » Poesía y Narrativa Española del Siglo XX: Del 27 a la Posguerra
Las primeras décadas del siglo XX estuvieron marcadas por una gran inestabilidad política que acabaría desembocando en la Guerra Civil. En medio de esa incertidumbre, surgieron las primeras muestras de una gran etapa poética gracias a la Generación del 14 y las vanguardias, que prepararon el terreno para la Generación del 27, un grupo de poetas brillantes.
Los autores de esta generación nacieron en fechas cercanas y muchos coincidieron en la Residencia de Estudiantes, donde surgieron amistades duraderas. Todos ellos recibieron influencias tanto de Ortega y Gasset, con su idea de un arte deshumanizado, como de Juan Ramón Jiménez y su poesía pura. A pesar de esas influencias, compartían el deseo de renovar el lenguaje poético. En 1927, con motivo del homenaje a Góngora por el tercer centenario de su muerte, este grupo adoptó ese año como símbolo de su identidad.
Entre los principales poetas se encuentran:
Su producción poética se puede dividir en tres etapas:
En cuanto a su forma de escribir, innovaron mucho. Usaron metáforas muy originales y verso libre, lo que enriqueció el modo de expresarse en poesía. Aun así, no dejaron de lado las formas clásicas como el soneto o el romance. Los temas que trataron fueron tanto modernos como tradicionales: lo intelectual, el amor, la muerte, la soledad, el paisaje… Durante y después de la guerra, el compromiso social se volvió fundamental, incluso en poetas que antes no lo habían abordado.
Dentro del grupo, Lorca tuvo un papel esencial. Supo unir lo popular y lo culto en obras como Romancero gitano. Más adelante, influido por el surrealismo y el verso libre, escribió Poeta en Nueva York, donde el tema central es el amor frustrado, la soledad y la muerte. Fue asesinado al principio de la guerra, perdiéndose así una de las voces más potentes de la literatura española.
Rafael Alberti, en cambio, vivió muchos años más y llegó a volver del exilio, incluso fue elegido diputado. En su obra destacan temas como el mar, la infancia, el amor y el exilio, como se ve en Marinero en tierra y Poeta en la calle.
También es importante reconocer a las mujeres del grupo, conocidas como Las Sinsombrero, como Ernestina de Champourcin, Josefina de la Torre y Concha Méndez. A pesar de su calidad, fueron silenciadas durante mucho tiempo por razones políticas y sociales.
En resumen, la Generación del 27 fue el gran cierre de una etapa de renovación lírica que comenzó a principios del siglo XX y marcó el final de una época brillante conocida como la Edad de Plata de la literatura española.
El final de la Guerra Civil Española (1936-1939) y el inicio de la Dictadura Franquista produjeron una ruptura nacional con los modelos culturales anteriormente conocidos. La censura y las circunstancias de miseria y desigualdad hicieron inviable la continuidad con la novela de corte social de la década de los treinta, al igual que con la novela deshumanizada y vanguardista, lo que se tradujo en un grave empobrecimiento y declive literario.
De esta manera, pueden distinguirse dos tendencias novelísticas generales en la literatura de la época:
Durante la década de los cuarenta, encontramos varias tendencias narrativas que hubieron de partir de cero. El comienzo de la más significativa, la novela existencial, quedó marcado por la publicación de obras como La familia de Pascual Duarte, de Cela, en 1942, y Nada, de Carmen Laforet, en 1944. En ellas, personajes encarnados por individuos marginalizados e insatisfechos ponen de manifiesto la amargura y desorientación de la posguerra en un espacio generalmente limitado mediante la primera persona y la técnica realista. Destaca igualmente en este género Miguel Delibes, de trayectoria decisiva, con La sombra del ciprés es alargada, acerca de la infancia y la muerte.
Adicionalmente, encontramos:
En la década de los cincuenta, una ligera relajación en la censura permite la aparición de la denuncia social en dos tendencias mayoritarias:
De la misma forma, la década de los cincuenta acogería tendencias narrativas extranjeras como el conductismo americano, que eliminó la interiorización de los personajes para exaltar la conducta mediante el uso del diálogo; o el objetivismo francés, en el que un narrador objetivo se limitaba a mostrar la acción sin intervenir en los hechos.
Hacia los años sesenta, se abandona el realismo social, de excesivo peso político y pobreza artística, frente a una profunda renovación temática y formal influida por las aportaciones extranjeras (La metamorfosis, Kafka) y el Realismo Mágico de la novela hispanoamericana, crítica pero de alta calidad artística. Se acusa a la novela social de ser demasiado simplista con la realidad y de estar limitada al cansancio de las formas tradicionales y la sencillez expresiva.
De dicho modo, la transición queda marcada en 1962 con la obra Tiempo de silencio de Luís Martín Santos, que formula la demostración de la posibilidad de una novela crítica a la par que técnicamente innovadora, e inspira a grandes autores como a Delibes, en Cinco horas con Mario, o a Juan Marsé, en Últimas tardes con Teresa.
Así, las características más significativas de la novela experimental son:
En lo respectivo a la técnica y el lenguaje, destaca:
Con todo ello, la novela española de 1940 a 1975 se trata de un género sustancialmente afectado por la represión franquista y el éxodo de los novelistas afines a la República, siendo sus rasgos indicativos de la envergadura de las consecuencias de la intolerancia y la censura.