Portada » Lengua y literatura » Poesia modernista en españa y quienes lo representan
El Modernismo es el movimiento que predomina en la poesía de principios del XX, pero no debemos pensar que solo hay poesía modernista, también hay prosa. En efecto, durante los primeros años del siglo XX se publican los libros que serán los más representativos del Modernismo español: Soledades (1903) de Antonio Machado, Arias tristes (1903) y Jardines lejanos (1904) de Juan Ramón Jiménez, por citar sólo los autores que se incluyen en este tema. Se caracterizan por una poesía modernista, aunque con propensión a un mayor intimismo, lejos del Modernismo externo y brillante de los primeros libros de Rubén Darío, introductor en España del movimiento. De la misma manera en la poesía se pretende estimular el sentido del olfato, a través de la aparición entre los versos de distintos aromas. En los últimos años de la primera década se siguen publicando versos modernistas, pero apuntando ya nuevos caminos poéticos. La primera visita de Rubén Darío a España iniciará el movimiento, que tiene su apogeo en los primeros años del siglo, pero es efímero y enseguida cae en decadencia, aunque deja importantes huellas en la creación artística, propiciando la segunda fase, la del Modernismo asimilado. En Hispanoamérica, el Romanticismo perduró durante mucho más tiempo y, aunque también se desarrolló en su momento una incipiente literatura de carácter realista, allí surgió el Modernismo a la vez como un rechazo de la mentalidad práctica y utilitaria del positivismo y como una continuación natural del Romanticismo tardío. Hay unos escritores precursores del Modernismo, pero la figura cumbre es RUBÉN DARÍO (1867- 1916), cuya obra, además de su valor intrínseco, se convirtió en referente de la lírica hispana de su época a los dos lados del Atlántico. Pero ya en Azul va a ofrecer las bases de una nueva estética en la que se renueva tanto la métrica como el vocabulario poético, exalta la Grecia clásica y el siglo XVIII, elige ambientes exóticos, muestra una gran preocupación por el ritmo y la musicalidad de los versos, etc. Pero lo más destacable aquí es un ahondamiento espiritual que consecuentemente atenúa el fuerte vitalismo de sus primeros poemas, y se acentúa el dolor existencial que en obras anteriores aparecían muy poco.
Antonio Machado
La aparición de Soledades coincide con el apogeo del Modernismo español, lo que queda claro a lo largo de los poemas que componen el libro. Predomina, no obstante, un tono melancólico y doliente, la anécdota argumental apenas existe y los temas son los propios del intimismo posromántico: el amor, el paso del tiempo, la soledad, la infancia que se fue, los sueños… la tarde es el momento propicio para la meditación, pero en ocasiones supone la decadencia y el acabamiento. Otra característica importante de la obra es que el paisaje descrito se impregna de los sentimientos del poeta, que se busca a sí mismo con estos versos, y que no podemos incluir en éste o aquel movimiento literario, pues es un producto de una reelaboración de lo que Machado conoce en poesía. En Campos de Castilla se observan cambios importantes con respecto a la obra anterior, se camina desde el subjetivismo hasta la realidad exterior que se impone aquí. El poeta sale de sí mismo para encontrar las claves de la realidad en Castilla, prueba con algo distinto a la introspección experimentada en su obra anterior. Esto no será visto con buenos ojos por quienes, como Juan Ramón Jiménez, intentan alejarse también del Modernismo, pero por caminos distintos, el de la poesía pura. Con una cierta mirada regeneracionista se destaca el contraste entre un pasado glorioso y un presente de ruina. El libro se cierra con un grupo de poemas que destina a elogiar a personajes de la época, en los que refleja sus afinidades intelectuales y personales. Él busca una nueva poética que las supere a ambas y crea, tanto en poesía como en prosa, una serie de escritores apócrifos a través de los cuales expone sus ideas. Se opone Machado a la literatura deshumanizada de los nuevos poetas, según nos dice él mismo, las imágenes, los conceptos, los sonidos no son nada por sí
mismos, sólo valen en poesía cuando son vehículos de hondos estados de conciencia. Entre los últimos textos poéticos de Machado, dos grupos merecen destacarse: las “Canciones a Guiomar”, dedicadas a su amor por Pilar Valderrama, y las poesías escritas durante la Guerra Civil, en las que deja claro su compromiso social y político. La poesía modernista se ha convertido en repetición de sí misma y hacia 1914 se suele dar por terminado este movimiento, aunque su huella se va a mantener durante mucho tiempo en la literatura. El final del Modernismo no se produce de una manera brusca, los nuevos poetas comienzan eliminando los elementos más ornamentales y superficiales y se adentran en un lenguaje más sencillo y personal, en el que no es rara ni la ironía ni, con el paso del tiempo, cierta intelectualización. Estos poetas fueron llamados posmodernistas o postsimbolistas, pero no fueron los únicos que se alejaron del Modernismo, otros lo hicieron acentuando el componente intelectual y refrenando el sentimental. Y centrándonos ya en JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (1881-1958), es muy complejo referirse a su obra con la brevedad que exige un tema académico. Concibe su obra como una unidad en la que se van integrando sus nuevos textos, a la vez que se encuentran en estado de permanente corrección los ya existentes, siempre a la búsqueda de la perfección absoluta. El propio poeta establecía en sus últimos años tres etapas en su obra: época sensitiva, época intelectual y época suficiente o verdadera. En las obras de este periodo descubrimos un tono decadente de inequívoca adscripción neorromántica en Ninfeas y Almas de violeta. En muchas de estas obras se conservan los motivos modernistas, sin embargo, ya se adivinan elementos de una poesía más personal y un intento de superación de ese Modernismo, adentrándose en el camino metafísico que seguirá después su poesía. Nos encontramos ante una poesía a la vez conceptual y formalmente sencilla, rasgos básicos en la segunda etapa. Rompe de manera definitiva con las tendencias modernistas y abre nuestra poesía a las innovaciones vanguardistas más característica:
verso libre, poemas en prosa, enumeraciones caóticas, palabras y frases en inglés, uso del collage, etc. Desaparece la anécdota y se encamina hacia una poesía esencial, pura, desnuda, que busca la expresión de lo inefable como en la mística, no obstante, aún perduran los elementos de la realidad que el poeta conoce. En línea con el aristocratismo novecentista, el poeta se dirige “a la inmensa minoría”, aunque aclara que ello no contiene un sentido clasista. La última etapa de su poesía comprende toda su producción de los años de exilio. En otro costado aparece el poema Espacio en el que se recrea líricamente los conceptos claves del último Juan Ramón.