Portada » Lengua y literatura » Poesia burlesca de jorge manrique metrica
2.4. San Juan de la Cruz.
San Juan de la Cruz nació en Fontiveros (Ávila) en 1542. Ingresó en los Carmelitas y realizó la reforma de la Orden siguiendo los pasos de Santa Teresa de Jesús. Murió en Úbeda (Jaén) en 1591.
Obra
Su obra representa el ansia de absoluto. Es una poesía en la que la naturaleza se convierte en un elemento simbólico: la noche oscura, por ejemplo, es la soledad del alma que debe vencer las tentaciones para ver la luz divina.
San Juan de la Cruz escribió poemas de corte tradicional (romances, villancicos, etc.), pero en su producción destacan sus tres grandes composiciones místicas.
Noche oscura del alma: en este poema, escrito en ocho liras, el alma (la amada) deja su casa de noche (la vida mundana) y sale en busca de Dios (el amado). De esta forma, se describe la unión con Dios.
Cántico espiritual: está formado por cuarenta liras en las que el alma (la esposa), representada por una pastora, sale en busca de Dios (el Esposo) a través de las tres vías místicas. Finalmente, se produce la unión amorosa, símbolo de la unión mística.
Llama de amor viva: el placer del amor divino es condensado en veinticuatro versos con un tono exaltado.
En toda esta obra se percibe la influencia del Cantar de los Cantares para representar el amor divino por medio del amor humano. Posee tanta complejidad que el propio autor escribió comentarios en prosa aclarando sus poemas.
La estrofa más utilizada es la lira y aparece frecuentemente la exclamación para describir los momentos de mayor exaltación.
La dificultad para explicar los momentos místicos le lleva a usar a menudo la paradoja (“música callada”, “soledad sonora”…)
El léxico es variado y va desde lo rústico hasta lo culto. Las imágenes son constantes, así como los elementos sensoriales.
Toda la obra de San Juan de la Cruz es la expresión máxima del amor, ya sea el amor divino que quiso mostrar el autor o el amor humano.
2. Juan de Mena
Juan de Mena (1411-1456) desempeñó el cargo de secretario de cartas latinas de Juan II, y era un experto conocedor de los clásicos.
Su obra más notable es su poema alegórico Laberinto de Fortuna, dedicado a Juan II. Se trata de trescientas coplas de arte mayor (de ahí el sobrenombre con el que se le conoce popularmente: “las trescientas”) con las que pretendió elevar el castellano a la altura del latín.
Su estructura está basada en las tres ruedas de la Fortuna –el presente, el pasado y el futuro- y con este poema trató de ganar el favor de Juan II hacia Álvaro de Luna.
1. Marqués de Santillana
Íñigo López de Mendoza (1398-1458), marqués de Santillana, perteneció a una de las familias favorecidas por los Trastámara. Actuó como un auténtico mecenas y reunió una de las bibliotecas más importantes de su tiempo.
De su obra destacan sus Serranillas, en las que se deja influir por las pastorelas galaico-portuguesas y por el Arcipreste de Hita. Posee también algunos poemas alegóricos a imitación de Dante: Infierno de los enamorados, Comedieta de Ponza, etc.
Hay que destacar el intento de Santillana por adaptar los metros italianos a la poesía castellana en sus Sonetos fechos al itálico modo. Como veremos más adelante, este ensayo sólo obtendría resultados destacables en la figura de Garcilaso de la Vega, en el siglo XVI.
3. Jorge Manrique
Jorque Manrique (1440-1479) nació en Paredes de nava (Palencia). Representa el perfecto caballero cortesano: experto en armas y en letras. Luchó defendiendo las posesiones de su padre y apoyando a Isabel la Católica.
Su obra es breve, pero representa los intereses de su época: el ambiente palaciego, los enfrentamientos políticos y la preocupación por la vida y la muerte.
Su mejor composición son las coplas que dedicó a la muerte de su padre, don Rodrigo Manrique.
3.1. Coplas a la Muerte de su padre
Este extenso poema está constituido por 40 coplas dobles de pie quebrado.
Es una elegía por la muerte de don Rodrigo Manrique. Cada estrofa contiene dos sextillas con este esquema métrico:
8a 8b 4c 8a 8b 4c
8d 8e 4f 8d 8e 4f
Su estructura es clara. Se pueden observar tres partes:
Coplas I-XIV. Jorge Manrique realiza consideraciones generales acerca de la vida y la muerte: la fugacidad de la vida, la inconsistencia de las cosas mundanas, el poder igualatorio de la muerte, etc. Por medio de una serie de metáforas y alegorías (la vida como camino o río, la muerte como el mar, etc.) presenta una visión cristiana de la muerte y desdramatiza su llegada. Entronca con el teocentrismo medieval y concibe la vida como un camino en el que el ser humano se prepara para una vida mejor, que llega tras la muerte.
– Coplas XV-XXIV. Alude a casos concretos que el lector de su tiempo conoce para demostrar que las riquezas y el poder no suponen una ventaja al llegar la muerte y que ésta alcanza a todos por igual. En este momento alude al tópico medieval del Ubi sunt? (¿Dónde están?) para recordar que, en algunos casos, no queda ni el recuerdo tras la muerte.
– Coplas XXV-XL. Concreta su reflexión en el caso de su padre. Recuerda su vida ejemplar que le hará merecedor de la vida eterna y dejará el recuerdo de la fama entre quienes le conocieron. Incluso en el momento de la muerte, se exalta su entereza y serenidad de buen cristiano, frente a lo que solía aparecer en las danzas de la muerte.
3.2. Temas y contenido
Manrique aborda los temas fundamentales de su época. La reflexión sobre la vida y la muerte es el eje fundamental del poema.
Su actitud es la de un caballero cristiano, que considera la vida terrenal como una preparación para la verdadera vida, que está en el cielo. Además de la vida terrena y de la vida eterna, se tiene en consideración una tercera vida que es la de la fama, el recuerdo que las grandes personas dejan en el mundo. Esta reflexión sobre la vida y la muerte trae consigo la referencia a otros temas y motivos de su época: la fortuna, la fama, la fugacidad de la vida, el mundo cortesano, las intrigas por el poder, el Ubi sunt?, etc.
3.3. Lenguaje y estilo
El lenguaje y estilo de su obra es siempre sencillo y voluntariamente alejado de adornos superfluos. Las palabras llanas de Manrique permiten que su mensaje se convierta sin duda en universal.
Además, Manrique implica frecuentemente al lector con recursos como el uso de la primera persona del plural, con preguntas retóricas o con el imperativo.
Las imágenes y metáforas que utiliza son recogidas, a menudo, de la tradición, pero llegan a adquirir una emotiva autenticidad en la expresión poética del autor. El sentimiento inunda el poema e invita constantemente a la reflexión.