Portada » Lengua y literatura » Poesía Barroca Española: Entre la Originalidad y la Desmesura
Limitación y originalidad: Ante las limitaciones impuestas, el escritor busca sorprender al lector con su ingenio y originalidad.
Desequilibrio y desmesura: En el Barroco se pierde la armonía y el equilibrio del Neoclasicismo y aparece la necesidad de expresar lo real y lo humano de modo desmesurado y rebuscado. Los escritores barrocos insisten en lo contradictorio, en el predominio de los contrastes y en el uso constante de antítesis.
Revalorización de lo humano y ansia de infinito: Por una parte, la atracción apasionada hacia la realidad concreta; por otro lado, encontramos que las realidades son efímeras y provocan desengaño y huida hacia lo espiritual.
Dinamismo y fugacidad: El Barroco se caracteriza por la impresión constante de movimiento. Esto trae consigo la conciencia de la fugacidad de la vida y del paso del tiempo.
Lo bello y lo grotesco: El Barroco valora la belleza extrema, la ornamentación y la artifiosidad e introduce en la poesía elementos sensoriales (cromatismo y musicalidad). Sin embargo, al mismo tiempo estima lo “feo” como valor artístico y expresión de la individualidad.
La imitación y superación de los clásicos: Se venera y respeta a los autores clásicos y les sirven de modelo, pero no solo los imitan, sino que intentan superarlos; además, pierden el respeto a lo clásico y se atreven a dar una visión burlesca de los mitos clásicos. También parodian elementos renacentistas.
En general, los temas del Barroco son los mismos que los de la literatura renacentista. Existe mayor artifiosidad y complicación en el tratamiento de estos:
Llamado Fénix de los ingenios, merece ser estudiado por su teatro más que por su poesía; sin embargo, esta no es, ni mucho menos, despreciable.
Estudió en el Colegio Imperial de los Jesuitas, también en Salamanca y Alcalá. Participó en la Armada Invencible. Posteriormente, se trasladó a Valencia, donde empezó a escribir, y finalmente se mudó a Madrid, donde desarrolló la casi totalidad de su obra. Cuenta con unas 1500 obras de teatro aproximadamente, lo que le convierte en uno de los autores más prolíficos de todos los tiempos.
Fue un hombre muy apasionado e hizo poesías de amor a distintas mujeres y amantes que tuvo. Escribe al amor bajo el mismo esquema de Petrarca-Laura.
Se casó con Isabel de Urbina, a quien llama Belisa en su poesía. Posteriormente, se casó con Elena Osorio, a quien dedica poemas como Filis. Estando enamorado de Micaela Luján, escribe al amor de Camila Lucinda, y a Marta de Nevares la llamó Amarilis.
Tuvo una crisis religiosa (destierro y varios matrimonios), lo que le llevó a ordenarse sacerdote. Deja de dedicar poesías a mujeres para dedicárselas a Dios. Sin embargo, fue flaco en el celibato y tuvo amantes. Fue en esta etapa de su vida cuando escribió Rimas sacras.
Bajo el título de Rimas se agrupa gran parte de su producción: Rimas, Rimas sacras y Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos. Participa de ambos: conceptismo y culteranismo; hay algo de equilibrio. Compone todo tipo de versos: romances, letrillas, sonetos, odas, elegías, canciones, e hizo intentos de hacer poesías más largas en libros monotemáticos: La Dragontea (venturas y desventuras de Sir Francis Drake), La Jerusalén conquistada (hechos de las cruzadas) y La Gatomaquia (habla de dos gatos que luchan por el amor de una gata).
Este poeta cordobés perteneció a la nobleza mediana. Se mudó a Madrid para intentar entrar en la corte, y siempre refleja en su poesía un rasgo de frustración, ya que no era tan querido en la corte como Quevedo.
Estudió en Salamanca, donde, si bien no acabó sus estudios, obtuvo gran cultura. Se ordenó posteriormente sacerdote, siendo ampliamente criticado por su gusto por los toros, el juego y demás lujos.
Al final obtuvo el título de capellán real. Sin embargo, el Alzheimer empezó a hacer mella en él y, en 1627, murió en Córdoba.
Al principio, la lírica de corte popular fue más abundante. Sin embargo, a partir de 1610, el lenguaje culterano se intensifica, en lo que se ha llamado su segunda época.
Su obra está compuesta por romances, letrillas, sonetos y tres poemas que representan la cima de su poesía: Fábula de Polifemo y Galatea, Soledades y Fábula de Píramo y Tisbe.
En la base de sus obras se halla un hombre dedicado en cuerpo y alma a crear una lengua propiamente poética.
Fue una figura controvertida; tuvo disputas con Lope, Quevedo… Tuvo defensores y poetas que le admiraron (Conde de Villamediana).
Del siglo XVIII al XIX no le admiraban más que por sus composiciones sencillas. No fue hasta la Generación del 27 cuando se le volvió a apreciar.
Es, sin duda, el mejor poeta en cuanto a rigor estético y creación de belleza por la palabra.
Quevedo es de familia oriunda de Santander, perteneciente a una nobleza baja (ayudantes de nobles).
Estudió en la Universidad de Alcalá y también en Valladolid.
Siempre al lado del duque de Osuna, le acompañó incluso cuando estuvo de virrey en Nápoles.
Muy crítico con la política, dejaba escritos anónimos (aunque todo el mundo sabía que eran suyos) contra el conde-duque de Olivares (valido del rey Felipe IV), y fue esto lo que le valió el destierro en dos ocasiones.
Al final de su vida, enfermo, se retiró a vivir en las tierras de su familia en Villanueva de los Infantes.
La brillantez lingüística es característica de su poesía, que, compuesta por sonetos, letrillas, romances y otras formas, sigue las siguientes tendencias:
El interés por llamar la atención sobre las formas lingüísticas y la “manera de decir” se refleja en dos corrientes literarias características del Barroco: el conceptismo y el culteranismo. Ambas evidencian el deseo del escritor por sobresalir en habilidad y agudeza verbal y, sobre todo, por elevarse sobre las formas vulgares del habla cotidiana.
Manipulación ideológica de lo que se dice. Tiene más que ver con las ideas que con la forma. Decir mucho con pocas palabras. Es un lenguaje irónico, lleno de inteligentes dobles sentidos. Los recursos utilizados son las metáforas, no para embellecer, sino para impresionar; juegos de palabras: una misma palabra, pero con significados distintos. Además, presenta un estilo breve y conciso, logrado por la eliminación de palabras. El lenguaje conceptista caracteriza el estilo de Francisco de Quevedo y Baltasar Gracián.
Se preocupan más de la forma, de la artifiosidad. Dar muchas vueltas para decir lo mismo. A veces llamado gongorismo, el culteranismo cultiva la forma de las palabras, creando un modo de belleza impresionado, buscando un lenguaje recargado, lleno de figuras literarias, con un lenguaje muy ampuloso. Los recursos usados son: la metáfora, para crear un mundo de belleza absoluta; el uso frecuente de cultismos y neologismos; el uso abundante de hipérbaton (alterar el orden lógico de las palabras). Además, usa abundantes adjetivos, hipérboles, aliteraciones y paronomasias.