Portada » Lengua y literatura » Poemas satíricos Quevedo a Góngora
En la poesía de Quevedo alterna el tono grave y solemne con el tono jocoso y desenfadado. El autor destaca por su capacidad para pasar de lo emotivo y profundo a la sátira, según el tema y la intención de sus textos. La obra lírica de Quevedo presenta, en conjunto, una visión decepcionada de la realidad, en la que todo conduce al desengaño y, en última instancia, a la muerte. Este enfoque se aplica tanto a cuestiones filosóficas (el paso del tiempo, la brevedad de la vida, el sentido de la existencia) como a temas sociales y políticos.
El concepto es la clave de la poesía quevedesca: el estilo tiene la función de comunicar las ideas de forma condensada e intensa. Los recursos más habituales en Quevedo son los juegos de palabras, las figuras de intensificación (como la hipérbole) y, ante todo, las figuras de pensamiento (metáfora, antítesis, paradoja, símil…).
Son poemas de tono grave y elevado, en los que se expresan ideas que responden al pesimismo Barroco. El autor reflexiona sobre cuestiones como la vida, la muerte, el paso del tiempo… Quevedo aporta una visión típicamente barroca a tópicos literarios como el tempus fugit: no se destaca tanto la brevedad de la vida como su condición de camino inexorable hacia la muerte.
El desengaño también aparece en este grupo de poemas: la felicidad amorosa huye y, finalmente, se desvanece. El amor aparece, no obstante, como único sentimiento capaz de mover el mundo e incluso de sobrevivir a la muerte. De ahí que el tono desengañado se combine con una expresión vehemente y apasionada.
En estas composiciones se reflexiona, de modo explícito o alegórico, sobre la situación nacional. Quevedo establece a menudo una analogía entre la decadencia que sufre el país y su situación personal.
El autor se burla de vicios y costumbres de su tiempo o de determinados personajes (por ejemplo, de otros escritores: son célebres sus poemas contra Góngora y su poesía). Gozaron también de gran éxito sus parodias de episodios mitológicos, como la historia de Apolo y Dafne.
De tono solemne, se percibe en ellos el influjo del ambiente moralista de la Contrarreforma.
Son textos compuestos a instancias de algún personaje elevado o para conmemorar un hecho de especial relieve.
La poesía culterana de Góngora supuso una revolución formal, pues se planteaba una estética totalmente alejada del ideal de naturalidad petrarquista, en busca, ante todo, de la originalidad y la belleza.
Rasgos +Hermetismo. La poesía de Góngora es compleja y de difícil interpretación, pero no por la densidad de sus ideas –como sucede en el conceptismo–, sino por la expresión oscura de estas. El poeta hace uso de continuas alusiones culturales (mitológicas, en especial) y superpone numerosos recursos retóricos. +Belleza y sensorialidad. El objetivo de la poesía gongorina es conseguir un texto original, bello y lleno de elementos sensitivos. Son fundamentales en su obra el cromatismo (que se evidencia en el uso de epítetos) y la musicalidad (conseguida a través de la métrica y de recursos fonéticos como la aliteración). +Complejidad sintáctica. Góngora distorsiona el orden sintáctico habitual; para ello, emplea procedimientos como los siguientes: El hipérbaton, que combina las palabras en un orden sorprendente. Las construcciones absolutas, inspiradas en la sintaxis grecolatina. La técnica de diseminación-recolección, recurso que consiste en mencionar diversos elementos a lo largo de un poema (diseminación) para después reunirlos todos (recolección). Diversidad de registros. La poesía gongorina combina la solemnidad de las composiciones cultas con el tono jocoso y crítico de las composiciones de inspiración popular, como sus célebres letrillas y romances.
Son, esencialmente, de dos tipos: romances y letrillas.
Su naturaleza es muy diversa: satíricos, moriscos, caballerescos, amorosos…
Constituyen sátiras de vicios y costumbres de la sociedad del momento. De tono burlesco, parten generalmente de una breve composición popular que el poeta glosa en sucesivas estrofas de arte menor.
Pertenecen a tipos muy diferentes: amorosos, satíricos, laudatorios… En los sonetos amorosos predominan el desengaño y la tristeza.
Su fuente es el mito narrado por Ovidio en las Metamorfosis. Este mito cuenta cómo el gigante Polifemo se enamora de la ninfa Galatea, quien, prendada de Acis, lo rechaza. Polifemo, enojado y celoso, sepulta a Acis bajo una gigantesca piedra. Los dioses se compadecen del llanto de la ninfa y convierten a su amado en río. Compuesta en sesenta y tres octavas reales, está dotada de gran complejidad formal y estilística.
Góngora pensaba componer cuatro partes, pero solo escribíó dos, la segunda de las cuales quedó además inconclusa: Soledad primera: un joven náufrago arriba a una playa y es acogido por unos cabreros. Soledad segunda: el náufrago conoce a unos pescadores y, justo cuando unos cazadores salen de un palacio cercano, se interrumpe el poema. Con un estilo tan rebuscado como el Polifemo, en las Soledades destaca la capacidad descriptiva del autor.