Portada » Lengua y literatura » Poema lo fatal de ruben dario
El título «Lo fatal» ya es significativo del sentido doloroso de la vida que respira el poema.
Las tres estrofas de que consta corresponden a distintos aspectos semánticos que giran en torno al eje central: la fatalidad, el sentido de la existencia humana, resumido en sus dos versos finales: ¡ y no saber adónde vamos, ni de dónde venimos…!
La vida produce dolor y, ante ello, será más feliz el que sienta menos, ya que a menos sensibilidad, menor sufrimiento. Con esta idea comienza Rubén Darío, parafresando las bienaventuranzas bíblicas o el tópico literario del beatus ille, para darnos a entender que el árbol y más aún la piedra son los más dichosos, por carecer de la posibilidad de sentir: la vida y su conciencia provocan dolor al ser humano. Advertimos en esta estrofa una escala que va desde los seres humanos menos sensitivos hasta los más conscientes: PIEDRA-ÁRBOL-ANIMAL-HOMBRE
La piedra no siente; el árbol apenas siente; el animal (ausente en el texto pero implícito en la escala) que siente, pero no es consciente, y el hombre, sensitivo y consciente. ¿Por qué ese dolor? Los motivos los hallamos en la segunda estrofa: la incertidumbre de la existencia (no saber nada), los errores del pasado, los terrores del futuro, la certeza de la muerte, que se extienden a la tercera estrofa al hablarnos del temor a lo desconocido y el contraste entre la vida y sus placeres (la carne que tienta) y la muerte que nos espera (la tumba que aguarda). Antes esta situación, el poeta lanza su exclamación final, a modo de epifonema: en dos versos resume el desconcierto de la existencia humana: ignorar nuestro origen y nuestro destino.
Nos hallamos ante un texto lírico que en trece versos nos da cuenta de las angustias del poeta que, en buena medida, son las de cualquier ser humano en algún momento de su vida. En ese sentido, recordemos que los textos líricos son los más idóneos para la expresión subjetiva de sentimientos por parte del poeta.
Los textos líricos suelen caracterizarse por su brevedad, en buena medida debido a la ausencia de marco espacio-temporales (la angustia que nos transmite Rubén Darío no conoce limitaciones de lugar o tiempo), y se escriben en verso, como en este caso. El poema está formado por dos serventesios alejandrinos con distinta rima (ABAB CDCD) y cinco versos finales, en lo que podríamos considerar un quinteto, con esquema EFEEF, los tres primeros versos son alejandrinos, y el poema concluye con un eneasílabo y un heptasílabo, único verso de arte menor en el poema. Hay quien ha afirmado que el poema comienza y se desarrola como un soneto modernista, al que le falta un último verso.
Recordemos que el Modernismo, en el aspecto métrico, se caracterizó por la innovación y la originalidad. Fue frecuente la adopción de moldes métricos previos (como el soneto) para renovados con la introducción de cambios. Los más habituales, el empleo del verso alejandrino y los serventesios, en lugar de los endecasílabos y cuartetos de la estrofa clásica.
Como texto lírico que es, presenta los recursos estilísticos propios de este género, que hacen que la función poética cobre especial relevancia. El poema comienza de forma muy contundente, marcando las ideas fundamentales verso a verso mediante el recurso de la esticomitia (se identifica una oración con un verso); se observa asimismo un leve paralelismo sintáctico entre los versos 3 y 4.
La segunda estrofa se caracteriza por el polisíndeton que acentúa el significado de cada uno de los elementos coordinados: » y el temor… y un futuro terror.
.. y el espanto…, y el sufrir…»ya que la conjunción y se repite insistentemente, añadiendo un cúmulo de angustias de la vida humana reflejada en la gradación ascendente de las palabras significativas de esta: terror-terror-espanto. También aparecen paranomasias (terror-terror) y la aliteración de la consonante r, que dota de especial sonoridad a estos versos.
La tercera estrofa se engarza de lo anterior por medio de un encabalgamiento violento (…por/ lo que no conocemos…), que refleja en su brusquedad la angustia anímica del poeta.En los versos y la carne que tienta con sus frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, «aparecen los dos polos de su vida: los placeres del vivir-fundamentalmente, el alcohol y el sexo y la muerte y lo inexorable que destruirá todos los sentidos. Esa antítesis es la que da explicación a la realidad destructora de la vida. El paralelismo sintáctico de ambos versos (SN+ Oración de relativo con S preposicional) acentúa mucho más sus valores expresivos. Observemos, además, la antítesis entre los dos sintagmas de cada verso: carne que tienta–tumba que aguarda; frescos racimos—fúnebres ramos. «Carne que tienta» es un símbolo de vida, de placer;»tumba que aguarda», de muerte, de dolor. La oposición de «frescos racimos» y «fúnebres ramos» es evidente; pero advertimos la semejanza fonética que tienen ambos sintagmas (frescos racimos- fúnebres ramos)y, por el contrario, la diferencia semántica que los opone y que se prolonga a los versos finales y se hace patente en los interrogativos(adónde/de dónde) y en los verbos (vamos/venimos).
El Modernismo se caracterizó por la renovación formal (métrica,abundantes recursos estilísticos). En esta última obra de Rubén, si bien siguen claramente presentes algunos de estos rasgos (recordemos lo dicho acerca de la métrica) se observa una disposición formal más sobría con respecto a otros poemas del autos en obras anteriores. La gravedad del tema probablemente conlleva esa contención formal.